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A veces la ley puede ser el instrumento perverso de la impunidad. Yelena Mizulina lo sabe y siempre la ha utilizado para restringir derechos. Es abogada y desde 2012 preside el Comité sobre la Familia, las Mujeres y los Niños de la Duma, una de las cámaras del parlamento ruso. A lo largo de su vida, ha cambiado a menudo de colores y de siglas: empezó en el Partido Comunista y, tras pasar por varios grupos liberales, hoy milita en Una Rusia Justa, un grupo defensor de los “valores tradicionales”. Suya es una controvertida propuesta para evitar la adopción extranjera de los huérfanos. También otra iniciativa que tuvo gran repercusión internacional, cuando prohibió, hace cuatro años, los “comportamientos” homosexuales en público tanto en las calles como en los medios de comunicación. Yelena lo llamó “poner coto a la propaganda gay”.
Nació en 1954 en la ciudad de Buy, en la región de Kostroma Oblast, cuando aún existía la Unión Soviética.
Se graduó en Derecho en 1977, en la Universidad de Yaroslavi, y trabajó como asistente y consultora.
Mientras estudiaba, contrajo matrimonio con Mikhail Mizulin.
Fue miembro del Partido Comunista hasta 1991.
Tiene dos hijos (Nikolai y Ekaterina).
Ha recibido el título de Abogado Honorario de Rusia.
En teoría, la misión de Mizulina es defender los derechos de las mujeres y los niños en el seno de la familia. Pero ella ha sido la instigadora de un estrambótico salto legal que en 2017, desprotegió a las mujeres víctimas de violencia, cambiando su tipificación de delito penal a civil. Yelena considera que recibir golpes o empujones por parte de la pareja es un asunto privado. El propio Putin declaró durante la tramitación: “No está bien pegar a los más débiles, pero resulta inaceptable que el Estado se inmiscuya en la vida de la familia”.
Yelena Mizulina - Intenvención ante el parlamento Ruso, 2016.
Así que Mizulina se armó de argumentos en defensa de las “tradiciones familiares rusas” y dejó claro que no bastaba con golpear a una mujer; era necesario hacerlo más de una vez para considerarlo violencia de género. La nueva ley considera que dar una bofetada a una mujer o a un hijo, siempre que sea de puertas para adentro, es algo privado. La sanción al maltratador es de 500 € o unos días de trabajos comunitarios. ¿Sabrá Mizulina que solo es necesario clavar el cuchillo una vez para asesinar a un ser humano?
En Rusia, 14.000 mujeres mueren cada año a manos de sus parejas. Yelena parece considerarlo una tradición nacional, no una lacra. Reivindica el viejo proverbio ruso: “Si te pega, te quiere”. Y considera que es signo de la autoridad del padre, que hay que respetar por encima de todo. Lo peor: el 59% de los rusos está de acuerdo con ella.
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