Medía 1,80 m, tenía unas piernas infinitas, unas facciones únicas y era negra. A finales de los 90, la modelo sudanesa Alek Wek revolucionó las pasarelas, desafió los estereotipos y redefinió los cánones de belleza. Desde de su casa en Nairobi, la historia de aquella refugiada política convertida en supermodelo conmovió a una adolescente insegura que jamás se había sentido guapa. Lupita N’yongo se pasó toda su adolescencia odiando su pelo y rogándole a su madre que costeara carísimos tratamientos para alisar su melena. Pero descubrir a Wek en las revistas fue como ver un reflejo de sí misma, con su mismo color y sus mismos orígenes africanos, reivindicando su belleza, su potencial y su autoestima. Cuando cumplió 18 años, Lupita decidió raparse el pelo. Fue una liberación y aquel día, de alguna manera, nació una estrella.

Ahora, convertida en icono de moda e imagen de Lancôme, y ya con un Oscar, la actriz keniata ha tomado el testigo de la top model Alek Wek y es el espejo en el que millones de niñas se miran a diario. “Soy la primera embajadora negra de la marca y eso es muy significativo. Muchas mujeres se acercan para decirme: “ No sabía que Lancôme tenía productos para mí hasta que tú te convertiste en su embajadora”. Y eso es algo de lo que estoy muy orgullosa”.

Le llamaron Lupita porque nació en Ciudad de México cuando la represión política en Kenia obligó a sus padres a emigrar. Uno de sus tíos había desaparecido y su padre temía correr la misma suerte. Cuando la actriz tenía un año, la familia regresó a su país, pero su padre, un profesor universitario políticamente comprometido, era encarcelado (y torturado) con regularidad. La familia tenía que cambiar constantemente de domicilio y, a veces, la actriz y sus hermanos no iban al colegio por temor a que les pasara algo. “Cuanto más supiéramos, más peligro corríamos”, ha contado de esa época en la que, pese a todo, disfrutó de una infancia relativamente feliz en Nairobi.

De ayudante a estrella

Cuando cumplió 16 años, pasó siete meses en México estudiando español, que habla con fluidez. “Siempre me he puesto mucha presión por saberlo todo. No me gusta parecer ignorante. Pero he aprendido a decir: “No lo sé”. Así también se aprende mucho”. Ya había hecho obras de teatro y fantaseaba con dedicarse al espectáculo. Así que decidió estudiar cine en una universidad americana y trabajó como asistente de producción en 'El jardinero fiel' o 'El buen hombre'. Pero tenía claro que no quería pasar sus días en una oficina.

Lupita Nyongó / Txema Yeste

Volvió a Kenia con 25 años y sintiéndose perdida. En realidad, sabía lo que quería, pero le daba miedo verbalizarlo. Por fin, confesó a su madre que soñaba con ser actriz. “Ya lo sé”, contestó ella. Era demasiado mayor, según los estándares de la industria, para empezar una carrera interpretativa desde cero. Pero Ralph Fiennes, protagonista de ' El jardinero fiel', le animó a intentarlo y Nyong’o se matriculó en un master de interpretación en la Universidad de Yale. Nada más terminar, consiguió su primer papel. Era una golosina, el tipo de personaje con el que todo actor sueña: interpretaría a la esclava de una plantación en ' 12 años de esclavitud' (2013), dirigida por Steve McQueen.

Pocas semanas después del estreno, era la gran atracción de las alfombras rojas. Sus estilismos, arriesgados, coloridos y efectistas, la convirtieron en un icono de moda en un tiempo récord. Y aquella temporada de premios culminó con un discurso, Oscar en mano. Pero un éxito tan precoz e incontestable (primer papel, primera estatuilla) vino con su dosis de inseguridad. “No tenía ningún otro proyecto a la vista ni sabía qué venía después”. Sintió vértigo y temió convertirse en la enésima víctima de la “ maldición de los Oscar”. “Lo más difícil fue aceptar la suerte que tuve de que '12 años de esclavitud' fuera mi primer papel y hacerle sitio a ese éxito. En la escuela de interpretación nos preparaban para el fracaso, no para el éxito. Y puede ser tan estresante o más. Ese momento de “¿Y ahora qué?” fue muy duro”.

Al principio las ofertas no llegaron. Y, paradójicamente, en sus dos primeros trabajos tras el Oscar no se asomó físicamente a la gran pantalla: en 'Star Wars' prestó su repertorio dramático a Maz Kanata, un personaje animado; y en 'El libro de la selva' puso voz a la loba Raksha. Su segundo papel en una película convencional llegó en 2016 con 'La reina Katwe', una cinta de Disney sobre una joven jugadora de ajedrez ugandesa. Daba la impresión de que Hollywood no sabía qué hacer con ella. Pero, poco a poco, la industria ha empezado a saldar sus cuentas. En febrero, estrenó 'Black Panther', la primera película de un superhéroe negro y una de las 10 más taquilleras de la historia.

Hollywood confidencial

Sin embargo, la actriz también ha conocido el lado oscuro y sórdido de la industria. En octubre, contó su historia de terror a manos de Harvey Weinstein en una carta a The New York Times. Explicó cómo el productor la llevó a su residencia con el pretexto de una reunión de trabajo para terminar bajándose los pantalones frente a ella mientras sus hijos jugaban en la habitación de al lado. Lo intentó de nuevo unos meses después en un restaurante, pero ella volvió a negarse. “Si hago lo que me dices, no podría dormir por las noches”, le dijo.

Lupita Nyong'o / txema yeste

En este tiempo, también ha tenido que aprender a digerir una fama que llegó sin avisar. Para gestionarla, ha desarrollado su método: “ No decidí ser famosa, sino actriz. Y me concentro en eso. Con cada proyecto nuevo me doy cuenta de que no sé lo que estoy haciendo. Y eso te mantiene con los pies en la tierra”.

Pese a todo, ha logrado preservar cierto halo de misterio. Probablemente, porque no habla jamás de su vida privada, por mucho que se especule sobre su relación con el actor Michael B. Jordan o con el periodista especializado en moda Mobolaji Dawodu. Aunque tiene un apartamento en Brooklyn, lleva una de esas existencias frenéticas de aviones, rodajes y hoteles. “Todavía trato de encontrar un equilibrio entre mi carrera y mi vida privada. Ser actriz y viajar por todo el mundo hace difícil conquistar cierto sentido de la normalidad. Siempre hay un proyecto nuevo, un destino nuevo…”, explica.

No hay más que echar un vistazo a su agenda: este año estrenará 'Little monsters', una comedia romántica con zombies. “Eso es lo que más me gusta de ser actriz. Crees que sabes lo que quieres y, de pronto, algo te sorprende. Quiero probar diferentes géneros, pero también quiero hacer dramas; siento que es lo mío”, explica. Oportunidades no le van a faltar: será la hija de Viola Davis en 'The Woman King' y protagonizará 'Born a crime', la adaptación de las memorias del presentador de televisión Trevor Noah. También se rumorea que podría ser una de las Ángeles de Charlie en el nuevo remake de la serie, y tiene un proyecto con Rihanna y la directora Ava Duvernay. Además, prepara su debut literario con un libro inspirado en su infancia y una serie basada en Americanah, la novela de Chimamanda Ngozi Adichie, de la que va a ser protagonista y productora.

Aunque le llueven los proyectos y es ambiciosa sin disculparse por ello, trata de no tomarse nada demasiado en serio, ni su profesión ni a sí misma. Y eso, en su gremio, es una rareza. “ Me pongo nerviosa cuando empiezo un proyecto. Y tengo que recordarme que no estoy curando el cáncer. Mi trabajo es un privilegio pero, en realidad, no es tan serio. Valoro a las personas de mi vida más que cualquier otra cosa”.

La humildad y el talento son casi un requisito en su familia. Su padre, Peter, fue ministro de Sanidad en Kenia y ahora es gobernador de la región de Kisumu. Su madre, Dorothy, dirige la Africa Cancer Foundation. Su hermano Omondo es un prestigioso oftalmólogo; Tavia es profesor en Yale; Kwame, uno de los mejores animadores de Kenia; y su hermana Isis está considerada una gurú tecnológica. La inteligencia vienen de serie en su apellido. Pero también los principios. “ Mis valores consisten en poner a mi familia y mis amigos siempre por delante, trabajar duro y disfrutar de lo que hago”. Y está funcionando.

Muy personal: Lupita Nyong'o

  • Le encanta la lectura y detesta correr porque creció en un país de maratonianos olímpicos y dice que ya corrió suficiente de niña.

  • Prefiere los pendientes a los collares, los pantalones de cintura alta y, entre un clutch y una mochila, lo tiene claro: “En la mochila caben muchas más cosas”.

  • Es más de mar que de montaña. Y, siendo africana, no le interesa ningún sitio con temperaturas inferiores a 15 grados.

  • Le gusta más el cine que las series, porque no quiere engancharse y dedicarles tanto tiempo. En los aviones ve comedias románticas, pero en cualquier otra situación, prefiere un buen drama.

La belleza, según Lupita

Cada tarde de domingo, su madre se sentaba a ver el programa Oprah Winfrey mientras se pintaba las uñas, que siempre llevaba impecables. En cuestión de belleza, la actriz lo aprendió todo de ella. “Me enseñó que la belleza tiene que ver con la auto-aceptación y el amor propio, pero también con cómo cuidas tu cuerpo: lo que comes, el ejercicio que haces, cómo te vistes para una ocasión…”. En su colegio de Nairobi, el maquillaje estaba terminantemente prohibido y, de hecho, Nyong’o inició una petición para suprimir esa norma aunque, en realidad, no se maquilló hasta los 18 años. Ahora, que es imagen de Lancôme, asegura que para ella “ la belleza exterior es el reflejo de algo más profundo y eso es algo que Lancôme respetó y apoyó desde el principio. Mi relación con el maquillaje ha evolucionado mucho. Ahora, tengo un vocabulario más refinado, entiendo los tonos, las sombras…”, explica.

Además de la crema diaria Énergie de Vie, la actriz utiliza el sérum antiedad Advanced Genifique. Su base preferida es la Teint Idole Ultra Wear, que usa tanto en su día a día como en los rodajes. Para los ojos, prefiere la sombra Kissed by Gold de Color Desing y está obsesionada con la máscara de pestañas Hypnôse. Eso sí, para ella la clave está en un buen pintalabios, como L´Absolu Rouge.

El serum Advanced Genifique de Lancôme / d.r.