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Son las nueve de la mañana y Garbiñe Gorostiza acaba de empezar su guardia en el Turno de Oficio para la Violencia de Género. A lo largo de las siguientes 24 horas, se olvidará tanto de su vida personal como del resto de los casos que lleva como abogada privada; durante 24 horas solo existirá el teléfono. Cada vez que suene, atenderá las llamadas de comisaría y asistirá a las víctimas. Al día siguiente, volverá a verlas en el juzgado y seguirá llevando su caso hasta el final del procedimiento. Como Gorostiza, más de 45.000 abogados y abogadas en toda España se ocupan de hacer efectivo el derecho a la justicia gratuita, asegurándose de que todo el mundo tenga garantizados sus derechos ante un tribunal, aunque no disponga de recursos económicos. Llevan la misma toga para los que pagan y para los que no. Por su actividad voluntaria cobran una media de 135 € por expediente. Y eso, aunque el caso acabe demorándose más allá de lo imaginable, algo muy habitual.
'Nadie puede estar en esto por dinero', asegura Amparo Banqueri Cañete de Córdoba, una de las veteranas del Turno de Oficio en Madrid. A lo largo de este tiempo ha defendido a miles de víctimas, aunque no siempre se sienta al lado de los 'buenos'. Su obligación también es proteger los derechos de quienes se encuentran en el banquillo de los acusados. Por ejemplo, los de Ana Julia Quezada, la asesina confesa del niño Gabriel Cruz. O los de El Chicle, el presunto autor del asesinato de Diana Quer. Ellas saben que sin su labor el sistema no podría funcionar, aunque haya quienes no entiendan cómo pueden defender a asesinos, violadores o torturadores. 'Esa incomprensión se da con frecuencia', reconoce Raquel Sánchez Estévez, decana del Colegio de Abogados de Ávila. También la presidenta del Consejo General de la abogacía Española, Victoria Ortega, recordó en Twitter algo que debería ser evidente, pero que a menudo se olvida: 'El derecho de defensa es garantía de un juicio justo, y solo con un juicio justo el castigo es legítimo'. Lo hacía tras pedir respeto por el trabajo de la abogada Beatriz Gámez y su compañero de despacho, Esteban Hernández Thiel, encargados de la defensa de Quezada a través del Turno de Oficio.
'En nuestro trabajo no hay diferencias entre unos casos u otros –dice la abogada Helena Echeverri, en relación a clientes particulares y de oficio–. Nos dejamos la piel, el alma y el corazón en cada caso'. Sabe de lo que habla. En los 20 años que lleva en el Turno de Oficio ha defendido a delincuentes comunes, maltratadores, detenidos por terrorismo o causas perdidas como la de Alfredo Galán, más conocido como el 'asesino de la baraja', autor confeso de seis crímenes. Echeverri asegura que la defensa de los clientes que le han asignado nunca le ha generado un conflicto moral: ' Jamás se me ha pasado por la cabeza abandonar'.
En muchas ocasiones afrontan tareas que no son plato de gusto. Pero también tienen ocasión de luchar para que un ciudadano recupere su inversión en preferentes o atender a migrantes que llegan a España con la esperanza de un futuro mejor. Cuando el Aquarius alcanzó nuestra costa, 70 letrados respondieron a la llamada del Colegio de Abogados de Valencia para atender a las 630 personas que llegaban en el buque. Al mismo tiempo, más de un centenar ofrecía asistencia ese mismo fin de semana a los 1.290 rescatados que intentaban llegar a nuestras costas en pateras.
Entre ellos, casi la mitad eran mujeres. Banqueri recuerda que, cuando se adscribió a la Justicia Gratuita a mediados de los años 80, eran escasas las letradas. Y no siempre eran bien recibidas. Sánchez Estévez cuenta que su primer caso en el Turno de Oficio, hace 24 años, fue un procedimiento de divorcio: el hombre no se tomó bien que quien defendía sus derechos fuera una mujer. 'Me dijo de forma muy clara que no esperaba nada de mí. Por joven y por mujer –dice Sánchez–. Al final ganamos y tuvo que rectificar...'.
Casi un cuarto de siglo después, la presencia de abogadas de oficio en juzgados y comisarías ha dejado de ser una excepción. El número de mujeres adscritas a la Justicia Gratuita ya es del 47% (21.314 letradas), un 3% más que en 2015. El porcentaje es el mismo en el Servicio de Asistencia Letrada al Detenido. El único turno donde el número de mujeres adscritas supera al de hombres es el de violencia de género. Cuando alguien las describe como heroínas, advierten que solo hacen su trabajo. Uno sin el que la Justicia, con mayúsculas, no podría existir.
'Cuando me nombraron decana, ni me planteé dejar el Turno de Oficio'.
Raquel Sánchez Estévez. Decana del Colegio de Abogados de Ávila. 24 años en el Turno de Oficio. /
'Cuando fui nombrada decana del Colegio de Abogados de Ávila, un compañero me preguntó si iba a continuar en el Turno de Oficio. Me soprendió, porque ni se me había pasado por la cabeza dejarlo. La única diferencia es que, gracias a que ahora soy decana, cuando voy a los centros de detención o a loz juzgados y detecto problemas, puedo proponer soluciones. Estoy convencida de que se podrían introducir muchísimas mejoras. Entre ellas, dignificar la imagen del abogado del Turno de Oficio y del sistema mismo. Creo que todos los letrados que prestamos el servicio entendemos que nuestra profesión no solo nos sirve para ganar dinero, que también, sino que nos permite desarrollar una labor social. Y eso a pesar de los horarios interminables y diversos. Esto último es lo que hace tan difícil conciliar. Resulta paradójico que, como letrados, hayamos estado luchando para que esa conciliación tenga efecto en otras profesiones y, sin embargo, en la nuestra no hayamos conseguido más que avances mínimos. Tengo dos hijos adolescentes y he padecido las dificultades de compatibilizar trabajo y vida privada. Por eso me parece una lucha fundamental y pendiente, tanto para las mujeres como para los hombres'.
'Un abogado de oficio no solo defiende, también protege'.
Amparo Banqueri Cañete de Córdoba. Bufete Banqueri Cañete de Córdoba. 32 años en el Turno de Oficio. /
'Cuando yo empecé, no había muchas mujeres abogadas y, por tanto, tampoco te las encontrabas en el Turno de Oficio. Sin embargo, nunca me sentí fuera de lugar o discriminada; al contrario, me he sentido siempre muy apoyada. Siempre me ha encantado esta profesión, porque te permite intentar salvar situaciones de quienes acuden en las más diversas condiciones. El abogado del Turno de Oficio no solo es una persona que defiende tus derechos, es también alguien que te ayuda psicológica, física y, a veces, hasta económicamente. El ciudadano acude a ti para que el juez o el Ministerio Fiscal tutelen sus derechos lo antes posible, pero esa persona suele descargar sobre ti sus frustraciones. Por eso hacemos de psicólogos y de lo que haga falta. Y acabas llevándote el trabajo a casa mucho más de lo que deberías: resulta imposible no implicarse. Te lo tomas como algo personal cuando hay una dilación ante la que sientes impotencia, y si crees que se debería proteger más determinada situación, acudes al Defensor del Pueblo. Por eso no entiendo a esos que dicen: ' Yo prefiero un abogado de pago'. Creo que todos mis compañeros y compañeras son excelentes profesionales, y hacen todo lo posible para defender los derechos de la persona a la que asisten. Incluso hacen un sacrificio personal para que el turno siga adelante, porque lo cierto es que se cobra con retraso, faltan instalaciones y habría mucho que mejorar. Pero es un trabajo tan vocacional que a la mayoría no se nos ocurriría jamás dejar de hacerlo. Es un espacio desde el que poder denunciar injusticias como detenciones ilegales o defender que se conceda un tipo de residencia a quienes llevan muchos años y tienen arraigo aquí. Creo que si a esas personas se les deniega una y otra vez la residencia estamos generando una sociedad del desamparo. El abogado de oficio no solo defiende, también protege'.
'Hay mucho por mejorar, pero sé que, si no fuera abogada, no sería feliz'.
'En el despacho donde comencé, estaban adscritos al Turno de Oficio y yo les acompañaba a las guardias para ver lo que era. Me pareció apasionante, así que en cuanto pude, a los tres años de estar ejerciendo, me apunté. La experiencia es muy gratificante, no solo profesional sino personalmente, porque estás ayudando a personas vulnerables en situaciones muy complicadas. Recuerdo con especial cariño a un beneficiario del Turno de Oficio a quien, por una ejecución hipotecaria, le habían quitado la vivienda. Al final conseguimos la dación en pago y que empezase de cero su nueva vida tras años de pleitos. La labor social es inherente a nuestro trabajo. Sé que si no fuera abogada no sería feliz. Sin embargo, hay mucho por mejorar. Aparte de las remuneraciones, que son bajas y tardías, o de la carga burocrática que soportamos, hacen mucha falta instalaciones adecuadas. En guardias de víctimas no tenemos un espacio propio, lo que muchas veces provoca que víctima y agresor se encuentren en el mismo lugar, por ejemplo. También queda casi todo por hacer en el tema de conciliación. Hay abogadas que han ido directamente del juzgado al hospital a dar a luz, y a otras las ves con el bebé por los pasillos porque no se toma en cuenta la maternidad'.
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