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La polémica de Serena Williams, en la redacción de Mujerhoy.com

¿Sufrió o no de un comportamiento sexista?¿Se merecía o no la amonestación que recibió en la final del U S A Open?

Serena Williams, el día de la final del abierto de Estados Unidos. / Cordon press

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Si no lo viste, seguro lo oíste o leíste. Este fin de semana Serena Williams perdió el US Open, pero ganó, al menos en las redes sociales. La estadounidense de 36 años se disputaba otra final de tenis. Su contrincante era la japonesa Naomi Osaka de 20 años. El partido fue intenso y el dominio completo de Osaka hizo que Serena perdiese por completo el control y actuara de manera anti-deportiva en la pista, en especial cuando se enfrentó abiertamente con el árbitro del partido Carlos Ramos, al que llamó "ladrón y mentiroso".

Todo comenzó porque el juez amonestó a Serena por recibir un consejo de su entrenador Patrick Mouratoglou, que estaba sentado en el box de la estadounidense. Esa acción podría ser considerada coaching y conlleva sanción. La pérdida del punto, hizo que Serena estallase contra el juez: "Me levantó el pulgar y me dijo: ¡Vamos! Yo no hago trampas para ganar. Preferiría perder. Solo te lo digo. Me has robado, me debes una disculpa nunca hice trampas en mi vida, tengo una hija y solo hago lo que es correcto. Eres un ladrón y un mentiroso. Me debes una disculpa".

Tras ese duro intercambio de palabras, Serena recibió otra amonestación por parte de Ramos y le quitó un juego, que dejó el marcador del segundo set en 5-3. "¿Me vas a quitar esto porque soy una mujer?", le reclamó Williams.

El castigo fue decisivo para que el partido acabase del lado de Osaka, que se convierte en la nueva reina del Abierto de Estados Unidos y Williams se queda sin el séptimo título en Flushing Meadows y el vigésimo cuarto de Grand Slam, con el que esperaba empatar a la mejor de todos los tiempos la legendaria australiana Margaret Court.

Tras el escándalo en la pista la tenista fue multada con 17.000 dólares por los organizadores del Abierto de EE.UU. por cometer tres violaciones del código de conducta durante el segundo set de la final femenina.

Pero más allá del encontronazo el debate se ha abierto. Serena Williams acusó al juez de sexista. De ser más duro y tajante con ella, porque es mujer. Aseguró en la conferencia de prensa que los hombres también espetan frases a los jueces y que estos nunca los sancionan.

Nosotras también tenemos una opinión.

Cantal Ceña: Creo que Serena Williams le hizo un flaco favor a todas las mujeres con el argumento que usó contra el juez de silla. En su queja repitió en varias ocasiones que el trato injusto que recibía era por ser mujer, que si fuera un hombre no pasaría lo mismo. También nombró a su hija, poniéndola de excusa para defender lo que, para ella, era lo correcto. Me parece horrible que alguien como ella, que debería ser un ejemplo para todos, como lo es Rafa Nadal, utilice esos argumentos a la desesperada y como último recurso para que le hagan caso cuando sabe que no tiene razón. El machismo y la desigualdad es algo mucho más serio que la excusa perfecta para que te den la razón en un partido de tenis. Serena, los auténticos ganadores son los que también saben encajar una derrota. Y tú perdiste ese partido en todos los sentidos.

Raquel Alcolea: Aunque entiendo que el juez penalizó la conducta antideportiva de Serena Williams en un partido en el que la rival japonesa fue superior, creo que lo sucedido invita a reflexionar sobre el sexismo en el deporte. En mi opinión, la reacción de Williams y lo sucedido en el partido de la polémica se presta a hacer un análisis que resumió bien en Twitter la leyenda del tenis Billie Jean King, quien declaró que cuando una mujer es emocional en un partido o manifesta sus emociones es calificada de "histérica" y penalizada por ello mientras que cuando lo hace un hombre no parece haber repercursiones y se habla de que ha sido franco, sincero o abierto. Me pregunto: ¿De verdad tenemos tan normalizado que los deportistas de élite pueden protestar y enfadarse y nosotras tenemos que ser sumisas y sonreír? Me viene a la mente además lo sucedido hace varios días con Alize Cornet hace varios días que, al darse cuenta de que se puso la camiseta al revés, se fue al fondo de la pista y se la puso correctamente. Fue penalizada por ello, pero sus colegas masculinos no suelen ser castigados ni mucho menos multados por este hecho concreto.

Ana Calvo: No sé qué le pasó a Serena Williams en la final del US Open, pero la cosa se le fue de las manos. En la pista, el partido; y por la boca, la razón. La 23 veces campeona de un Grand Slam es mucho más que los sapos y culebras que salieron por su boca en el grande de Estados Unidos, y como tantas veces nos dicen nuestras madres, perdió la razón con las formas. La victoria de Naomi Osaka quedó empañada por una rival con mucha más experiencia que no supo contener su ira, y eso no es justo. No es justo que hoy hablemos de Serena cuando una casi desconocida de 20 años fue capaz de ganar en la pista, que es donde debe ganarse un partido, a la que probablemente es la mejor tenista de las últimas décadas. No es justo que Serena Williams hable de machismo a la ligera en uno de los (pocos) casos que no es: porque machismo no es que un juez te acuse de ‘coaching’ (cuando tu propio entrenador termina admitiendo que te dio instrucciones durante el juego), machismo es que Bernard Giudicelli, presidente de la Federación Francesa de Tenis, diga a Serena Williams cómo debe vestir en un partido (pero no a Nadal), y machismo es que multen a una tenista en este mismo US Open por quitarse la camiseta, cuando sus colegas masculinos lo hacen continuamente. Eso es machismo, y es ahí donde debemos ponernos en pie de guerra. No sabemos si en las mismas circunstancias, el juez habría actuado de la misma manera con Djokovik, muy dado él a los numeritos, pero nada de eso justificaría las malas formas de Serena y, sobre todo, su falta de respeto (no al árbitro, que también) sino a la gran perjudicada en todo este sinsentido: la vigente campeona del US Open 2018, Naomi Osaka.

Alicia Miranda: Muchas voces se alzan para criticar lo mal que lo hizo Serena Williams durante la final del US Open, exigiéndole al árbitro unas disculpas que, muchas personas, no creían justificadas, estampando contra el suelo su raqueta, movida por la rabia interna de ver cómo se le escapaba el partido del Grand Slam, y llorando más tarde en la recepción de los trofeos.

Pero nadie habla de las disculpas que le deben a la jugadora. Durante más de 23 años de carrera ha tenido que soportar comentarios racistas y machistas. La última y más reciente fue en el pasado Roland Garros, donde se señaló a la jugadora por utilizar un traje compresor que le ayudaría a recuperar su cuerpo tras el reciente embarazo y parto de Alexis Olympia.

Bernard Giudicelli, presidente de la Federación Francesa de Tenis, declaraba en este último suceso referente a la vestimenta de la jugadora que “hay ciertos límites”. Desde luego, en el tenis se ha dejado claro que el límite es no ser hombre.

La violencia, tanto física como psicológica, no tiene ningún tipo de justificación para mí. Pero hay una hermosa palabra de la que muchas personas en este mundo se olvidan y es la palabra “empatía”. Una acción sin su contexto es tan absurdo y desconcertante como un marco colgado en la pared sin cuadro que admirar. Como decía el filósofo español Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”.

Andrea Morales: El comportamiento fue antideportivo. Si hay algo que está claro en esta polémica es eso. Serena Williams se enfadó y actúo -como lo han hecho cientos de deportistas de diferentes disciplinas-. Todo lo que ocurrió después es una cuestión de percepción. Y no lo tengo muy claro. Los motivos de mi no-postura son varios: Para empezar: el micromachismo se esconde en todas partes. Es complicado darte cuenta de que un comportamiento está o no siendo machista porque, lamentablemente, lo tenemos aceptado y normalizado. Dicho lo cual, gritarle e insultar a un árbitro y romper una raqueta es un comportamiento incorrecto, no hay duda. Creo que llamarle la atención era necesario, de lo que no estoy segura es de la severidad de la amonestación, menos cuando se está jugando una final y las emociones se ponen a flor de piel. En el mundo deportivo ha quedado claro que muchas veces los estándares de tolerancia son muy distintos para mujeres y para hombres. Ya lo dice en una columna del Washington Post, la periodista deportiva Sally Jenkins: “Williams pudo abusar de su raqueta, pero Ramos hizo algo más feo: abusó de su autoridad. Los campeones se calientan, su naturaleza es estallar. Todos los buenos jueces o árbitros de cualquier deporte entienden que parte del objetivo de su trabajo es ayudar a calmar el momento, a bajar los ánimos, no encenderlos y ser un administrador tranquilo del evento más que permitir que su propio temperamento juegue un papel determinante en él”.

Lo cierto es que la tenista se pasó, pero también el deporte se ha pasado con ella en varias ocasiones. Quizá esta fue la gota que rebalsó el vaso. Quizá el grito no se lo merecía el juez sino la sociedad en la que vivimos.

Hay que reconocer que ella es una de las estrellas del deporte más comprometidas con la lucha de los derechos de las mujeres y los afroamericanos. Su voz pesa mucho y es importante que aproveche su tirón para destapar el sexismo y machismo que impera en su terreno. Aunque está vez no nos haya quedado muy claro.

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