Mujer profesora en una pizarra /
'No veo por qué tengo que actuar como un hombre, no lo soy'. Esta frase corresponde a una entrevista con Marta Garaulet (doctora en Farmacia, catedrática de Fisiología, investigadora de Harvard y experta en Cronobiología, una de nuestras científicas mas destacadas), publicada precisamente en Mujerhoy. Y es una frase que hago mía, que yo misma, con palabras parecidas, he repetido en algunas ocasiones.
Verán, una de las cosas que más me sorprenden, y de paso también me irritan, es que con más o menos sutileza se exija a las mujeres que tengamos comportamientos masculinos a la hora de trabajar. Incluso, que ajustemos nuestro atuendo al de los hombres.
De hecho, en las últimas décadas, las mujeres hemos incorporado a nuestro armario los trajes sastre, algunos tan anodinos como los que llevan los hombres. Nos ha dado miedo que alguien pudiera criticar nuestro aspecto, que lo consideraran 'poco serio'. Menos mal que ya hace unos años que las más jóvenes de entre nosotras han decidido que la igualdad no pasa por tener que renunciar a ponerse tacones o vestirse con lo que mejor les sienta.
Contaba Marta Garaulet en esa misma entrevista que, en una ocasión, acudió a una reunión con un collar un tanto vistoso y que la miraron 'raro'. Sus palabras me sirven para reflexionar sobre la igualdad. Porque defender la igualdad entre hombres y mujeres pasa por reconocer que somos diferentes. Sí, diferentes. Pero ser diferentes jamás puede implicar que ellos tengan más derechos que nosotras.
Y me preocupa especialmente que haya mujeres que teman que no las tomen en serio si se atreven a llevar ropa que no se ajuste a determinados cánones masculinos. No han sido pocas las ocasiones en que machistas recalcitrantes intentan justificar que determinadas vestimentas femeninas son una provocación y que por eso hay hombres que se sobrepasan.
Por eso me parece que se equivocan de estrategia algunas actrices de Hollywood que, al parecer, han decidido no 'pisar' la alfombra roja con vestidos que dejen al descubierto lo que son: mujeres. Es tanto como reconocer que, efectivamente, el cuerpo femenino provoca y que lo mejor es ocultarlo. Si vamos por ese camino, terminaremos justificando el burka o pareciendo seres asexuados.
Pues no. Rotundamente no. Son algunos hombres los que tienen que cambiar la mirada. Y también algunas mujeres las que tienen las que cambiar el chip. Luchar por la igualdad pasa por luchar por la diferencia. Somos iguales, pero somos diferentes. O, mejor dicho, debemos de ser iguales en derechos, pero desde nuestras diferencias. Esa es la batalla, no la de renunciar a ser como somos para que nos tomen en serio o para que evitar que algún desalmado nos ataque.
20 de enero-18 de febrero
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