actualidad
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Michèle (Mimi) es menuda, lleva un corte bob desfilado sobre la frente y se esconde tras unas gafas negras de estilo Givenchy. No es ella la que debe salir en la foto y hace todo lo posible para evitarlo. De hecho, a simple vista, nadie diría que es la mujer más influyente de Francia. Pero se ocupa de aquello que puede resultar más poderoso en la vida de un político: sus imágenes privadas.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su mujer, Brigitte Macron, lo saben bien. Acudieron a Mimi, durante la campaña electoral de 2016, para combatir los rumores de que él era homosexual. Gracias a ella, se fijó en la retina de los franceses esa imagen cómplice y enamorada que no les ha abandonado. La estrategia de Mimi –aparecer en las portadas del corazón– dio resultado. Los Macron lograron casi 30 portadas en dos meses, el doble que su rival, François Fillon.
Nació en 1947. Sus padres eran peluqueros y pertenecieron a la Resistencia durante la II Guerra Mundial.
Se fugó de casa cuando cumplió los 16 años. Antes de los 20 se había casado dos veces y tenido dos hijos.
Tras separarse, retomó sus estudios de matemáticas.
En 1995, empezó a colaborar con la revista Voici; más adelante, con publicaciones como Closer, Gala o Paris Match.
En los 90 creó su agencia de fotografía, Bestimages.
En 2016, asesoró a los Macron durante su campaña presidencial.
Mimi no tiene un cargo fijo, pero asiste a las reuniones de trabajo de la primera dama. Las críticas no se han hecho esperar: ¿quién es esa mujer que negocia con la imagen del presidente? ¿Cómo alcanzó tanto poder? ¿Cómo conoció a la pareja presidencial? La respuesta, aunque parezca un tópico, es que estaba en el sitio adecuado en el momento justo.
Es algo que siempre se le ha dado bien a Mimi, una mujer que ha renacido una y otra vez de las cenizas. Se casó dos veces y tuvo dos hijos antes de los 20 años. Su primer trabajo fue en un garaje, donde atendía a los clientes con una manicura perfecta. Ha pasado varias veces por la cárcel por extender cheques sin fondos, falsificar documentos, blanquear dinero o traficar con estupefacientes. En los 80, se convirtió en la dueña de varios restaurantes y discotecas, y tejió una extensa red de relaciones sociales. Por eso conoce al “todo París”: los fotógrafos, la policía, los delincuentes...
Su vida dio otro vuelco en 1995, cuando se dio cuenta de que esas relaciones valían mucho dinero si se convertían en fotografías. Comenzó a colaborar con la popular revista del corazón Voici. Su agencia conseguía exclusivas que nadie más era capaz de llevar a la redacción. Con los años, decidió ir más allá: esconder fotos comprometidas y reemplazarlas por reportajes posados que no lo parecían. Los famosos la adoraban. Hoy, proporciona el 90% del material que publican las revistas francesas del corazón. Su estrategia ha dado resultado: ha llegado al Palacio del Elíseo. Ella es la prueba de que, a veces, la política tiene más de corazón que de cabeza.
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