El primer combate real

Susanna Tamaró nos cuenta su experiencia cuando la operaron de un pie.

Susanna Tamaró Madrid

Poco antes de cumplir los 30 años, me tuvieron que operar de un pie. La cosa se alargó y durante varios meses me vi obligada a andar con muletas. ¡Qué nervios! ¡Y qué agotamiento levantarme cada mañana incorporándoles unos palos a mis piernas! Como mis pasos no me conducían adonde yo quería, me veía forzada a detenerme. Una infección llevaba a otra, y la consecuencia era una notable debilidad. Mi cuerpo me gritaba que lo estaba llevando al límite.

Cuando al fin volví a caminar, tuve que reconocer la fragilidad de mis pasos. ¿Y qué es el cuerpo sino el espejo a través del cual nos habla el alma, indisolublemente ligada a él? No regresaba nada de lo que yo había sido. La desesperación no podía hallar mejor manera de expresarse.

"Para volver a andar bien deberías practicar artes marciales"

"Para volver a andar bien deberías practicar artes marciales", me sugirió una tarde un médico en casa de unos amigos. Nada me parecía más ajeno a mi sensibilidad, pero cuando una está desesperada acepta cualquier consejo. Así pues, una mañana salí de casa y me matriculé en el primer gimnasio que encontré. No sabía distinguir un arte marcial de otra; en la puerta figuraba "kárate" y eso me bastó. Al entregar el formulario de inscripción, una frase llegó a mis oídos con intención de desanimarme: "Ninguna mujer ha aguantado aquí más de dos mesesv.

Me compré el kimono de rigor y al día siguiente estaba ya allí, delante de un espejo gigante. En el reflejo, veía mi cuerpo, tan esquelético, y aquella indumentaria blanca no hacía más que acentuar mi pinta de paciente de un hospital psiquiátrico. Unas pocas lecciones me bastaron para darme cuenta de que no era capaz de distinguir entre arriba y abajo, delante y atrás, izquierda y derecha. Durante casi 30 años, había vivido teniendo una noción puramente instrumental del cuerpo, como si este no fuera más que un soporte.

Me miré y caí en la cuenta de que el primer enemigo, el mayor y más temible al que debía hacer frente en combate, era el que estaba ahí, en aquel espejo. 

20 de enero-18 de febrero

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