Todo empieza con una extrañeza, un desajuste entre lo que escuchas y lo que ves. La joven y esbelta periodista, con un vestido extraordinariamente ceñido, informa acerca de una manifestación donde se grita contra el sexismo, la desigualdad salarial, la violencia sexual y la discriminación. La periodista, maquillaje profuso, melena frondosa, tacones inagotables, proclama el mensaje y es ella misma un mensaje: para presentar un informativo en televisión, las periodistas han de ser jóvenes, guapas y eróticamente femeninas. Sin embargo, en los periodistas, las canas, arrugas, entradas y kilos de más se denominan carisma. Ninguna ha decidido su look. Llevan lo que les dicen las estilistas que, a su vez, siguen las directrices que les da la cadena.
Repasemos: en las cinco cadenas más vistas, 20 profesionales presentan los informativos, ocho hombres y 12 mujeres. Aunque la competitividad por hacerse con una de esas sillas es máxima, resulta sintomático que las caras que más se renuevan sean las femeninas. Ellas raramente pasan de los 40, pero ellos siempre tienen más de 50. Matías Prats, (65 años), José Ribagorda (57), Pedro Carreño (53), Pedro Piqueras (63), Roberto Arce (54), David Cantero (57), Vicente Vallés (54) y Miguel Ángel Oliver (54) son ya clásicos de la información con un activo profesional que no se ve mermado ni por su físico ni por su veteranía. Todos peinan canas y/o kilos sin que ello se aluda como un menoscabo a su capacidad para comunicar. Entre sus compañeras, solo Ana Blanco y Marta Reyero están en la cincuentena. De kilos, ni hablamos: excepto en TVE, donde ambos presentadores suelen llevar chaqueta, las presentadoras de informativos han de lucir brazos perfectos, talle escueto y tez tersa. Han de lucirse. Hasta que puedan.
Mientras tanto, en la televisión europea, la veteranía va resistiendo los embates de un negocio cada vez más competitivo. En Francia, no encontramos mujeres mayores de 50 presentando noticias, aunque en la cadena pública Élise Lucet (54 años) mantiene su prestigio al frente de un semanal de investigación multipremiado y en TF1, Evelyne Dhéliat dirige y presenta la información del tiempo a sus 70 años. En Alemania, otras dos mujeres en la cincuentena dirigen los talk shows políticos más relevantes: Sandra Maisberger y Anne Will. La BBC británica, tras quejas y readmisiones obligatorias de periodistas veteranas (Miriam O’Reilly, en 2011), cuidan algo más la diversidad en razón de la edad: Kirsty Wark (63) presenta el noticiario de la noche y Fiona Bruce (54) figura como la estrella mejor pagada de la cadena. En ITV, el segundo canal más visto, Mary Nightingale (54) presenta las noticias de la noche; pero en Channel 4 ya no encontramos ninguna mujer por encima del medio siglo.
En Italia, la RAI tuvo que poner restricciones indumentarias a sus presentadoras para parar la sexualización en las cadenas privadas, donde las mujeres actúan como reclamo erótico. El panorama mejora algo en Estados Unidos: aunque el telediario estrella (el de las 18.30) lo lideran hombres, en otros horarios encontramos a Gayle King (63) y Jane Pauley (67), ambas en la CBS; Hoda Kobt (53), en la NBC, y Juju Chang (52) y Robin Roberts (57), en la ABC. En el cable, la Fox lidera lo que se viene denominando "foxificación" de sus caras femeninas: extensiones capilares, vestidos ajustados como una segunda piel y maquillaje sexy.
La expulsión de las profesionales veteranas de los lugares de máxima visibilidad es, a estas alturas del MeToo y el Cuéntalo, difícil de obviar. María Rey, de 51 años, los últimos 25 en Antena 3, anunció en marzo su marcha de la cadena, donde no había proyectos para su perfil, que es el de una experimentada analista política. " Llegó un momento en el que me di cuenta de que tenía mucho pasado y poco futuro", asegura María Rey, que se acaba de incorporar a Telemadrid al frente del magacín matutino 120 Minutos.
Da la sensación de que en casos como el de Olga Viza o María Escario el talento se ha descartado por motivos de edad. ¿Las cadenas no encuentran aprovechable la experiencia, rigor y credibilidad de las mujeres cuando pasan del medio siglo? Solo algunas profesionales como Àngels Barceló, Pepa Bueno o Julia Otero han continuado largas carreras después de la tele, gracias a la radio, donde, por razones obvias, la imagen es secundaria.
Pero, ¿quiénes toman estas decisiones? ¿Los directores de los servicios informativos?, ¿los directores de casting? " Somos acompañantes, el adorno –confirma María Rey–. Al final, quien decide que las mujeres enseñen los brazos y lleven vestidos de lycra no es la estilista que pone los vestidos en las perchas, sino la persona ante la que responden, que suele ser un hombre. El criterio que rige en las decisiones es invariablemente masculino y marca que las mujeres tienen que ser atractivas y transmitir, sobre todo, una imagen sexual. Por eso en televisión no hemos vivido la progresión que sí han experimentado las mujeres en otros sectores. De hecho, vamos hacia el modelo italiano, en el que, cuando decae el atractivo sexual de las periodistas, desaparecen: de las pantallas y de la toma de decisiones", añade la expresentadora de Antena 3.
Visibilicemos a uno de estos hombres con poder: Francisco Martínez Campos, jefe del Departamento de Control de Servicio Público de la televisión pública de Murcia. El pasado mes de marzo, Martínez Campos escribió un artículo en un diario digital en el que se refería a sus empleadas, presentadoras de los informativos regionales, como "zagalas de buen ver", e incluso llegaba a decir de una que le gustaba "sobre todo cuando habla de pie, por sus caderas poderosas y su estatura inalcanzable" y, de otra, que " además de guapica tiene una forma de ser que me pone. Es como una de esas nurses inglesas que enamoran a sus protegidos pese a sus férreas formas". Impresiona la normalidad con la que estos hombres convierten cuerpos en objetos. Tras las quejas, fue destituido.
María Rey lo explica aún más claramente: " Mientras ellos representan a la sociedad, a hombres normales, a nosotras se nos exige que estemos muy por encima de la media. En los 30 años que llevo en la tele, jamás un hombre ha dejado de aparecer por un criterio basado en su físico, mientras que las mujeres tenemos que escuchar cosas como: "Si engordas un kilo más, te quito de pantalla".
Lo que nos estamos jugando aquí es lo que Catherine Hakim, socióloga vinculada a la London School of Economics, ha bautizado como " capital erótico ". En el enfoque de Hakim, las mujeres tendríamos que destruir los discursos despectivos del cuerpo y explotar todos nuestros encantos para prosperar profesionalmente. De hecho, para Hakim la mala prensa que puede tener hoy usar estos atributos eróticos para el ascenso laboral se debe a una maniobra interesada del patriarcado para impedir a las mujeres jugar con la que sería su única ventaja. La provocación de esta investigadora, además de levantar acta de una evidencia en el mercado laboral de hoy (infinidad de estudios demuestran que las guapas ganan más, reciben mejores notas y más ofertas de trabajo) pasa por alto la otra cara de este fenómeno: el descarte de candidatas por no ajustarse a un patrón de belleza que, además, es imposible para una gran mayoría sin recurrir a grandes inversiones de dinero y una gran disciplina corporal.
Pero no son las presentadoras las únicas mujeres que aparecen en los noticiarios de televisión. No nos olvidemos de las meteorólogas o presentadoras del tiempo, poseedoras todas ellas de siluetas dignas de Giacometti y casi aprisionadas en la ropa. Su estética se compensa con el atuendo de las reporteras, periodistas que desde cualquier punto del mapa insuflan normalidad y diversidad a los informativos. Beatriz Simó, periodista desde hace dos décadas, ha trabajado como guionista, reportera y presentadora para Canal Sur, Antena 3, TVE o Telecinco, donde es corresponsal de sus informativos. " Ahora mismo hago producción, localización de unidades móviles, edición, montaje... Soy cinco personas en una. Si luego tengo un directo, imagínate cómo llego: agotada. Sé que, además de mi bolso con la libreta, el pinganillo y el micrófono, tengo que llevar una bolsa de maquillaje para ponerme ante la cámara. A veces digo que si saliera sin pintar mucha gente apagaría la tele directamente".
Esta es una regla que no es necesario ver por escrito: "Lo das por sentado. Nadie te da instrucciones ni te obliga, pero observas a tu alrededor y ves que la estética es importante, así que es algo que tienes que cuidar para estar ahí. Sigues el patrón que existe", comenta Simó. Hasta las nuevas generaciones tienen asumido que su aspecto será determinante. " Observo que las mujeres jóvenes son inteligentes, pero quizá están más preocupadas por la estética. Le dan mucha importancia. De hecho, cuando yo voy a cubrir una noticia procuro vestirme cómoda, porque lo que me importa es la comunicación con la persona que estoy entrevistando y el mensaje que voy a dar. Sin embargo, las nuevas reporteras van maquilladas y en tacones desde primera hora de la mañana. ¡Me quedo asombrada! ¡Si no sabes si vas a terminar en la nieve, en el barro o en un barrio marginal!".
"La televisión es cruel con las mujeres –sentencia Mariola Cubells, crítica de televisión y profesional durante muchos años en Canal 9 y TVE–. Y nos debería preocupar, porque en este nuevo tiempo en el que estamos es algo sobre lo que tenemos que poner el foco. Pero movilizarse desde dentro es muy complejo, porque cuando te metes en una estructura te amoldas y das por hecho que eso es lo que hay. Quizá debería haber más reivindicación por parte de una generación que asume como parte del trabajo estas inercias. Pero cambiar el sistema es casi imposible. Nadie se rebela porque son normas no escritas que no se imponen, pero sabes que forman parte de tu trabajo y que a ellos no les atañen. Eso es lo cruel."
Mariola Cubells, crítica de televisión
Juana Gallego, directora del Observatorio para la Igualdad y del Máster en Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, también entiende la dificultad que las periodistas que ascienden en los medios tienen a la hora de señalar las inercias y proponer cambios. " Han tenido que batallar tanto para hacerse un lugar que no se encuentran con fuerzas para oponerse. Además, tampoco han tenido un colectivo en el que apoyarse: la primera reunión de las mujeres periodistas se produjo el pasado 8 de marzo. Tengo la impresión de que las presentadoras de informativos pueden haberse sentido un poco aisladas –añade la directora del Observatorio–, que han tenido que ir cada una un poco a su aire. Además, en unos medios tan feroces y competitivos, situarte en una posición crítica o feminista puede deslegitimarte. Al final, prefieren no plantar batalla para que no se menoscabe su profesionalidad".
"Nosotras también tenemos que decir: "Hasta aquí hemos llegado" –opina la periodista María Rey, quien confiesa haber librado sus batallas desde dentro–. Ha llegado el momento de abrir esta conversación".
- El auténtico precio del capital erótico
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