actualidad
actualidad
Si existe una diva poliédrica, capaz de cantar mientras es porteada por seis bailarines y llamar a eso coreografía y de facturar el 'reality show' con menos 'reality' de la historia (bueno, junto al de Kylie Jenner), esa es Mariah Carey. Hay que quererla por su voz pero, sobre todo, hay que quererla por ser así, tan delirante, tan antinatural, tan ella.
Solo una 'celebrity' absolutamente maravillosa puede reclamar el uso extremo del Photoshop y, a la vez, continuar con su vida normal como si tal cosa. En vez de tratar de perseguir el retoque digital por la vía del sacrificio y el cirujano, caso de Cher, Mariah ha decidido afrontar la existencia múltiple de su ser y llevar su presencia fotográfica por un lado y su materialidad, por otro. De ahí que la Mariah que aparece en topless en la portada de 'Paper' no se parezca nada a la que va a jugar a los bolos, una noche cualquiera.
El pivonazo de 47 años en medias de rejilla que, en la última portada de la revista 'Paper', cubre el pecho con una melena à la Boticelli es, sin duda, Mariah Carey. La señora que se presenta con su novio y sus gemelos en la bolera y que, una vez allí, se atiza un vodka con soda y una hamburguesa con queso, también es Mariah Carey, aunque no se parezca nada a la anterior. Dicen que estuvo jugando toda la noche sin bajarse de los taconazos. Que diva y qué divina Mariah.
El vestido de Mariah Carey ya es el peor look del año
Mariah Carey rompe con Bryan Tanaka