Carmen Iglesias / alex rivera y v. giménez

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Carmen Iglesias: "El transplante de brazos ha sido mi mayor reto"

Tiene 44 años y es la jefa de sección de Cirugía Plástica, reparadora y quemados del Hospital La Paz de Madrid

A lo largo de los 20 años que lleva de carrera, el trasplante bilateral de brazos es quizá una de las cirugías más complejas que ha realizado. "Fue un caso de los que no se olvidan. Durante cerca de 12 horas, un equipo multidisciplinar de más de 20 profesionales, entre cirujanos, anestesistas, enfermeros y auxiliares, reconectamos los huesos, músculos, vasos sanguíneos, nervios y piel de las extremidades del donante con el cuerpo del receptor, un hombre que, a causa de un accidente laboral, perdió los dos brazos por encima del codo".

"Trabajamos en dos quirófanos, en uno estaba el donante y en el otro el receptor y nada de lo que se hizo en aquella cirugía fue fácil. Sin duda, lo mejor fueron las palabras de agradecimiento del paciente por el logro conseguido. Estaba feliz, porque de nuevo iba a poder abrazar a su mujer". De familia de físicos e ingenieros, ya de niña soñaba con ser médico. "Recuerdo que la asignatura de Anatomía me entusiasmó y la sala de disección fue como mi segunda casa. Elegí plástica, porque al no tener límites anatómicos es alucinante y un reto constante, ya que no dejas de aprender y eso es muy motivador".

"El transplante de brazos ha sido mi mayor reto"

Como cirujana, su día a día puede ser muy variado y complejo. "Realizamos desde la reconstrucción de una mama y un injerto en una pierna hasta subsanar una malformación congénita. Reconstruimos la forma y reparamos la función de cualquier parte del organismo". Dos décadas con el bisturí en la mano dan para mucho, pero la primera cirugía es imborrable. "Fue en el Hospital de Cruces, en Baracaldo, donde me formé. Me tocó un gran quemado. Como decimos nosotros, entré por la puerta grande. Era un hombre que se había quemado el 60% del cuerpo en un accidente de coche y estaba muy grave. Tras una cirugía compleja, conseguimos salvarle la vida".

Insiste en que el buen cirujano es el médico que estudia el caso en la consulta y después realiza con precisión la técnica en el quirófano. "Si un cirujano no analiza el caso y no lo prepara a conciencia, los resultados en la mesa de operaciones no serán buenos2. Y, ¿cuál es el momento al que todo cirujano no quiere enfrentarse? "Cuando hay que comunicarle al paciente que no existe una opción reparadora para su caso. Es muy duro. Yo aprendí de mi jefe a enfrentarme a estas difíciles experiencias y hoy aconsejo a mis residentes que no pierdan de vista a los psicólogos, porque de ellos se aprende mucho a manejarse con destreza en el terreno emocional".

¿Desafíos? "Seguir innovando en microcirugía y crear un gran equipo multidisciplinar. Y en lo personal, lograr no llevarme el hospital a casa y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida".