No es fácil seguir el ritmo de Pilar Jurado (Madrid, 1968). Ni siquiera durante la entrevista, porque la soprano, compositora y directora de orquesta hace tantas cosas a la vez que salta de una a otra a una velocidad supersónica. Acaba de sacar el disco 'Unicornios azules', en el que versiona canciones latinoamericanas inolvidables como 'Alfonsina y el mar'; está inmersa en el MadWomenFest, un festival que agrupa a creadoras referentes de todas las disciplinas artísticas con la meta de mostrar una mirada distinta del mundo y combatir la violencia de género ; representa a sus compañeros en la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores); y recorre el mundo con infinidad de conciertos. "Mi amiga María Teresa Fernández de la Vega dice que estoy en forma por la adrenalina que tengo –cuenta mostrando un brazo que parece esculpido en un gimnasio–. Pero no hago ejercicio porque no tengo tiempo. Duermo unas cinco horas diarias".
Nada nuevo para Jurado, que se ha pasado toda la vida robándole horas al sueño. Porque para romper moldes en el mundo de la ópera no valen las medias tintas y ella lleva haciéndolo desde que era una cría. No contenta con ser una reconocida soprano, se formó como directora de orquesta y, en 2011, fue la primera mujer que estrenó su propia ópera, 'La página en blanco', en el Teatro Real de Madrid. "Fue algo inmenso de lo que me siento muy orgullosa. Pero lo que para muchos sería el culmen de su carrera, para mí solo era un peldaño más. Mientras tienes ilusión y proyectos, todo suma; pero no me planteo nada como una meta. Para mí, la vida es un largo camino que haces paso a paso. Nunca me he quedado regodeándome en lo que he logrado", explica.
La biografía de Pilar Jurado es sorprendente desde el inicio; uno de esos casos en los que lo que le tenía deparado el destino no era nada previsible. "Nací en una familia modesta en la que no había ningún vínculo con la música ni se acudía a conciertos. Pero mi madre tuvo la sensibilidad para darse cuenta de que yo tenía talento y me preguntó si quería ir al conservatorio. ¡La de horas que se tragó la pobre esperándome en los pasillos y llevándome de un sitio para otro!", recuerda la soprano.
Lo cierto es que su progenitora ya debía de estar alerta, porque ella nunca fue una niña convencional. "Dice que siempre supo que yo era superdotada. Empecé a hablar y caminar muy pronto y con pocos años ya dibujaba bien y escribía cuentos. Recuerdo que de niña me llevaron a la casa de Rosalía de Castro y dije que quería escribir en el libro de personalidades porque iba a ser una autora muy famosa", rememora.
Ese talento tuvo su lado negativo en forma de bullying. "Lo sufrí, aunque en estos tiempos es mucho peor a causa de internet –dice–. Siempre fui una niña perfeccionista, que lloraba si sacaba un nueve. En el conservatorio era feliz, pero en el colegio apenas me relacionaba porque tenía que aprovechar el recreo para hacer los deberes y eso me trajo algunos problemas. Creo que los niños que estudiamos música clásica, que es muy exigente, perdemos parte de la infancia".
Tal vez fue entonces cuando empezó a forjarse su compromiso social. Desde hace muchos años pone su energía, sus contactos y su voz al servicio de causas como la erradicación del trabajo infantil, una cruzada para la que fue nombrada embajadora por la OIT (Organización Mundial del Trabajo) en 2013. "Yo suelo decir que es una cuestión de genética, que este sentido de la justicia lo llevas dentro de ti o no; y yo siempre lo he tenido. Hace unos años descubrí que hubo otra Pilar en mi familia, Pilar Bueno Ibáñez, una hermana de mi abuela, que fue una de las "13 rosas" fusiladas tras la Guerra Civil. Estaba al frente de las casas cuna de Madrid. Pero en mi familia nunca se habló de ello; supongo que por miedo o porque no eran especialmente de izquierdas. Es posible que mi deseo de ayudar a niños en situaciones difíciles me venga de ahí".
O quizá se deba a ese instinto maternal que reconoce tener aunque no haya sido madre. " Tengo un lado maternal tremendo que vuelco en mi dos perros", afirma riéndose. El otro gran problema que le quita el sueño es la violencia de género. "Yo no la he sufrido, ni conocía casos en mi entorno; pero resulta increíble que empezara a organizar megaconciertos contra esta lacra hace más de 20 años y el problema siga ahí. Incluso vivimos momentos especialmente retorcidos... Es algo que hay que erradicar, pero no lo conseguiremos hasta que la sociedad no se conciencie para tener una tolerancia cero. Creo que existen las leyes necesarias para que sea así, pero muchas mujeres siguen siendo asesinadas porque a veces no se aplican como deberían", argumenta.
El optimismo y la carcajada contagiosa de Jurado invitan a pensar que para llegar donde lo ha hecho solo ha tenido que echar mano de su talento, pero la realidad es bien distinta. "La gente cree que lo he tenido todo muy fácil, pero me he encontrado con muchas trabas. Yo no tenía padrinos y era mi madre quien trataba de averiguar qué era lo mejor para mí. Cuando pienso ahora sobre ello me doy cuenta de que, si he roto tantos techos de cristal, ha sido precisamente porque nunca pensé que los había. No he tenido a nadie cerca que me transmitiera los límites de mi mundo. Y si alguien me proponía algo, aunque yo solo tuviera 18 años, decía: "¿Por qué no?". Más allá del talento, estar en el momento adecuado y tener arrojo es fundamental", explica.
Pilar tampoco ha dejado que su condición de mujer limitara sus sueños. " Nunca me he sentido ninguneada por ser de género femenino, porque he ido por libre y no he consentido que nadie me dijera qué podía o no podía hacer. Pero creo que ha sido mi carácter el que no me ha dejado verlo y mi fuerza personal no sirve de ejemplo".
A la soprano también le gusta hacer gala de antidivismo y cantar lo que le sale del alma. Y si eso supone lanzar un disco de bossa nova o colaborar con el grupo de folk metal Mägo de Oz, pues bienvenido sea. "Yo siempre digo sí a la vida y mi zona de confort es inmensa, por eso me siento feliz probando cosas muy diferentes. Vivimos en el siglo XXI y no se pueden seguir haciendo las cosas como en el XIX. Eso sí, siempre hago un disco muy purista y otro nada purista, porque no quiero que la gente piense que me lanzo a una cosa solo porque no soy capaz de hacer la otra –admite entre risas–. Pero en la vida, cuando te dejas llevar por lo que sientes no te arrepientes; la mejor forma de equivocarse es hacer lo que otros creen que tienes que hacer o lo que crees que ellos esperan que hagas".
¿Y cómo lleva las críticas? "La verdad es que no me han criticado tanto, porque yo le pongo mucha pasión a todo. Además, es gracioso que mucha gente que hace 10 años cuestionaba mis decisiones, ahora hace lo mismo. En cualquier caso, yo me siento querida y reconocida".
Y ha llegado a los 50 en un gran momento personal y en paz consigo misma, algo que, reconoce abiertamente, no siempre fue así. "Estuve casada con un músico y no salió bien, pero ahora tengo una relación preciosa con alguien que no solo me entiende, sino que siempre me anima diciéndome cosas como: "Tú hazlo porque no te equivocas". Antes tuvo otras parejas que tampoco funcionaron: "Pero creo que hay que desmitificar esas situaciones porque a mí casi me llevan a la tumba".
"Con el tiempo, el hecho de haber sufrido me ha hecho crear mis propias herramientas para superar los malos momentos y ver qué es lo realmente importante en la vida", reconoce. Y, entre ellas, están sus amigas: "Afortunadamente, las mujeres tenemos una cosa fantástica que son las amigas; ellas siempre te sostienen en los momentos difíciles y yo soy muy amiga de mis amigas. Y el arte, que para mí ha sido curativo a todos los niveles. Cuando eres una persona tan sensible como yo, los problemas afectivos los vives con mucha intensidad. Pero a través del arte he podido canalizarlo todo: mi hiperactividad, mis malas experiencias... Por eso me duele mucho ver que en la educación actual no se fomenten las Humanidades; mira que yo soy de ciencias, pero nunca me sobraron las humanidades porque lo único que nos hace importantes es tener sensibilidad y capacidad para empatizar con los demás".
"No me gusta el mundo en el que vivo, pero decidí que no podía quejarme si no hacía nada". Ese pensamiento llevó a Pilar Jurado a crear el MadWomenFest. Este evento cultural internacional, que ensalza el trabajo de mujeres artistas y sensibiliza en favor de la igualdad y contra la violencia de género, ha crecido en su segunda edición. Tras la gala en la que el 22 de octubre se entregaron los MadWomen Awards (a la escritora Almudena Grandes, la actriz Concha Velasco, la arquitecta Carme Pinós...), en noviembre habrá un concurso de relatos, un certamen de cortos, actividades pedagógicas, foros de reflexión y un gran concierto contra la violencia. " Las mujeres tenemos a nuestro favor la capacidad de diálogo, el instinto de protección, la creatividad… Podemos hacer una sociedad más generosa, valiente y empática. Este festival quiere transmitir que cada uno es capaz de transformar el mundo", dice Jurado.
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20 de enero-18 de febrero
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