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Si lees la lista de próximos estrenos de Ingrid García-Jonsson (Skellefteå, Suecia, 1991) más te vale hacerte un Excel para entender cómo ha podido involucrarse en tantos proyectos: en breve la veremos en los filmes independientes 'En las estrellas', 'Ana de día' y 'Love Me Not'; en las comedias 'Taxi a Gibraltar' –junto a Dani Rovira– y 'Yo, mi mujer y mi mujer muerta'; y está inmersa en el rodaje de 'Instinto', la serie de Bambú Producciones que protagoniza Mario Casas y estrenará Movistar. "Lo único que no he hecho últimamente ha sido vida social", dice riéndose.
Ingrid se dio a conocer hace cuatro años con 'Hermosa juventud', la cinta del director Jaime Rosales que fue aclamada en el Festival de Cannes y le valió una nominación al Goya como mejor actriz revelación. Hoy parece tener el don de la ubicuidad. "La verdad es que llevo una época en la que no he disfrutado ni de un día de descanso. Incluso he tenido que rechazar proyectos", cuenta. ¿Y cómo lleva ese ritmo vertiginoso? " Estoy agotada, pero contentísima porque he rodado historias muy diferentes y enriquecedoras y he conocido a gente que va a formar parte de mi vida para siempre", afirma.
García-Jonsson lleva en sus dos apellidos una historia familiar que, probablemente, daría para una película. Su padre, sevillano, conoció en la facultad de Bellas Artes a una estudiante sueca que pocos meses después tuvo que regresar a su país.
Él no dudó en cruzar Europa y plantarse allí para no separarse más. " A él le da vergüenza que lo cuente, pero a mí me encanta. Él era roquero y amaba su guitarra más que a nada en el mundo, pero la vendió para pagarse el viaje porque encontró a una mujer, mi madre, a la que quería todavía más. Y la apuesta les salió bien. Por eso soy de los dos países. También he vivido en Suecia y tengo mucha relación con mi familia de allí", dice.
Ingrid creció en un ambiente poco convencional y estudió teatro y danza desde niña, pero llegó a cursar varios años de arquitectura antes de decantarse por la interpretación. "Mis padres estaban muy preocupados por mi futuro y no quería decepcionarles". Tal vez sea ese pragmatismo lo que la haga vivir con cierta distancia toda la parafernalia que la rodea. "A veces me gustaría estar más integrada en el mundo del cine y otras me alegro de que no sea así, porque mi trabajo es interpretar a gente real", explica.
Con acento andaluz y físico 100% escandinavo, confiesa ser fiel a una estudiada comodidad. "La moda me encanta. Veo los desfiles varias veces y guardo las fotos que me gustan. Como actriz es importante saber de moda, tener relación con las marcas e ir bien vestida. La moda es un arte".
También trata de estar en forma, pero casi más por exigencias del guion que por afición. " La serie que estoy haciendo con Mario Casas es un thriller erótico y me temo que en cualquier momento me va tocar quitarme la camiseta, así que me he apuntado al gimnasio –cuenta entre risas–. No me importa rodar este tipo de escenas porque la sexualidad forma parte de nuestra vida. Soy muy kamikaze y si un personaje me pide algo, se lo doy. Y cuanto más complicado sea, mejor", asegura.
Además, tampoco tiene miedo de mostrarse como es. En su Instagram se acumulan fotos sin ningún tipo de filtro en las que derrocha naturalidad y sentido del humor. "Lo hago porque no quiero dar una imagen con la que no me identifico. Me apetece compartir cosas con las que estoy cómoda y no me sentiría así si me pusiera en plan pibón o megaintelectual. A mí el humor me sirve de recordatorio de lo que de verdad soy, me vuelve a poner los pies en la tierra. Alimentar tanto el ego puede convertirte en una persona insoportable. Pero si noto que eso puede ocurrir, trato de boicotearme para que no se me vaya de las manos".
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