Muchas no están demasiado lejos de esa imagen romántica de la intelectual que se pasa los días leyendo manuscritos, negociando con los autores, seleccionando imágenes de portada y confiando a la imprenta un trabajo de meses. Pero las editoras de hoy tienen también, irremediablemente, el perfil de una gestora empresarial que hace números y coordina equipos.
Herederas de una tradición que cuenta con grandes nombres, están en un oficio en el que la mujer sí ha logrado romper techos de cristal. "Mucho antes que otras profesiones, esta se consideraba adecuada para la mujer y eso es tiempo ganado", reconoce Sigrid Kraus, fundadora y directora de Salamandra, la primera de las editoriales independientes que, a principios del siglo XXI, revolucionaron el panorama español atreviéndose a conseguir lo que antes solo tenían las grandes: autores de prestigio (Jonathan Franzen) y éxitos masivos de ventas (en su caso, Harry Potter). A esa actitud desafiante de las pequeñas se suma otro factor: la concentración de los sellos bajo el paraguas de grandes grupos editoriales. Ejemplos paradigmáticos son Planeta y Penguin Random House, que aglutinan entre ambos 60 sellos distintos.
Al frente de Planeta, la marca más reconocible del mundo editorial español, está Belen López Celada. Para ella, los cambios de su profesión, tienen que ver, sobre todo, con la globalización del mercado. "Ahora pesan más las recomendaciones on line, que las personales", dice.
Pilar Reyes - Editora
¿Cuáles son las virtudes de una buena editora? "Tiene algo de madre, de figura de autoridad, de amante, de confesora... -dice Pilar Reyes, de Penguin Random House-. Pero la mayor virtud es darte cuenta que no debes tener prejuicios. Se necesita un gran criterio, pero algo formidable puede llegar del lugar más insospechado".
Para Belen López Celada, el editor debe ser una persona consciente de las necesidades del autor. "Escribir genera mucha inseguridad. El editor tiene que valorar qué grado de apoyo necesita cada autor. Los hay que batallan solos y otros te piden estar más presente. Y a todos hay que reconocerles el esfuerzo, porque existe".
En los últimos años, sobre todo por la revolución tecnológica y las nuevas formas de consumir cultura, las reglas de juego han cambiado. "El mercado es ahora más homogéneo: libros de calidades similares, con una oferta similar y campañas de marketing parecidas. Al final, todos estamos en lo mismo; si un género se pone de moda, todos queremos publicarlo", reflexiona Nuria Tey, a cargo de seis sellos distintos en Penguin Random House, y que en 1994 revolucionó el mercado editorial al implantar el libro de bolsillo en mesas visibles de las librerías: algo común en otros países que multiplicó las ventas de catálogo y revalorizó los fondos.
La competencia existe y, según los datos, debería ser despiadada, ya que en España el índice de lectura es de los más bajos de Europa: el 35% de los españoles confiesa no leer nunca o casi nunca. En nuestro país, el promedio es de casi nueve libros al año por lector. En Finlandia, en lo alto de la lista, es de 47. "Aquí, hace medio siglo la proporción de analfabetismo era enorme. Esto no se cambia en unas décadas. Pero cada día se lee más y se seguirá leyendo, soy muy optimista" apunta Ana Rosa Semprún, directora de Temas de Hoy y otros cuatro sellos de Planeta.
"Es un sector potente, pero pequeño. Nos conocemos todos y en más de una ocasión hemos trabajado unos con otros. La competencia existe, pero es de guante blanco", razona Silvia Sesé, que desde principios de año dirige Anagrama en sustitución del mítico Jorge Herralde. Las cifras, sin duda, son optimistas: cada año se publican más títulos y las ventas son estables en un negocio que sobrepasa los 2.000 millones de euros anuales en mercado interior. Para que nos hagamos una idea del contexto, en Alemania, ronda los 10.000 millones. Tenemos una gran virtud, eso sí: todos los grandes sellos españoles cuentan con sedes en países de Latinoamérica. El volumen de negocio exterior es lo que nos convierte en una potencia editorial mundial. "La clave del éxito del un editor es la velocidad -señala Núria Tey-. Ser muy rápida te permite poner el pie sobre un libro, cerrarlo para ti y ver cómo se va haciendo grande por el mundo, lo que lo encarece finalmente. Es importante llegar a las ferias con todo negociado".
Si hay algo en que coinciden todas las entrevistadas es en que esta es una profesión vocacional. No hay horarios y no puedes dar portazo al trabajo: te lo llevas a casa y piensas en él las 24 horas. Esto lo saben más que nadie las editoras independientes, que forman parte de un pequeño boom dentro del sector. Irene Antón, cofundadora de Errata Naturae en 2007, apunta a una cuestión generacional: "Hemos coincidido en el tiempo una generación similar en gustos e inquietudes, lectores entre 25 y 45 años que buscan textos más allá de lo comercial, con poso intelectual y vínculos con otras formas de vivir".
Pero es consciente de las limitaciones de las pequeñas en el mercado: "El mundo de la gestión de derechos es un un juego de tronos [Risas]. Nosotros vamos descubriendo cosas y a algunas podemos tener acceso y a otras no. Tu poder es más limitado que un gran grupo, esto es así".
Irene Antón - Editora
Estas palabras también las suscribe Donatella Iannuzzi, italiana afincada en España y fundadora y directora de Gallo Nero, que añade un hecho vital: "Sin las redes sociales, mi editorial habría tardado el doble en llegar donde está". Algo que, incluso para los grandes grupos, ha supuesto una revolución.
Valeria Bergalli, italoargentina y fundadora de Editorial Minúscula, explica también otro fenónemo, el aumento de la literatura escrita por mujeres: "Probablemente tenga que ver con que hay cada vez más editoras [en su catálogo está el long seller de Marisa Madieri Verde agua, entre muchos otros]. Publicarlos es una consecuencia de mi propia biografía como lectora".
En este boom de editoriales independientes existen hasta los fenómenos inauditos. Es el caso de Iolanda Batallé: tras casi 15 años dedicada a la edición en el Grupo Enciclopèdia Catalana y a la cabeza de La Galera, de literatura infantil, la empresa ha terminado por amparar su proyecto más personal: :Rata_. "Me han dado libertad absoluta".
Frente a los 220 títulos anuales que maneja, por ejemplo, Núria Tey, las pequeñas se mantienen publicando en un arco que va de los nueve a los 15 volúmenes.
Y sobreviven, además, creciendo todos los años. Un síntoma más de que el mercado editorial en España saca músculo, pese a todo. Y, en gran parte, es gracias a ellas.
20 de enero-18 de febrero
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