En 1960, la nutricionista Adelle Davis popularizó un refrán que habrás escuchado infinidad de veces: "Desayuna como un príncipe y cena como un mendigo". Este refrán también podría ser: "Desayuna como Usain Bolt, come como un príncipe y cena como un mendigo". A un buen desayuno hay que dedicarle media hora o más, según afirman los expertos. Más de media hora es lo que necesitas si quieres seguir todas las recomendaciones de las que has ido haciendo acopio a lo largo de los años: empezar bebiendio en ayunas un vaso de agua con limón, preparar un batido antioxidante de té verde o un batido desintoxicante de apio, jengibre, espinacas y manzana; hacer tus copos de avena cocidos a fuego lento con bebida vegetal, canela y pera; incluir en el menú proteínas en forma de almendras o añadir también tu razón de potasio y fibra a la mezcla, comiendo un kiwi o una ciruela, por ejemplo.
Hay desayunos en Instagram que han sido preparados la noche anterior, de lo contrario es técnicamente imposible que todo eso esté dispuesto en la mesa a las ocho de la mañana. No sé vosotros, pero yo no tengo tiempo para tanta parafernalia. Yo he llegado a desayunar cepillándome los dientes, que es desafiar las leyes de la física y el sentido común. La teoría idealista la conozco: debería dedicarle al desayuno más de media hora, mientras leo tranquilamente el periódico que me ha dejado el repartidor en la puerta, como en una película americana (en las que, por cierto, disponen de margen suficiente para preparar tortitas a diario con holgura).
Pero aquí, en la vida real, mientras ultimas el tupper de la comida, planchas, vistes a tu hijo, te vistes tú e intentas ser persona, ya llegas 20 minutos tarde al trabajo. Tal vez esa es la clave del éxito de los bufés de desayuno de los hoteles. No la variedad, sino que dispones de tiempo para crear platos con más estatura y artistas que un edificio de Frank Gehry. Y lo más importante, dispones de tiempo suficiente para ingerirlos sin mirar el reloj cada dos minutos como el que espera a Godot.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
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