Drew Barrymore con vestido rojo. / Mark Seliger/ Netflix.

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“Lo bueno de que tu vida sea un libro abierto es que no tienes que fingir que eres perfecta”

Hace mucho que no es la niña de E.T., pero nunca dejará de serlo. Superviviente de su propia infancia, y capaz de reinventarse -como productora, actriz y madre-, vuelve ahora como zombi, con un papel a la medida de su vis cómica.

Tiene 43 años, pero todavía hay algo infantil y profundamente conmovedor en Drew Barrymore: se sigue esforzando en gustar. Cuando se sienta, lo primero que me hace notar es que llevamos el mismo esmalte de uñas. ("Uauuu, el mismo, es el mismo"). Un rojo vino y oscuro (bastante común) que yo llevo en las manos y ella en los pies.

Así que durante unos segundos nos quedamos absortas en sus uñas, ridículamente al aire (porque es invierno y hace frío, y ella lleva un vestido vaporoso y sexy con sandalias, como para tomar un cóctel en Malibú, pero son las nueve de la mañana y esto es Madrid) y celebramos esta coincidencia banal como si se tratase de una noticia increíble. Drew mastica un inglés optimista y californiano cargado de exclamaciones y levantamientos de cejas. Sonríe. Sonríe. Sonríe. E intuyo que este es el modus operandi de su comunicación: buscar la complicidad a cualquier precio.

Hoy está aquí, en la suite de un hotel de lujo, para hablar sobre su personaje en la serie Santa Clarita Diet, de Netflix. Una mujer normal que necesita comer carne humana y, a la vez, seguir siendo una eficaz y cariñosa madre de familia. Drew-Sheila quiere que la quieras pese a sus... necesidades. Y, la verdad, no es difícil sucumbir a su encanto caníbal y sus mechas rubias.

Es posible ser zombi y una persona normal. Cada uno haco lo que puede"

Drew Barrymore - Actriz

Cuando Steven Spielberg la conoció en 1981 debió de sentir algo parecido. Drew era una niña de seis años e hizo todo lo que sabía para conquistarle. Por ejemplo, mentir: "Le dije que estaba en una banda punk y que tocaba la batería, que sabía cocinar... Y le parecí graciosísima. No paraba de reirse con todo lo que le decía. Estaba convencida de que le tenía en el bote y que el papel ya era mío, y entonces me dijo: "¿Sabes? No encajas para esta película [estaba buscando a alguien para Poltergeist] -y me quedé hundida-, pero quiero que hagas una audición para otro proyecto que estamos preparando". Al principio no le creí, pero unos días después me llamó para E.T.".

Y E.T., el extraterrestre, lo sabemos, le cambió la vida. Las coletas de Gertie y su grito cuando descubre a la criatura en el armario son tan icónicos como los rodetes de Leia en La guerra de las galaxias. La ternura de su personaje forma parte de la historia pop del siglo XX, pero también su dramática caída.

La actriz posando de rojo. / Mark Seliger/ Netflix.

Adorable como una mascota

"Estoy feliz de haber crecido en una época sin redes sociales -me dice con alivio-, incluso aunque toda mi vida haya sido expuesta al público como un libro abierto". Y no exagera. Hoy parece inverosímil una historia como la suya. Una niña de ocho, de nueve, de 10 años, que va de fiesta en fiesta (a veces en compañía de su madre, una actriz mediocre y fracasada, que no sabe o no quiere saber), que sale a bailar a Studio 54 y que comparte con los adultos pista de baile, copas y rayas de coca.

Una niña adorable, como una mascota, que hace y dice tonterías, y que a todo el mundo le hace gracia, porque en algún extraño momento su alcoholismo se convirtió en un chiste, incluso para la opinión pública. No hay más que entrar en YouTube para descubrir intervenciones televisivas que rozan lo patético. A los siete años llevaba dentadura postiza para ocultar las mellas de sus dientes de leche y, durante una entrevista con Johnny Carson, se los deja encima de la mesa.

Mis padres nunca trabajaron duro y yo sí, tal vez para compensar"

Drew Barrymore - Actriz

Después la cosa se pone turbia, sobre todo porque crece y cada vez es "menos mona". Los presentadores la regañan cariñosamente por ser una niña mala o una party girl, pero todo es un juego... para ellos. Cuando finalmente su adicción se hace pública es un ejemplo de caída y redención. Así que participa en campañas antidroga y se pasea por los platós respondiendo a preguntas escabrosas, pero tiene 13 años y es evidente que en muchas de esas entrevistas está puesta y todavía consume droga. Luego llega un momento en que su madre decide ingresarla en una institución mental donde pasa año y medio retirada del mundo y desintoxicándose. A la salida, y por consejo médico, obtiene la emancipación legal. Es decir, a los 14 ya es adulta y libre.

Le pregunto cómo se siente con todas esas imágenes del pasado y se ríe. Lo ve con distancia. "La verdad es que toda mi vida me he visto forzada a ser extremadamente honesta, pero en cierto modo es liberador no tener que fingir que eres perfecta. ¿No es irónico?".

Su lenguaje de hoy es el paradigma de lo políticamente correcto y la autoayuda: "Amo estar con mis hijas, soñar y crear nuevos proyectos. Cada día me levanto con ese espíritu y creo que por eso he logrado sobrevivir. Soy lo que soy gracias a la gente que amo y me ama y no me canso de dar las gracias". Se siente triunfante y, sin duda, lo es, pero en otras respuestas se atisba también que esa lucha ha sido extremadamente difícil y extenuante.

"¿Cree que es posible ser un zombi y a la vez una persona normal?", le pregunto, refiriéndome a su personaje en Santa Clarita Diet. "Sí, porque creo que la normalidad es algo que está muy dentro de cada uno, independientemente de cómo sea tu vida exterior. Yo soy un ejemplo. Hasta los seis años, mi vida fue más o menos normal, pero después cambió radicalmente. Hoy sé que soy capaz de sentirme arraigada por dentro, aunque lo de fuera sea un absoluto o maravilloso caos. ¿Qué es lo normal? No tengo ni idea". Y aun con la duda, Barrymore lo persigue intensamente.

Hasta los 30 fui una yonqui del amor y del trabajo, ahora mi prioridad son mis hijas"

Drew Barrymore - Actriz

¿Cuáles son las cosas normales que quisiera darle a sus hijas? "Ir a Disney-world, jugar, disfrazarnos... Quiero que acaben la escuela (no como yo, que la dejé) y que entiendan lo importante que es para ellas; quiero que vayan a la universidad y no me gustaría que fueran actrices, al menos hasta que no tuvieran edad para entender lo que implica. En ese caso las apoyaría, claro. Quiero, sobre todo, que sean felices y se sientan amadas".

En otras palabras, quiere ser para ellas el reverso luminoso de sus padres ausentes. Tal vez por eso, cuando en abril de 2016 anunció su divorcio del consultor de arte Will Kopelman, el padre de sus hijas, escribió en el comunicado que se sentía "fracasada". Tras dos matrimonios en su primera juventud tortuosos y efímeros (de menos de un año), estaba convencida de que por fin había encontrado el pack completo de la familia tradicional, las perdices y el final feliz. Pero no pudo ser.

Por eso Barrymore dice que, tras "la pesadilla" de su divorcio, ha sido balsámico interpretar a una pareja tan cómplice como la de Santa Clarita Diet. "En este momento, no soporto ver a gente discutir, ni en pantalla ni en la vida real, y no habría podido interpretar a una familia que se derrumba. Esta pareja se quiere, tiene que matar a gente para seguir adelante, pero encuentran su fórmula: solo degüellan a los malos. Y ya sabes, las parejas hoy en día tienen que pasar por altos y bajos y van manejándolo como pueden [Risas]. En realidad, no es para tanto".

Despidiéndose de E.T. / Getty Images / Cordon Press

Gore vital

Con un tono inocente, que no evita lo gore ni subraya lo absurdo, esta comedia negra creada por Victor Fresco es un ejemplo de lo lejos que ha llegado el género zombi. Las imágenes de Barrymore saltando al cuello de una víctima como un puma o tomándose un "licuado proteico" de sangre y vísceras mientras hace footing con las vecinas son tan divertidas como desconcertantes. ¿No le daba miedo aceptar un personaje tan poco convencional? "No, lo que me asustaba era no encontrar trabajo. [Risas] Estuve cuatro años fuera del mercado porque quería tomarme un tiempo para criar a mis niñas y, aunque al principio te sientes liberada, poco a poco te va surgiendo la inquietud de si te van a olvidar".

Sin embargo, en más de una ocasión ha dicho que el cine ya no es tan importante en su vida como antes. "Y es verdad. Antes creía que el trabajo lo era todo. Quería ser productora y hacer películas en las que creyera, como Donnie Darko o Los ángeles de Charlie. Hasta los 30 fui una yonqui del amor y del trabajo, pero ahora lo primero en mi vida son las niñas".

Aun así, el trabajo sigue siendo el eje de su día a día. "Sí, porque soy una persona que siempre ha estructurado su personalidad en torno al trabajo. Empecé a hacer anuncios con meses. Soy una profesional casi desde que nací y siempre he tenido una profunda ética del trabajo". ¿Y de dónde cree que le viene ese espíritu tan calvinista? "Desde luego, de mis padres, no [Risas]. Ninguno ha trabajado duro, así que tal vez yo lo haya tenido que hacer para contrarrestar".

Reconciliación en el adiós

John Barrymore, su padre, abandonó a su madre cuando estaba embarazada. A partir de entonces solo apareció en su vida ocasionalmente, y casi siempre borracho. Pero sus dos últimos años, cuando estaba enfermo de cáncer, Drew se ocupó de él y, junto a sus medio hermanos, esparció sus cenizas en Joshua Tree.

Por algún motivo (o porque es más fácil perdonar al ausente), siempre ha sido más indulgente con él que con su madre. Con ella, me dice, "nunca he tenido una auténtica dinámica madre-hija". De mutuo acuerdo, decidieron que no iría a su boda. A la que invitó "a toda la gente importante de su vida". Pero, ¿algo bueno le habrá legado?, le digo. Y rescata su pasión por los libros.

"Cuando era pequeña, solía leerme a Dostoievsky. Vivíamos en pequeños apartamentos caóticos, pero siempre había torres de libros por todas partes. Es verdad que he hecho muchas cosas muy diferentes a ellos; pero adoro los libros gracias a mi madre, así que se los leo a mis hijas; y también adoro las viejas películas, así que se las pongo". ¿Ha visto ya E.T. con ellas? "Todavía no: me da miedo que pueda herirlas. Pero supongo que ya falta menos".