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Vivian Gornick, autora de Apegos Feroces: "En el amor romántico siempre estás perdiendo"

De madres, amigos, amantes, vecinas, psicoanálisis y feminismo hablamos con la autora de Apegos feroces. Una mujer lúcida, sensible e incisiva, capaz de reírse, también, de su propia herida.

La escritora Vivian Gornick. / uxío davila

Isabel Navarro
Isabel Navarro

Vivian Gornick tiene 83 años y sigue siendo la hija de su madre. Probablemente, porque no hay amor más feroz que el de una madre y una hija. Una relación compleja, entre la caricia y el mordisco, que no se acaba nunca.

Cuando le digo que me encantan sus ojos vivísimos, azules e incisivos, subrayados por un lápiz (también azul), la escritora apenas puede escuchar el halago y me recuerda al fantasma que sigue diciendo en su cabeza: “Thanks God for her eyes!” [“¡Gracias a Dios por sus ojos!”], la frase implacable que repetía su madre cada vez que alguien se atrevía a elogiarlos. Me lo cuenta con una carcajada limpia y contagiosa. Vivian ríe a menudo. Su voz no tiene 80 años. Y su risa, tampoco. “¿Te lo puedes creer? Después de aquello nunca me me ha quedado un resquicio de vanidad”. Una explosión sonora con una confesión implícita: me sigue doliendo.

En 2017, la editorial Sexto Piso logró un inesperado éxito con Apegos feroces (Libro del Año para el Gremio de los Libreros), un texto escrito hace más de 30 años, donde madre e hija discuten y caminan por las calles de Nueva York. Crítica literaria, feminista radical de la segunda ola y columnista del Village Voice en los 70, Gornick lleva décadas construyendo una obra híbrida, entre el ensayo y la memoria personal. Ese género sin género, que ha dejado de ser una anomalía.

La escritora norteamericana pasó por Madrid para participar en el Festival Primera Persona en la Casa Encendida, donde habló también de su nueva obra, La mujer singular y la ciudad. Un libro menos feroz, donde Vivian Gornick transita calles y memoria, a través de fragmentos de vida que, aunque pertenezcan a otros, siempre nos hablan de su propia herida.

La mujer solitaria se cruza con extraños, anota voces, lee libros, lee personas y, una vez a la semana queda con su amigo Leonard, que es gay y también vive solo. A veces van un restaurante, a veces al teatro, o toman una última copa en casa del otro. Interpretan las decisiones ajenas con el prisma de la literatura: “ Edith Wharton pensaba que nadie podía tener libertad, mientras que Henry James sabía que nadie la deseaba”, dice en su libro. Están instalados en el ejercicio virtuoso del diálogo inteligente. Se dicen la verdad con aspereza, pero no suelen hacerse daño: “Antes todo el mundo parecía muy maduro –le cuenta Gornick a su amigo–. Ya no. Míranos. Hace 40 años habríamos sido como nuestros padres. ¿Quiénes somos ahora?”. “Ellos aprobaron, eso es todo–le contesta Leonard–. Entraban en un armario llamado “matrimonio” con dos conjuntos de ropa, tan rígidos que se sostenían de pie. La mujer se ponía el vestido llamado “esposa” y el hombre, el traje llamado “marido”, y desaparecían dentro de la ropa. Nosotros nos quedamos aquí de pie, desnudos, y suspendemos. Eso es todo”. Vivian Gornick nos devuelve la fe en la conversación.

Portadas de las ediciones españolas e inglesa de sus libros. / d.r.

Hace 15 años que murió mi madre y me la sigo encontrando en todas partes".

  • Mujerhoy En Apegos feroces cuenta que su madre la presentaba diciendo. “Esta es mi hija Vivian: me odia”. ¿Es cierto? ¿La odiaba? Vivian Gornick Sí y no. Me costó muchos años comprenderla. Y solo cuando tuve la empatía suficiente para entender cómo se veía a sí misma pude escribir el libro. La mayor parte de mi vida la percibí como una mujer dominante, que lo único que quería de mí era que saciara sus deseos y necesidades. No es que la odiara, pero crecí luchando contra ella... Sentía que competía conmigo constantemente, y creo que si Apegos feroces ha tenido algún éxito en el mundo es porque hay multitud de mujeres que, aunque no lo digan, se sienten identificadas. En la familia es muy difícil ser una misma, porque creces tratando de hacer coincidir quién eres con el mito que tienen sobre ti. Vives tratando de satisfacer expectativas. Mi madre nunca fue mi amiga, y no es que la odiara, pero reconozco que construí mi identidad en oposición a ella.

  • Mujerhoy ¿Cuando murió? Vivian Gornick Hace 15 años.

  • Mujerhoy ¿Y todavía habla con ella cuando pasea por Nueva York? Vivian Gornick No, pero me la encuentro en todas partes, sobre todo en Madison Square Park. No creo que haya habido una sola vez en que haya pasado por ese parque y no haya visto sentada a mi madre en un banco. La reconozco... y entonces me acuerdo de que ella está muerta y eso es imposible.

  • Mujerhoy ¿Cree que su madre estaba realmente tan enamorada de su padre o hizo de él un mito para justificar su depresión y su posición de poder cuando él falleció? Vivian Gornick Mi madre venía de una generación de mujeres para las que no había nada más que el amor. Quería que su vida tuviera un significado, es decir, era emocionalmente ambiciosa, y solo tenía a ese hombre y ese matrimonio para sentirse alguien especial. En su mundo, no había ni una sola mujer que estuviera enamorada de su marido. Ni sus hermanas, ni sus vecinas… nadie que tuviese ese tipo de matrimonio. Les querían, claro, y a veces incluso les deseaban; pero mi madre hizo un mito de su propia excepción. Un mito en el que nos sacrificó a todos los demás...

  • Mujerhoy Y para usted, ¿qué significó ese mito? Vivian Gornick Crecí anhelando ese tipo de amor, es decir, lo que mi madre había logrado; pero me repelía todo lo que representaba.

  • Mujerhoy ¿Por eso la amistad ha sido tan importante en su vida? Vivian Gornick Claro. Cuando yo era niña, se daba por hecho que los vínculos que una mujer tenía con su marido y sus hijos serían las únicas relaciones importantes de su vida, que esa era la esencia de la intimidad. Pero cuando el matrimonio se convirtió en una elección y no en un destino –en parte, gracias a las luchas de la generación de feministas a la que pertenezco–; cuando se quebrantaron las relaciones con la familia y algunas nos dimos cuenta de que no seríamos madres, la amistad se fue haciendo cada vez un vínculo más esencial. Para mí –y no es nada nuevo, ya lo decían los griegos–, la amistad es la relación más importante de la vida, porque es en la que nos descubrimos a nosotros mismos. Me gustaría poder llegar a verme como lo hacen mis mejores amigos.

Si un amigo me dice que le he hecho daño, le escucho; si es mi pareja le rebato".

  • Mujerhoy ¿En qué se diferencia la amistad del amor? Vivian Gornick En las relaciones amorosas te pasas la vida defendiendo tu posición frente a la del otro. Somos territoriales y defendemos “nuestra verdad”. Cuando un amigo me dice que le he hecho daño –y créeme, he sido acusada toda mi vida de ser intelectualmente desdeñosa y de tratar a la gente con aires de superioridad–, me lo tomo muy en serio. Lucho por escucharle. Sin embargo, siempre que me lo ha dicho una pareja o un amante, además de no escucharlo, lo he rebatido.

  • Mujerhoy ¿Es el personaje de Leonard, ese amigo leal, brillante, sarcástico y homosexual de La mujer singular y la ciudad, una persona real? Vivian Gornick Absolutamente.

  • Mujerhoy ¿Y qué opina del retrato que hace de él en el libro? Vivian Gornick Al principio estaba muy preocupado. Me contó que las tres primeras veces que lo leyó saltaba de página cada vez que se encontraba su nombre [Risas]. Porque, claro, la nuestra es una vieja amistad, profunda y muy voluble, que ha pasado por todo tipo de momentos (incluso nos hemos dejado de hablar). Pero nada más lejos de mi intención que ridiculizarle o utilizarle para quedar bien. Eso es algo que aprendí con Apegos feroces: si quieres ser un narrador fiable, no puedes salvarte a ti misma. Así que, por el bien de la literatura, y no de mi madre, en aquel libro hice todo lo posible por no aparecer como la víctima. Y lo mismo ocurre con mi amigo Leonard. No podía escribir una historia donde él quedase como un estúpido o un mezquino, y yo fuera maravillosa. Sobre todo, porque no habría sido creíble.

  • Mujerhoy Tengo la sensación de que, para escribir, necesita tener un interlocutor con el que dialogar. Que su voz narrativa se mide con otro, que, de algún modo, también es un contendiente dialéctico. Vivian Gornick Nunca me lo había planteado así, pero es probable que tengas razón. Pienso en una escritora inglesa que me encanta, Rachel Cusk. Ella también escribe desde un narrador en primera persona; en sus historias también tiene conversaciones y encuentros con otra gente; pero cuando la leo, siempre la veo sola. Y en eso es completamente distinta a mí: yo estoy sola, pero hambrienta de la compañía de otras personas.

  • Mujerhoy Tal vez tenga que ver con su infancia en el Bronx, en Nueva York, con esos enormes bloques de pisos llenos de mujeres y donde las puertas de las casas siempre estaban abiertas. Vivian Gornick [Risas] Tiene que ver con el hecho de que soy una judía de Nueva York y Rachel Cusk es londinense. Soy una persona naturalmente gregaria. Necesito a los otros.

  • Mujerhoy Entonces, puede que no necesite proteger su intimidad porque aquella casa donde vivía era invadida continuamente por sus vecinas y sus familiares. Vivian Gornick [Risas]. Y te puedo asegurar que yo misma también me he pasado la vida invadiendo el espacio personal de los demás.

El amor romántio es vivificante, pero llega con un precio muy alto: siempre estás perdiendo".

  • Mujerhoy La escritora y psicoanalista Julia Kristeva comentó en una ocasión que quien no escribe, está enamorado o hace psicoanálisis, está muerto. ¿Suscribe usted esta afirmación? Vivian Gornick [Carcajadas] Completamente.

  • Mujerhoy Como buena judía de Nueva York, ha pasado largas temporadas en el diván. ¿Qué le ha dado el psicoanálisis? Vivian Gornick Me lo ha dado todo. En mi generación tuvimos que desmontar el paradigma cultural de nuestros padres para inventar algo nuevo. Pero esa demolición te deja sin un anclaje y el psicoanálisis me permitió establecerme en el autoconocimiento; me ayudó a entender cómo me he convertido en la persona que soy; a no hacerme daño a mí misma ni a los demás. O, al menos a intentarlo. Yo sí creo en la cultura terapéutica, en la cultura que honra cada esfuerzo por entenderse a una misma. Porque cuando comprendes por qué haces lo que haces, eres mucho más libre.

  • Mujerhoy ¿Y qué siginifica para usted el amor romántico? Vivian Gornick ¡Ay! Es un sentimiento maravilloso, emocionante, revitalizante, pero suele llegar con un precio muy alto. Te pone en una posición pasiva, esperando una llamada, esperando “algo” que no llega... En el amor siempre estás perdiendo. De joven creía que estaba dispuesta a renunciar al amor romántico por la militancia feminista. Pero tuve que tragarme mis palabras. Me casé dos veces y he derramado muchas lágrimas... Me parece que, en el largo plazo, el amor romántico –o el erótico, que no es exactamente lo mismo– pierde su poder, que no es suficiente para sostener una pareja... Y sí, creo que es un tipo de relación mucho más complicada que la amistad.

  • Mujerhoy ¿Lo que sabe sobre la solidaridad femenina lo aprendió gracias a las mujeres judías, italianas, irlandesas y polacas entre las que creció? Vivian Gornick Las mujeres de clase obrera suelen crear vínculos en base a sus necesidades, no a su simpatía. Y lo hacen maravillosamente, no porque se gusten unas a otras, sino desde el reconocimiento de que todas son prisioneras de una misma guerra: la de la supervivencia. Así es como yo lo experimenté. Si alguien tocaba a la puerta, se daban automáticamente socorro, alivio, camaradería. Esa es la esencia de la humanidad, la manera en que aquellas mujeres se ayudaban unas a otras. Con mucho silencio. Nunca nadie dijo en voz alta: “Mi marido es un monstruo”. Pero todo el mundo entendía que, cuando pedías cierto tipo de ayuda, era porque tu marido era un maltratador. Y ayudaban sin preguntar nada.

  • Mujerhoy ¿Todavía se siente parte de la clase trabajadora? Se lo digo porque es un concepto que aparece a menudo en sus textos y entrevistas. Vivian Gornick No... Nunca he olvidado que vengo de la clase trabajadora. Mis padres eran comunistas del Bronx y crecí en el paradigma de la lucha de clases, pero ya no me pienso a mí misma en esos términos. Pero sí soy muy consciente de que las mujeres pertenecemos a la misma clase que los negros y los homosexuales... Que, a pesar de todas las luchas y las conquistas de derechos civiles, seguimos siendo los de segunda clase.

  • Mujerhoy ¿Cree que el feminismo tiene que ver con la sororidad? Se lo digo porque últimamente cada vez hay más corrientes que reivindican, no solo derechos y espacios, sino una alianza entre mujeres que propicie el reconocimiento y el apoyo mutuo. Vivian Gornick Para mí el feminismo tiene que ver con la justicia social, no con la fraternidad: eso es distorsionar sus verdaderos fines. Cuando nos decimos hermanas entre nosotras, es muy fácil acabar acusando a una compañera de deslealtad. Y es bueno que dos mujeres compartan su experiencia, su percepción y su lucha, pero si no lo hacen no pasa nada. Eso no las convierte en malas feministas o en malas personas. No es necesario que nos gustemos. Yo lo único que quiero es un acuerdo justo para hombres y mujeres por igual. Ni más, ni menos. Y el trabajo es lo que define la vida de las personas.

  • Mujerhoy ¿Qué piensa del movimiento Me too, en contra del acoso? Vivian Gornick Es emocionante. Nunca creí que viviría para ver cómo las mujeres devolvían el golpe. Pero reconozco que tengo sentimientos contradictorios al respecto. Por un lado, el acoso sexual es algo que las feministas nombramos por primera vez hace 40 o 50 años, pero que hasta ahora no se había tomado en serio, y me siento muy orgullosa de que, al fin, haya ocurrido.

Me enorgullezco del movimiento Me too, pero me preocupa que se caiga en la histeria social".

  • Mujerhoy Pero por otro... Vivian Gornick Temo que estemos cayendo en una histeria social y en una atmósfera de venganza. No quiero que todos esos hombres pierdan sus trabajos y su reputación. No quiero que les corten la cabeza ni que sean humillados. No quiero que el castigo prescinda de la justicia. El problema es que el acoso sexual nunca se tomó en serio, y ahora toda esa rabia acumulada ha explotado. Durante medio siglo nuestras reivindicaciones no sirvieron de nada. Pero cuando empezaron a salir todos esos testimonios y acusaciones, reconozco que me quedé en shock: no me podía creer lo poco que habían cambiado las cosas entre hombres y mujeres desde que yo era joven. Pensaba que las relaciones eran más igualitarias. A la vez, algunos hombres a los que quiero mucho están sufriendo por este tema. Tengo un amigo editor que ha sido acusado y al que jamás me habría imaginado en estas circunstancias. Y no quiero que sea humillado. Han pedido su cabeza, ha sido despedido...

Las mujeres de mi infancia se ofrecían socorro, alivio y camaradería sin preguntar".

  • Mujerhoy ¿Por qué crees que sucede eso? Vivian Gornick Entiendo que esa ira es consecuencia de una cultura de la violación con la que las mujeres ya no pueden más. El escritor James Baldwin decía que los oprimidos nunca se despiertan como santos, sino como asesinos. Y el movimiento Me too tiene que ver con esa ira. Por un lado me aterroriza, y por el otro, jamás soñé con vivir un momento así. No sé si te acuerdas de aquel caso de principios de los 90, cuando Lorena Bobbit, que había sufrido abusos, le cortó el pene a su marido. Me veo a mí misma en aquella época –y a muchas mujeres respetables–, haciendo chistes con una especie de risa culpable que tenía que ver con lo simbólico. Ella se lo cortó, la policía lo encontró, los médicos se lo reimplantaron y acabó como actor porno. La historia era disparatada, como una escena sangrienta de Sweeney Todd. Y recuerdo aquella risa, esa alegría secreta que compartíamos. Me temo que esa es la intersección en la que conviven mis sentimientos y mis contradicciones. Por un lado estamos nosotras y nuestra racionalidad; y, por otro, esa ira incendiaria y legítima de siglos.

20 de enero-18 de febrero

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