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Aunque parezca mentira, hubo un tiempo en el que las mujeres que iban en moto eran una minoría extravagante. Hoy es evidente que ellas giran el puño del acelerador con la misma pasión que ellos y, además, algunas triunfan en la competición, como Laia Sanz, pentacampeona de trial y participante en siete ediciones del Dakar; o Ana Carrasco, la primera mujer en la historia que lidera un mundial de la Federación Internacional de Motociclismo, en la categoría de Supersport 300 de las Superbike.
Pero dejando aparte los nombres propios, miles de españolas no conciben hoy su día a día sin este vehículo, como conductoras de scooters o de motos de gran cilindrada. En nuestro país, 1.644.000 mujeres tienen carnet de moto, mientras que son casi 11 millones las que tienen el carnet B1 para conducir coches, que permite también llevar scooters de hasta 125 cc, según los datos que maneja Woman on Wheels.
Este colectivo (womanonwheels.es) celebra hoy su primer encuentro en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Durante la jornada, abordarán los intereses de las mujeres que van en moto–desde cómo cuidar su piel hasta cómo vestirse para ir protegidas–, con la participación de importantes marcas del sector que han empezado a crear productos específicos para ellas: motos más bajas para llegar mejor al suelo, ropa que aúna estilo y ergonomía, o cascos que tienen muy en cuenta sus gustos.
Las cifras de mujeres que hoy se mueven sobre dos ruedas cuentan una historia muy diferente a la de hace décadas. Los tiempos han cambiado mucho desde que Sally Halterman consiguiera en 1937, en Washington, su carnet de moto a lomos de una Harley-Davidson. Sally lo había intentado casi una década antes, pero se lo negaron por ser demasiado joven. Años después, volvieron a negárselo, poniendo como excusa su metro y medio de estatura y sus 40 kilos de peso. La tercera vez se presentó con un abogado. Cuando el examinador dijo que se negaba a subirse a una moto conducida por una chica, el letrado le aconsejó que se limitara a observar. El pilotaje de Sally no solo fue perfecto, sino que pulverizó una vieja y absurda barrera.
En el cine tuvimos que esperar hasta 1953 para contemplar a una glamourosa Audrey Hepburn paseándose por Roma en una Vespa. Y 15 años más para ver La chica de la motocicleta, en la que Marianne Faithfull abandonaba a su marido para iniciar un viaje sobre dos ruedas en busca de su amante. La motera era entonces sinónimo de mujer liberada y revolucionaria. Eso sí, sin casco.
Aunque ahora le parece una locura, cuando Elena Calleja comenzó a montar en moto a escondidas, porque a sus padres les parecía muy peligroso, tampoco era obligatorio llevar protegida la cabeza. Hoy es una de las pocas pilotos probadoras que hay. Y en estos años ha sido testigo de la evolución del sector. 'Antes, por ejemplo, me tenía que poner ropa de hombre porque no había nada pensado para nosotros', afirma.
La diseñadora gráfica Sandra Ferrer está de acuerdo. 'El mundo de la moto puede darte una buena radiografía de gran parte de las mujeres de hoy: son independientes, con iniciativa, hacen lo que sienten, son prácticas... El rol de la mujer que tiene que ir de 'paquete' ha quedado muy lejos. La que va en moto tiene muy claro dónde va, lleva las riendas de su vida. El lema de Woman on Wheels, I ride my life [Piloto mi vida] no puede ser más acertado', dice.
Porque 'pilotar' significa mucho más para ellas que agarrar el manillar, también guiar su vida: el 75% de las mujeres que van en moto considera que su calidad de vida ha mejorado y el 37% de ellas asegura sentirse siempre feliz, según un estudio del Instituto de Opinión Kelton, para Harley-Davidson.
Marta Rodríguez es una de ellas. Llega después de hacer 1.200 kilómetros bajo la lluvia, porque tenía mono de motocicleta. La pasión le viene de familia: sus padres y su hermana también son moteros y acuden juntos a las concentraciones. Por eso, cuando se sacó el carnet ya se había comprado una Sporster 883, y desde entonces procura bajarse de ella lo menos posible, sobre todo si necesita despejarse: ' Cuando tengo un día malo, cojo mi moto y me voy. Liberas adrenalina y regresas nueva', asegura.
Sonia Abarca también cree que las dos ruedas pueden tener beneficios terapéuticos. Y contagia entusiasmo cuando habla de las sensaciones que disfruta sobre sus motos. 'Nos gustan las motos, pero también nos gusta seguir vistiendo y cuidándonos, no tienes que ir como Robocop o renunciar a tu estilo'. Ella va a trabajar en su scooter, vestida con su traje de chaqueta, impecable para asistir a cualquier reunión y 'con la ventaja de que siempre llegas a tiempo', asegura. Para ella y para el resto de nuestras protagonistas, la moto es la compañera perfecta en su día a día.
'Me atrae la sensación de libertad'
'Desde muy joven lo que más me atraía de ir en moto era la sensación de libertad, de independencia, de velocidad... Sentía felicidad por el simple hecho de conducir. Siempre fui fui una amante de las dos ruedas, sentía eso mismo aunque fuese a golpe de pedal. Creo que no ha pasado ni un solo día sin haber llevado una bici o una moto. Las primeras fueron una Vespino y una Mobylette. No me afecta que haga frío o llueva, me compensa con creces. Creo que la moto es un medio perfecto para aprovechar el tiempo. Es una gozada calcular lo que vas a tardar en llegar a un sitio, a pesar de los posibles atascos. Y luego no te tienes que preocupar por el aparcamiento o las posibles multas. La utilizo para todo: cuando quedo para tomar algo, para ir al trabajo o a la compra... Optimizar tu tiempo y aparcar en la puerta es, para mí, una de las grandes ventajas. Por eso quiero animar a todas esas mujeres que se lo estén pensando, independientemente de la edad, complexión o experiencia que tengan. Por el placer de conducir y por lo práctica que resulta. Lo que sí aconsejo es que, antes de dar el paso, elijan bien cuál es la que mejor se adapta a su altura y qué uso le van a dar, para sacarle el mayor rendimiento posible y el máximo disfrute. Yo acabo de estrenar una Triumph, después de ocho años llevando una moto de 125 cc, que me ha servido para hacerme con la conducción, sobre todo en ciudad. Es una moto que deseaba desde hace muchos años y solo puedo hablar maravillas de ella'.
'Llevaba a mi marido de paquete para que él apoyara los pies'
'La primera moto que tuve, cuando tenía 14 años, fue una Vespino, y desde entonces no he dejado de disfrutar de la sensación de libertad que da. En el campo tengo una Gas Gas, pero para la ciudad uso una scooter. Es muy práctica porque llegas a los sitios en muy poco tiempo, pero en mi caso lo que pesa más es el disfrute que me produce llevarla. Sentir el aire en la cara es una sensación de plenitud y felicidad total. Tengo tres hijos y dos de ellos también montan porque han crecido con unos apasionados de las motos como sus padres. Me encantan también los coches, pero la moto es distinta, aporta otras sensaciones. Por eso me saqué antes el carnet de moto A2 que el de coche. En aquella época sí chocaba un poco. Llevaba una BMW K75 y mi marido iba de paquete. Lo curioso es que sola no la solía llevar. porque no me llegaban bien los pies al suelo, así que era mi marido quien los apoyaba cuando parábamos, pero yo conducía. Entonces sí te miraban, llamaba la atención. Ahora cada vez menos. Si echas un vistazo, a las puertas de las oficinas verás una cantidad enorme de motos y muchas de ellas las conducen mujeres. Es alucinante cómo ha crecido el número de chicas que van en moto, y me parece genial. ¿Por qué esas sensaciones iban a estar reservadas solo para ellos, si nosotras somos igual de capaces? Si alguna mujer se lo está pensando, le diría que no se va a arrepentir”.
'No tenemos ninguna limitación para rodar en un circuito profesional'
'Recuerdo perfectamente la primera vez que me senté en una moto. Sentir el motor y sus vibraciones era para mí otro mundo. Lo sigue siendo, porque mi estado de ánimo varía en función del tiempo que le dedico: si monto mucho, estoy muy relajada; si no, estoy inquieta. La sensación de ir en la moto, el paisaje, el olor... no tiene nada que ver con la que disfrutas en un coche. Recuerdo que el primer mono de cuero que me compré no llevaba deslizaderas, que son las protecciones para las rodillas, porque era de mujer. En la tienda me sugerían que les pusiera un velcro y las pegara. Ahora suena surrealista, porque las cosas han cambiado muchísimo. No solo respecto a la equipación, sino también las propias marcas de motos, que nos tienen mucho más en cuenta. He probado algunas en las que no llegaba al suelo y, sin embargo, ahora BMW, Triumph, Suzuki o Kawasaki se preocupan mucho de la altura del asiento: de hecho, hay varias medidas y te puedes acoplar la moto a tu altura o pedir que venga más baja. Pero seguimos siendo muy pocas las que nos dedicamos profesionalmente a este mundo, entre otras cosas porque es complicado entrar. Muchos alumnos todavía se sorprenden al ver que su monitora es una chica, pero no existe ninguna limitación a la hora de rodar en un circuito de velocidad. Es cuestión de habilidad y de prepararse físicamente si vas a competir. Cuando pruebo una moto, eso es lo que intento mostrar a las chicas: que si yo puedo llevarla, ellas también'.
'Mi hermana y yo hemos crecido sobre una moto, yendo de ruta con mi padre'
'Desde que tengo uso de razón, he visto a mi padre sobre una moto. Mi afición viene de verle montar. Tanto mi hermana como yo hemos crecido sobre una de ellas, yendo con él de ruta. Cuando empecé a estudiar Periodismo, mi sueño era ser probadora de motos y escribir para una revista explicando cómo funciona cada una. Con unas compañeras de clase, creé como proyecto final de carrera un canal de motor femenino y nos dedicamos durante casi un año y medio a dar visibilidad a las mujeres que compiten. Creo que no hay ninguna diferencia entre chicos y chicas: si te caes y tienes que levantar la moto, con cuatro trucos lo haces igual que un chico. He escuchado muchas veces eso de: ' ¿Cómo vas a ser capaz tú de llevar esa moto?', así que creo que aún falta para que nos consideren iguales. Sobre la moto, me siento muy libre, como si fuera capaz de lograr todo lo que desee. Imagino que es por la adrenalina que descargas, pero el caso es que la sensación es indescriptible. Siempre con precaución, por supuesto. Dicen que hay dos clases de moteros: los que se caen y los que están por caerse. Yo, de momento, sigo dentro del segundo grupo, pero es importante ir bien equipada: hay que llevar cazadora, guantes y, por supuesto, casco, porque nunca sabes lo que puede pasar'.
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