actualidad
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A dos capítulos de terminar la segunda temporada de 'El cuento de la criada' que emite HBO, continúa la polémica acerca de la crueldad y la violencia que se despliega contra las mujeres. Muchas espectadoras no pueden soportar la visión de un régimen de sumisión total y sus consecuencias en forma de brutalidady se preguntan si es necesario ser tan explícito. Las televidentes que se estén introduciendo ahora en la vida de Offred (Elisabeth Moss), gracias a la emisión de la primera temporada en Antena 3, probablemente estén también en proceso de asimilar el shock que supone presenciar el sometimiento de las mujeres de Gilead. Es cierto que nos enfrentamos a una serie que busca el impacto. Pero, si nos hiere lo que se muestra en esta ficción, ¿qué podemos decir y pensar ante las torturas reales que sufren tantas y tantas mujeres en todo el mundo? Frente a ellas, las desventuras de las criadas y las marthas de Gilead palidecen.
El último informe de ONU señala este continente como el lugar donde más violencia se ejerce contra las mujeres, con una situación especialmente crítica en Centroamérica y México. Tienen las tasas más altas de violaciones y de asesinatos: dos de cada tres mujeres asesinadas mueren a causa de su género. Estas tasas de muerte califican como epidemia en Honduras, El Salvador, Guatemala y México.
El país lleva 21 años en guerra y las violaciones de mujeres y niñas incluso de dos años se han convertido en rutina. Los relatos de Médicos sin fronteras son espeluznantes: a veces el afán de demostrar superioridad hace que se utilicen machetes, cuchillos, bayonetas y otros objetos para perpetrar las violaciones. La violación dispara además un proceso de repudio familiar y social que las víctimas tratan de evitar ocultando sus daños.
La impunidad de la violencia contra las mujeres es total. En 2017 fueron asesinadas 227, un 183% más que en 2016, y 136 de ellos fueron 'crímenes de honor' en los que las víctimas murieron a manos de sus familiares. De los 4.340 casos de violencia registrados por las ONG, 4.118 o el 94 % fueron cometidos en el entorno familiar. Amnistía Internacional informa sobre miles de casos de ataques con ácido, palizas y lapidaciones en todo el país: desde 2014, la ley prohíbe a los familiares de un hombre testificar contra él, lo que impide la persecución de la violencia familiar.
Las mujeres de Arabia necesitan un tutor, un protector, un varón que se haga cargo de ellas y tome todas las decisiones en su nombre. Esta figura se denomina 'mahram' y suele ser el esposo, padre, hermano o incluso algún hijo. Las mujeres no pueden viajar, abrir una cuenta en el banco, tener trabajos remunerados, recibir educación superior ni casarse sin el permiso de un tutor varón. No pueden ni salir a la calle sin su guardaespaldas, con lo que deben ir acompañadas a comprar el pan, al médico o al centro comercial. En caso contrario, se exponen a ser atacadas, insultadas o violadas.
Una mujer muere asesinada cada 40 minutos. Sin embargo, el gobierno ha despenalizado la violencia de género, rebajándola a una mera sanción económica. Las estadísticas policiales indican que 36.000 mujeres son golpeadas cada día, y ONG locales como Anna Center sitúan en la escalofriante cifra de 14.000 los asesinatos anuales de mujeres a manos de hombres.
También Vietnam, Tailandia y Centroamérica: los paraísos de los pederastas y los turistas que recurren a la prostitución infantil. Unicef calcula que son 1,8 millones de niños y niñas quienes la sufren, aunque tanto esta organización como la principal red de lucha contra la lacra, Ecpat International, reconocen que trabajan en función a aproximaciones y extrapolaciones.
Tienen los porcentajes más altos de casos de mutilación genital, por encima del 92% de las niñas, pero se practica en casi 30 países africanos y en las comunidades migrantes desplazadas en el resto de continentes. La mutilación consiste en la extirpación total o parcial de los genitales femeninos y provoca lesiones físicas de por vida, como problemas durante la menstruación, dificultades en el parto, hemorragias o infecciones que en ocasiones provocan la muerte de la mujer y del bebé durante el parto. Se lleva a cabo habitualmente entre la infancia y los quince años, de forma que las niñas que no se someten a esta mutilación son consideradas promiscuas y sucias y no consiguen casarse. Cada año, tres millones de niñas y jóvenes son mutiladas en todo el mundo. Hay más de 200 millones de mujeres que han sufrido algún grado de mutilación y, si no se actúa con determinación, 30 millones de niñas corren el riesgo de ser víctimas de esta práctica en los próximos diez años.
Es el país que cuenta con el mayor número de esclavos del mundo: cuatro de cada diez esclavos del mundo están en esta país. En total, 18,3 millones de personas vinculadas al tráfico humano, que terminan en trabajos forzados, explotación sexual o matrimonio servil o forzado. Ademas, el 80% de matrimonios son acordados por los padres de los contrayentes, porque la mujer es percibida como un bien económico y queda sometida a las decisiones de sus padres. En el matrimonio, la esposa depende no solo del marido sino también de la suegra y el resto de la familia de su esposo. Será valorada y respetada mientras tenga marido: las viudas forman un grupo social marginado y pobre, excluido de manera física, emocional, cultural y religiosa.
Las niñas pueden casarse al cumplir los 10 años. En Tanzania o Angola, antes de los 15. Trece millones de menores casadas en el mundo viven en África y, si continúa la tendencia actual, esta cifra podría duplicarse para el año 2020. Aunque casi todos los Estados de Asia tienen leyes que prohíben el matrimonio de los menores, las tasas siguen siendo elevadas: el 46% por ciento de niños y niñas se casan antes de cumplir los 18 años. En América latina y el Caribe, el 29% de las niñas son víctimas del matrimonio infantil, mientras que en Asia oriental y el Pacífico el porcentaje ronda el 18%, ligeramente por encima de los países árabes (15%). En algunos de estos últimos, como Arabia Saudí, la edad mínima se sitúa en los 10 años, mientras que en Yemen no existe una edad mínima para contraer matrimonio. El matrimonio infantil suele dar lugar a embarazos precoces y al aislamiento social, interrumpe la escolarización, limita las oportunidades de las niñas y aumenta su riesgo de sufrir violencia doméstica.
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