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Melania Trump no termina de encontrarle el truco a las Navidades. Después de presentar al mundo su decoración navideña de la Casa Blanca y terminar ridiculizada por decenas de 'memes', ahora resulta que la Primera Dama no parece tener muchas ganas de quedarse en su lujosa mansión. ¿será que, en realidad, a ella le gusta tan poco su decoración como al resto del mundo?
La semana pasada, Melania Trump visitó el hospital infantil Children's National en Washington, y allí fue donde tuvo que contestar a la fatídica pregunta: ¿Dónde le gustaría pasar la Navidad? 'Me iría a una isla desierta, a una isla tropical', contestó rápidamente. Y, tras unos segundos de pausa, se apresuró a añadir: 'Con mi familia'.
Twitter advirtió rápidamente esos segundos de pausa antes de acordarse de su esposo, el Presidente y su hijo, Barron, y encontró una nueva oportunidad para resucitar una de las teorías más repetidas en 2017 al respecto de Melania Trump: que, en realidad, no termina de hacerse con su papel de Primera Dama y que, por consiguiente, la Casa Blanca no es un palacio para ella, sino una cárcel.
En la misma entrevista, los tuiteros encontraron otro motivo de desencuentro entre la Primera Dama y el Presidente. A la pregunta, ¿qué le gustaría cenar en Navidad?, Melania respondió: 'Comida sana. Te hace sentir muy bien'. Sin embargo, justamente la semana pasada supimos que Donald Trump se bebe doce refrescos de cola diariamente y que es un habitual de la comida chatarra. No es que los Trump no tengan sintonía: es que están en las antípodas.