Intelectual, extremadamente sofisticada y algo seria. Es la primera y precipitada impresión que produce saludar a Kristin Scott Thomas. Lleva gafas de pasta y luce una estilizada figura acentuada por un pantalón oscuro, suéter verde, taconazos amarillos y corte de pelo a lo garçon. No todo el mundo podría hacer funcionar un look como ese, pero ella lo consigue sin ningún esfuerzo y exhibiendo una aplastante confianza en sí misma. A sus 57 años, sigue siendo dueña de una belleza abrumadora, algo melancólica y muy british, y una elegancia innata producto de haber vivido en París desde los 19 años. 'Vivo con un pie aquí y otro allí', dice denotando, con el tono y los gestos, cierta exasperación consigo misma por no haber decidido aún dónde asentarse definitivamente.
Hoy la actriz nos recibe en Londres. Está promocionando su última película, El instante más oscuro, un drama político dirigido por Joe Wright sobre los primeros coletazos de la Segunda Guerra Mundial y la ascensión al poder de Winston Churchill. Mientras Gary Oldman se pone en la piel del primer ministro (y tiene todas las papeletas para llevarse su primer Oscar), la actriz da vida a Clementine, la fascinante mujer del mandatario.
Verla de nuevo en la gran pantalla es una agradable sorpresa. Más que nada porque, hace tres años, le confesó al periódico británico 'The Guardian' que estaba harta del negocio del cine. Que no encontraba motivación en los rodajes, que no soportaba las largas esperas en las caravanas de lujo, que la profesión le aburría 'hasta la muerte' y que prefería hacer teatro o dedicarse, simplemente, a la vida contemplativa. Había perdido la ilusión y se había prometido a sí misma que solo trabajaría por placer y por vocación.
Le recuerdo sus palabras, pero hace como si nunca hubieran salido de su boca. 'Antes de esta película, rodé ' The party' y me encantó. Cuando haces una película inteligente, que encima es un éxito, es una experiencia maravillosa. Y lo mismo me está pasando con esta: un guión magnífico, un director estupendo, una interpretación extraordinaria de Gary Oldman... Estas son el tipo de cintas que quiero hacer'. Sin embargo, se ha quejado amargamente de la falta de papeles para actrices de su edad y de que Meryl Streep termine acaparando todos los personajes realmente suculentos. Le sugiero que quizá las cosas estén cambiando poco a poco. 'Si tú lo dices... Puede que se estén haciendo más películas con mujeres maduras. Quizá...', dice. No parece estar muy de acuerdo.
Kristin scott thomas
Aunque es amable y cordial, la actriz tiene fama de ser algo distante y de tener bastante mal genio. De hecho, ella misma ha admitido esa reputación y ha confesado que puede ser difícil en los rodajes. Pruebo otro ángulo, a ver si hay más suerte. ¿ Qué ha aprendido del negocio del cine que le hubiera gustado saber cuando empezó? 'He aprendido a no esperar nada. Nunca sabes si una película será un éxito. Por eso, si no crees que vas a disfrutar con el proceso, es mejor que no la hagas. Otra cosa importante es recordar que tú solo le proporcionas el material bruto al director para que él haga su película. Para cuando llegue a la pantalla será algo completamente diferente'. Esta reflexión sí casa más con la decepción y hasta el hastío que destilaba de aquella entrevista realizada en 2014. También con su propio personaje.
Kristin Scott Thomas tuvo una infancia triste, marcada por las tragedias familiares. Es la mayor de cinco hermanos, nació en el seno de una familia británica acomodada y estudió en el pertinente colegio inglés para señoritas. Su madre, que había crecido entre Hong Kong y África, estudió interpretación hasta que conoció a su padre, un teniente comandante de la fuerza aérea británica que murió en un accidente aéreo cuando la actriz tenía cinco años. Unos años después, su madre volvió a casarse. De nuevo con un piloto para, de nuevo, quedarse viuda en un siniestro aéreo prácticamente idéntico.
La actriz ha confesado que tuvo que recurrir a terapia para digerir aquellas pérdidas. Su adolescencia tampoco fue un camino de rosas. Era una mala estudiante y decidió dejar el colegio para estudiar interpretación en Londres, mientras trabajaba como dependienta.
Uno de sus profesores le advirtió que nunca se ganaría la vida como actriz y, desanimada por el mal presagio, hizo las maletas y se plantó en París. Tenía 19 años y empezó a trabajar como au pair. Mientras sobrevivía y aprendía francés, retomó los estudios de interpretación y, unos años más tarde, llegó su oportunidad. Prince, al que ella idolatraba como cualquier otra veinteañera, la escogió para protagonizar junto a él ' Under the cherry moon'.
La cinta fue un rotundo fracaso comercial y la crítica vapuleó al cantante, pero aquel escaparate le sirvió para empezar a encadenar una película con otra: 'Un verano inolvidable', 'Lunas de hiel', 'Cuatro bodas y un funeral'... Y en 1996, el papel de enfermera adúltera en ' El paciente inglés' le valió una nominación al Oscar y le puso por fin en el mapa de Hollywood.
Pero la oportunidad llegó demasiado tarde. Se había casado con François Oliveness, un prestigioso ginecólogo francés especialista en fertilidad, y había tenido a dos de sus tres hijos. Vivir con un pie en Los Ángeles y otro en París no era una opción viable. Además, sus experiencias en Hollywood no fueron satisfactorias. Ha contado que rodar 'El hombre que susurraba a los caballos' con Robert Redford fue una gran decepción para ella. Por eso, decidió concentrarse en el cine francés ('Hace mucho que te quiero') y británico ('Gosford Park') y descubrió su pasión por el teatro en el 'West End londinense'.
Aunque se divorció en 2006 y dejó París para trasladarse a Londres, le pregunto si la normalidad de una vida familiar y relativamente anónima en la capital francesa le ha ayudado a interpretar todo tipo de personajes. ' La normalidad es un concepto muy relativo. Lo que para uno es normal para otro es vivir en una burbuja. Yo tengo una vida muy mundana y bastante aburrida. No es nada emocionante. Lo que sí me ha ayudado es moverme en mundos distintos, no solo en el negocio del cine. Aunque muchos de mis amigos pertenecen al mundo del arte, es importante tener un pie puesto en otros universos, te da perspectiva'.
Esta vez, se trataba de acercase a las altas esferas del poder político, de dar vida a la apasionante y enigmática Clementine Churchill, a la mujer sin la que el mandatario nunca hubiera llegado a ser quien fue. ' Me intimidaba mucho este papel. De hecho, conocí a sus nietos y les pedí disculpas de antemano por si no era capaz de captar su auténtica esencia. Interpretar a una persona real es una responsabilidad, pero tenía que sobreponerme a ese miedo escénico', explica.
Kristin scott thomas
Le pregunto qué piensa de esa frase, tan manida como machista, que implica que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. 'Me resulta degradante. Para empezar, ¿por qué detrás? Es una estupidez. Es muy anticuado. Ya no pensamos en una primera dama de esa manera. Además, Clementine era una mujer apasionante. Venía de una buena familia que lo perdió todo. Su madre les mantuvo a flote jugando en los casinos y su padre decidió sacarla de la escuela porque no pensaba que las chicas necesitaran recibir una educación. Conoció a Churchill, un hombre extraordinario, muy inteligente y culto, y sin apenas tener una educación formal se las apañó para estar siempre a la altura en las conversaciones entre hombres de la élite, educados en Oxford y Eton'. Le pregunto si le interesa la política y qué es lo que más le enfada cuando lee los periódicos o ve los informativos. 'No creo que tengamos tiempo para contarte todo lo que me enfurece -dice riéndose-. Me he convertido en una vieja cascarrabias. Esta mañana pensaba que el mundo se ha vuelto loco: lo que está pasando en Estados Unidos o aquí, en Inglaterra... Pero supongo que es algo generacional. Mis padres decían lo mismo cuando leían el periódico'.
En realidad, quería tirarle un poco de la lengua. Esperaba que mencionara el escándalo que desde hace meses sacude Hollywood y que empezó con las revelaciones sobre el acoso sexual en serie perpetrado por el productor más poderoso de la industria: Harvey Weinstein. Casualmente, Weinstein fue el productor de la película más importante de su carrera: 'El paciente inglés'. Pero cuando por fin tocamos el tema, ella hace un pequeño quiebro y ni si quiera menciona su nombre. 'Hay que dejar de pensar que es un problema que solo afecta a la industria del cine. Es sistémico, ocurre constantemente y en todas partes. Es una de esas cosas que las mujeres hemos sido educadas para esperar de los hombres. A veces, se nos entrena incluso para evitarlo. Es horrible, horrible... Pero me gustaría dejar de hablar de Hollywood, porque eso solo está haciendo que mucha gente se enriquezca vendiendo periódicos. Es un problema de más envergadura', dice tratando de dejar el tema. Era un debate necesario, ¿no cree? 'Creo que ahora que todo el mundo es consciente del problema, generará un cambio. Lo que no sé es cuánto durará. Tenemos que dejar de concentrarnos en las historias de terror y ensanchar el debate', zanja ahora definitivamente.
Se nota que el asunto le incomoda, así que cambiamos de tema y de tono. Pregunta liviana para terminar: ¿Qué hace para divertirse? 'Simplemente vivo la vida. No tengo un hobby. No hago parapente ni nada parecido. Me gusta salir y divertirme'. ¿Y qué le hace más feliz en este momento? ' Hay muchas cosas que me sacan de la cama por las mañanas: mi trabajo, mi familia... Me encanta darme una vuelta por Regent's Park cuando estoy en Londres o salir a primera hora de la mañana a pasear por París'. Antes de despedirse, me pregunta qué está pasando exactamente en Cataluña. Le digo que para eso tampoco tenemos tiempo suficiente...
Tiene doble nacionalidad francesa y británica.
En 2015, Isabel II la nombró dama del Imperio Británico.
Después de su divorcio del ginecólogo francés François Olivennes, salió durante una temporada con Tobias Menzies (el malo de Outlander).
En 2015, tuvo un breve affaire con el multimillonario francés Arpad Busson.
El diseñador de zapatos Christian Louboutin es uno de sus más íntimos amigos.
El año pasado su hija, Hannah, la hizo abuela por primera vez.
Ha confesado que ha batallado contra la depresión y la ansiedad en diferentes etapas de su vida.
20 de enero-18 de febrero
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