actualidad
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La imagen que está dando la vuelta al mundo ha sucedido justo después de que la Primera Familia de los Estados Unidos aterrizara en el aeropuerto Ben Gurion, cerca de Tel Aviv (Israel). La pareja discurría sobre la alfombra roja en en su formación habitual: Donald Trump dos pasos por delante de su esposa. En un momento determinado, Trump mira a su izquierda y contempla la perfecta alineación del matrimonio Netanyahu, que caminan el uno junto al otro de la mano. De repente, se da cuenta de que él también tiene una esposa y echa la vista hacia atrás, hacia Melania.
Justo dos pasitos detrás del Presidente, en la posición típica de una geisha, secretaria o guardaespaldas, Melania caminaba con un límpido traje de chaqueta blanco nuclear y negrísimas gafas de sol. La Primera Dama advierte que el Presidente la mira y observa que le tiende la mano para que pueda enlazarse con la suya y acompasarse. Sorprendentemente, la mira y le da un manotazo disimuladamente. Portazo presidencial en toda regla. ¿Será este el primer indicio de una Melania Trump francamente cabreada? ¿Incluso empoderada?
La viralidad de este momento revelador viene a demostrar dos cosas: es realmente difícil fingir lo imposible bajo el escrutinio constante de los medios de comunicación globales; y el sentido de Estado de los Trump no da como para colocar los intereses de su país por delante de sus problemas matrimoniales. Nuestro corazón está dividido: por una parte, salta de alegría al ver que una mujer, aunque sea la suya propia, rehusa plegarse a los deseos del machista Trump; por otra, alucina con la poca consideración hacia la institución por parte de la ex modelo. ¡Es la guerra!
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