La actriz Claire Foy. Haz click en la imagen para descubrir las series más vistas en España en lo que llevamos de año. / simon emmett

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Claire Foy: "Nadie se libra de miedos o tragedias"

La protagonista de The Crown pone a prueba su capacidad camaleónica con el papel más deseado y temido de Hollywood: Lisbeth Salander, la icónica hacker de Millennium. Una apuesta de riesgo, con la que da un paso adelante en su nueva (y surrealista) vida de estrella, que ha acabado con su matrimonio. Larga vida a “la reina”.

Su look de estrella, con un elegante vestido blanco, los labios teñidos de rojo y la dosis exacta de joyas, era impecable. Y el reluciente galardón en su mano dejaba claro que aquella había sido su noche. Pero su Emmy no fue salvoconducto suficiente para que el personal de seguridad dejara pasar a Claire Foy a la fiesta oficial de la Academia de Televisión. No estaba en la lista o no la encontraban. Y, sobre todo, nadie reconoció en aquella chica menuda de aspecto tímido a la estrella de The Crown. La anécdota, después felizmente resuelta, constata la particular forma en la que Foy se ha convertido en una de las actrices más cotizadas de Hollywood. En realidad, esa sutileza, ese empeño por pasar inadvertida, es también la marca de la casa cuando se pone delante de una cámara.

La actriz británica tiene una habilidad particular para decir mucho sin decir prácticamente nada, confiando en sus ojos y en la increíble expresividad de su rostro el difícil trabajo de llenar la pantalla. Quizá por esa contención, nadie suele reconocerla por la calle. ¿Le ha ayudado eso a sobrellevar esa fama global y repentina que le ha cambiado la vida? “Puede ser, pero ahora mi cara está en los carteles de dos películas. Me temo que esa invisibilidad ya forma parte del pasado…”, dice con cierta nostalgia. Y tiene razón. La actriz acapara la cartelera otoñal con dos películas ambiciosas: El primer hombre [ya en cartelera], en la que da vida a la mujer del astronauta Neil Armstrong junto a Ryan Gosling; y Millennium: Lo que no te mata te hace más fuerte [estreno el 9 de noviembre].

Personaje tridimensional

Acepté el papel de lisbeth salander sin pensar en la opinión de la gente. no puedes vivir con miedo”.

Es difícil pensar en dos personajes tan radicalmente opuestos como Isabel II y la hacker Lisbeth Salander, pero Foy era fan de la saga literaria creada por Stieg Larsson y había visto tanto las películas suecas como la que Hollywood produjo en 2011 con Rooney Mara. Precisamente por eso, le costó vencer el pánico escénico. “Pero, al final, tienes que hacerlo. No puedes vivir con miedo. Acepté el papel sin pensar lo que la gente opinaría. Hice la película para mí, pero asegurándome de que podía aportar algo”.

Salander es lo que en la jerga cinematográfica se conoce como un personaje tridimensional: marcada por el trauma y la violencia, radicalmente independiente, pero terriblemente vulnerable, sexualmente ambigua y totalmente inmune a las más elementales normas sociales. Etiquetarla es inútil y clasificarla, imposible. ¿Dónde radica nuestra fascinación por ella? “Creo que, aunque su vida y su tragedia personal son extremas, en algún momento todos nos hemos sentido vulnerables, hemos pensando que la gente que debería cuidarnos no lo estaba haciendo o nos hemos protegido del mundo yendo por la vida con un armadura puesta. También creo que la gente admira a Lisbeth porque hace lo que quiere cuando quiere”, explica.

Como toda la saga creada por Larsson, la cinta (que corresponde al cuarto libro, firmado David Lagercrantz) toca un asunto candente: la violencia contra las mujeres. Pero ella se resiste a verlo así. “No es un tema de actualidad. No es nuevo. Esto ocurre desde que las mujeres y los hombres se relacionan. Lo que pasa es que ahora hablamos de ello, ahora las mujeres han decidido contar sus historias”.

La intérprete es la pequeña de tres hermanos. Sus padres se separaron cuando ella tenía ocho años. Eso se tradujo en estrecheces económicas para su madre y en muchas horas de televisión para ella, que así cultivó su amor por la ficción.

En Hollywood, el espectáculo debe continuar. Pero no debería ser a costa de mi salud mental”.

La adolescencia no le dio una tregua. A los pertinentes traumas de la pubertad, se sumaron los problemas de salud. Primero, una artritis juvenil le obligó a utilizar muletas durante una temporada y después, el descubrimiento de un tumor en el ojo le cambió repentinamente la vida. Aunque resultó ser benigno, el tratamiento a base de esteroides y la prolongada recuperación fueron un calvario para una chica de 18 años. Superado el trance, estudió Arte Dramático en la universidad y en 2008 debutó en la comedia televisiva Being Human y empezó a encadenar papeles teatrales y televisivos. Pero entre un proyecto y el siguiente hizo de todo: trabajó de cajera de supermercado, de camarera en un bar, como personal de seguridad en Wimbledon, repartió comida a domicilio y revistas en el metro, fue teleoperadora… “Hasta que llevé cuatro años trabajando ininterrumpidamente, me incomodaba llamarme a mí misma actriz. Sentía que era algo que, simplemente, estaba probando”. Ahora, ese sentimiento ha cambiado. ¿Qué es para ella la interpretación? ¿Una pasión, una forma de terapia, un simple trabajo? “Para mí es una manera de dejar salir mis emociones y explorarlas a través de diferentes personajes. Me gusta actuar. No me consume, pero me resulta infinitamente interesante”.

Claire Foy. / simon emmett

Hasta hace tres años, la actriz era prácticamente una desconocida incluso en Inglaterra. Estaba embarazada de cinco meses cuando, caracterizada con un pomposo vestido de novia, guantes y una corona, hizo el casting de The Crown. Peter Morgan, su creador, se dio cuenta de que estaba ante “su” Isabel II. “Estoy muy orgullosa de mi trabajo en la serie”, dice tímidamente, aunque siempre ha explicado que prefiere pensar que la soberana británica nunca se ha sentado delante de la televisión para ver su interpretación. Desde el principio supo que el proyecto tenía fecha de caducidad y que otra actriz tomaría el relevo después de las dos primeras temporadas. “No puedo esperar a verla. He hablado con Olivia Colman muchas veces, pero no sobre la serie o el personaje... Es una mujer y una actriz maravillosa y lo hará fenomenal”, explica sobre su sustituta, que está rodando la tercera temporada de la serie.

Una estrella de la noche a la mañana

Poco después de que Netflix estrenara The Crown en su plataforma, la actriz se convirtió en una estrella. Ocurrió, literalmente, de la noche a la mañana. Casi sin darse cuenta, Foy estaba en Los Ángeles, recorriendo la alfombra roja de los Globos de Oro, recogiendo el premio, dando el pertinente discurso ante un salón lleno de estrellas… Ha contado que lo vivió con extrañeza, sin entender qué había pasado, sin haber digerido esa repentina fama planetaria. Dos años después, ese surrealismo ha tomado una forma diferente. “Te das cuenta de que, en esencia, todo el mundo es igual. Nadie se libra de los miedos, las preocupaciones o de la tragedia en su vida. Es surrealista por lo normal que resulta. Además, las alfombras rojas y las entregas de premios son algo fuera de lo común para todo el mundo, no es el ambiente natural de nadie”. Aunque puede que el mundo haya cambiado a su alrededor, ella insiste en que sigue siendo la misma. Vive en la misma casa de Wood Green, un barrio en el norte de Londres, y tiene que hacer malabarismos para llegar a todo…

Porque en medio del torbellino profesional, Claire Foy se convirtió en madre. Tuvo un parto complicado y, casi al mismo tiempo, su marido, el actor Stephen Campbell Moore, fue diagnosticado de un tumor benigno en la base del cerebro. El rodaje de The Crown arrancó cuando su bebé apenas tenía cuatro meses y ella aún le estaba dando pecho. Compaginar la vida familiar con una carrera en pleno despegue no ha sido fácil. Foy ha confesado que la culpa la acompaña a todas partes y en febrero anunció su separación tras cuatro años de matrimonio. “Esa idea de que puedes tenerlo todo, trabajar, tener un hijo, una relación de pareja… es engañosa. Son muchas cosas a la vez y nadie lo hace bien. Esa gente que dice haber encontrado el equilibrio perfecto miente. Todos sabemos que puedes creer que has conquistado ese estado místico durante 45 minutos, hasta que pasa algo y todo se va otra vez al garete. Te puedes sentir bien contigo misma durante, más o menos, media hora. Ya está. Lo único que podemos hacer es no ser tan duros con nosotros mismos ni con los demás”.

La actriz se muestra igual de escéptica cuando se le pregunta si cree que Hollywood ha cambiado en el último año. ¿Es tangible la revolución que desencadenó el movimiento #MeToo? “Solo el tiempo lo dirá. Dentro de 10 años podremos mirar a las estadísticas y entender lo lejos que hemos llegado. Hay que seguir luchando y no dejar que esto se convierta en un fenómeno pasajero”.

La compensación no ha llegado

Cuando supe que ganaba menos que Matt Smith en The Crown me sentí herida y sorprendida”.

Hace unos meses, ella misma ocupó los titulares cuando se supo que, pese a ser la protagonista indiscutible de The Crown, su sueldo era significativamente inferior al de su compañero Matt Smith. Los productores de la serie atajaron la controversia anunciando que Foy recibiría una compensación de 237.000 € para corregir la desigualdad salarial. Pero, desde entonces, ella ha reconocido que jamás llegó a ingresar ese cheque. “La gente espera que yo tenga una respuesta para esto y no la tengo; esperan que pueda verbalizar cómo me sentí por algo que, en mi opinión, era muy complejo”, dice deteniéndose un momento. Es obvio que el tema le causa incomodidad. “Supongo que me sentí confundida, herida, sorprendida…”. Le pregunto si a partir ahora piensa afrontar las negociaciones salariales de otra manera. “No he vuelto a negociar nada desde aquello. Todavía estoy aprendiendo, pero desde luego no voy a tener miedo a hacer preguntas en una industria en la que, hasta hace poco, si lo hacías te percibían como una persona difícil o demasiado exigente. Ahora entiendo que la vida es demasiado corta para preocuparte de lo que la gente pueda pensar de ti. En esta industria ya no se puede tratar a las mujeres de esa manera”.

Hollywood no es un negocio fácil para nadie y Claire Foy confiesa que, en ocasiones, le ha superado. “Claro que hay momentos en los que querrías sentarte sola en una habitación a oscuras. Pero eso es algo con lo que tienes que lidiar. Al final, ya sabes lo que se dice: The show must go on [el espectáculo debe continuar]. Pero nunca a costa de mi salud mental”.

Recientemente, la actriz se sinceraba con el diario británico The Guardian y confesaba su lucha constante (terapia incluida) contra la ansiedad. Quizá por eso, después de tres años frenéticos, su intención ahora es tomarse un respiro. En parte para descansar (“Mi momento más feliz del día es cuando me meto en la cama y me voy dormir”, dice), pero también para dosificarse. “Como actriz, no quieres que la gente te esté viendo constantemente en la pantalla. Pueden terminar hartos de ti. Tienes que asegurarte de que querrán ir a ver lo siguiente”. Por eso, Claire Foy puede estar tranquila. La estaremos esperando.

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