actualidad
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A los humanos y a los gatos nos convienen las mismas cosas para mantenernos con buena salud: aire puro libre de contaminación, comida sana, sin que sea excesiva cantidad, ejercicio moderado, todas las horas de sueño posibles, un hogar en el que nos sintamos a gusto, una persona, al menos, a la que amar, y un día a día sin estrés. A partir de ahí podemos comenzar a negociar. Para mí, mi perrita de trapo Trudi resulta indispensable: ella es mi motivación y mi obsesión, y cazarla cuatro o cinco veces al día y arrastrarla por toda la casa es todo lo que pienso hacer para cumplir con el apartado del ejercicio.
También innegociable fue el que nos esterilizaran a mí y a mi hermanas: yo solo me acuerdo de que me durmieron y de que después caminé raro varios días y que recibí tal cantidad de mimos que decidí andar raro cada vez que necesitaba atención, que viene a ser con la misma frecuencia con la que cazo a Trudi. En nuestro caso no salimos de casa, con lo que había pocas posibilidades de que aumentáramos la cantidad de gatitos en el mundo, pero las razones para ello fueron otras: al eliminar el celo, reducirían nuestro estrés (y el de los humanos; podemos ser pesadísimas). Y, sobre todo, con la intervención se limitaba mucho el riesgo de que padeciéramos cáncer de útero o de cadena mamaria.
Las gatas también sufrimos cáncer de mama, sí. Esa palabra oscura, que nubla la frente y la vida de tantas personas y que supone un camino duro y largo. Con tratamientos cada vez más eficaces y concretos, pero que aún así es suficiente nombrarla para que la voz y los rostros se tensen. Hay quienes dicen que los gatos y perros podemos detectarlo, que sentimos antes que nadie los insignificantes cambios que se producen: dicen que hay sustancias químicas volátiles que percibimos. Lo cierto es que sentimos más que nadie las ausencias y que a veces ni siquiera podemos acompañar en lo más duro del tratamiento, sino aguardar a poder ovillarnos como antes a los pies o en el regazo de quien amamos, y que nos acaricie, que eso sí se ha demostrado que rebaja el estrés.
Hace unos días ha llegado una nueva luz a ese camino oscuro: la quimioterapia podrá evitarse en el 70% del cáncer de mama más frecuente. Miles de mujeres podrán ahorrarse ese trago y los síntomas, y, con la medicina personalizada y la información genómica, reunir sus fuerzas para recuperarse y encontrarse pronto lo mejor posible. Con sus familias, con sus gatos, con quienes deseen. Si yo hubiera estado allí, hubiera dejado a Trudi a los pies del equipo del Albert Einstein Cancer Centre de Nueva York que lo ha descubierto. Como recompensa, como homenaje. Luego, para seguir mis recomendaciones médicas, hubiera vuelto a dormir.
El 40% de las mujeres con cáncer de mama Her2 podrían evitar la quimioterapia, gracias a un test que determina si es más adecuado un tratamiento u otro. Nos lo cuenta Lady Macbeth, la gata de Espido Freire.
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