El futbolista junto a sus hijos el día de su retirada / gtres

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Por qué echaremos de menos a Xabi Alonso

Su elegancia y saber estar, entre los motivos que no son puramente deportivos

Xabi Alonso acaba de jugar en Munich el último partido como profesional de su vida. Perteneciente a una especie de deportistas en peligro de extinción, la de los elegantes, deja un vacío irreparable en su gremio. Se va con todo hecho, un carrera de museo desarrollada en 3 de los mejores equipos de la historia y en la selección española campeona de Europa y del mundo. Mientras esperamos una nueva foto en su Twitter, tan escasas como exquisitas, solo podemos recordar las 5 razones por las que le echaremos tanto de menos:

Su valor como deportista. Profesional hasta la médula. Cuando se marcha un futbolista al que todos los compañeros, crítica y afición aplauden sin dudar, es que estamos ante uno de los más grandes. Xabi es probablemente uno de los 5 mejores centrocampistas de la historia del fútbol español. En el fútbol, cuyo clima es de permanente crispación, se dan muy pocos casos en los que alguien se marcha por la puerta grande como él.

Su clase. Salvo que el vasco decida seguir ligado a la vida pública a través de su deporte o de los medios de comunicación, su perfil poco mediático nos impedirá disfrutar de esas apariciones en trajes que le sientan como anillo al dedo. Es guapo y tiene una percha de la que pocos pueden presumir.

Su saber estar. Ni una mala palabra, ni una sola polémica. Ha dedicado su carrera a enriquecer el fútbol. Ídolo en Liverpool, Madrid y Munich y sin embargo respetado por todas las hichadas enemigas. Nunca ha tenido una salida de tono en sus apariciones públicas. Un ejemplo para el resto de su profesión porque además siempre ha aceptado el papel de la prensa con gran respeto.

Su cultura. Un futbolista que valora y consume cultura es un rara avis. Y Xabi lo hace. Abre la boca y su atractivo se dispara por las nubes. Y no habla solo de fútbol. Es un gran aficionado a la música por ejemplo. Cuando le veías o escuchabas en una entrevista pausada olvidabas a lo que se dedicaba.

Se nos va un icono de elegancia y en el deporte no quedan muchos como él. Tendremos que rezar para que Federer aguante unos años más porque una vez se marche el tenista suizo el club al que pertenecen, lleno hasta la bandera en tiempos lejanos, cerrará sus puertas y probablemente no volverá a abrirlas por falta de socios.

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