actualidad
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No es la primera presidenta embarazada, también lo fue Benazir Bhutto, la mandataria de Pakistán asesinada en 2007, pero sí la que plantea por primera vez el debate sobre el permiso de maternidad. Es Jacinda Arden, la primera ministra de Nueva Zelanda, que va a ser madre el mes que viene y que se tomará un permiso de maternidad de seis semanas, mientras que su pareja, el presentador de televisión Clarke Gayford, asumirá el resto. Una situación inédita en la jefatura de un país, y una decisión atrevida y rompedora que, sin embargo, me produce sentimientos y reflexiones encontradas.
De un lado, las positivas que comienzan por la propia biografía y perfil de Jacinda Arden, un ejemplo de política para cualquier mujer, activista y comprometida desde muy joven, estudiante de Políticas y la más joven primera ministra mujer del mundo desde 2017. También creo, al igual que ella, que su decisión de tomar un permiso de maternidad y dejar el país en manos del viceprimer ministro Winston Peters durante seis semanas ayudará a fortalecer socialmente el apoyo a los permisos de maternidad en las empresas, a visualizar la compatibilidad entre la profesión de las mujeres y la maternidad.
A poner en primer plano la necesidad de que las empresas y las instituciones ayuden a las mujeres en la maternidad. Por el derecho de las propias mujeres a ser madres y a seguir trabajando fuera del hogar y por la urgencia de frenar la crisis demográfica en las sociedades más desarrolladas. Y también me parece positiva la decisión de compartir el permiso con su pareja, lo que contribuirá a expandir la normalidad de los permisos de paternidad entre los hombres, algo que aún les cuesta mucho, y que tampoco encuentra facilidades en las empresas.
Pero la decisión me plantea igualmente algunas dudas, quizá por mi deseo de cambios aún mayores y más atrevidos. ¿Y por qué no dejar todo el permiso de maternidad para él? ¿No es lo que han hecho todas las mujeres hasta ahora, asumirlo en exclusiva? Y es que Arden es la primera ministra de un país. Cierto que es un pequeño país, porque Nueva Zelanda tiene menos habitantes, cinco millones, que, por ejemplo, la Comunidad de Madrid, lo que facilita decisiones como la suya. Pero sus responsabilidades son inmensamente mayores que las de su pareja, presentador de un programa de pesca. Y nadie imagina la situación contraria, que un primer ministro de Nueva Zelanda compartiera el permiso de maternidad/paternidad con su pareja presentadora de televisión.
Hay responsabilidades que están por encima de nosotros, la Presidencia de un país lo está, y cuando por fin son asumidas por las mujeres, quizá la verdadera revolución esté en que sean los hombres quienes se ocupen en exclusiva del hogar y de la maternidad.
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