Una bebé de 21 meses muere al pasar ocho horas en un coche. / cordonpress

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El precio de un olvido letal: los casos de niños que mueren en un coche

Los casos de niños que mueren en un coche, tras quedar olvidados por sus padres, nos encogen el corazón. ¿Qué condicionantes psicológicos y sociales desembocan en una tragedia tan cruel?

La muerte de un hijo es la mayor tragedia que se puede sufrir, pues va en contra de la ley de la vida. Por ello es tan difícil que el psiquismo la acepte. Hace poco asistimos, sobrecogidos, a la noticia de la muerte de una bebé de 21 meses que pasó ocho horas en un coche. El padre se olvidó de ella. Todo es tan trágico que resulta difícil de imaginar: la agonía de la niña, el duelo de los progenitores y los hermanos. El padre, por su parte, deberá sobrellevar durante el resto de su vida el peso de la culpa. Este descuido de consecuencias terribles promueve algunas preguntas: ¿Por qué olvidó a la niña? ¿Le puede ocurrir a cualquiera?

La noticia: muere una niña

  • Una bebé de 21 meses murió después de permanecer encerrada en un coche desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Su padre, que la llevaba excepcionalmente ese día a la guardería, se olvidó de ella.

  • Cuando la madre fue a recogerla a las 15.00 horas, le dijeron que la niña no había ido ese día. Llamó al padre y este se dio cuenta de su error y le dijo que estaba en el coche.

  • Cuando la madre llegó para liberarla, la niña estaba en parada cardiorrespiratoria. Nadie la vio durante esas horas porque los cristales estaban tintados.

Hay que aceptar que tenemos una cantidad de libido limitada. Esta libido es la energía psíquica que ponemos en lo que tenemos que hacer y en las personas que queremos: los hijos, la pareja, las personas que forman parte de nuestra vida... Esa energía la colocamos en lo que nos preocupa y la retiramos de lo que nos cansa, rechazamos o sentimos como poco importante.

El olvido es frecuente en la existencia cotidiana, pero no basta para explicarlo como una simple “falta de atención”. Freud, descubridor del inconsciente, propone una explicación: afirma que el olvido se debe a deseos inconfesados. Detrás, pues, del olvido hay una justificación que el sujeto no puede confesarse, ya que puede tratarse de un deseo contrario a su deber. Cuando el deber cansa, el inconsciente se impone y la razón consciente es invadida por la supresión. Por el olvido.

Resulta imposible entender casos como el que nos ocupa sin pensar que esa persona sufrió una perturbación. No es lo mismo olvidar dentro del coche un paraguas que a un bebé. Los olvidos, como señala el psicoanálisis, no responden al azar y tienen un sentido ¿Cuál? Depende de la subjetividad de quien lo tiene y de su historia personal. En algunos casos, pueden causarnos un perjuicio a nosotros o a los demás.

Una vida acelerada y un altísimo nivel de estrés pueden influir en que nos olvidemos de cuestiones que no nos apetece llevar a cabo o nos agobian. Nuestra mente puede estar saturada de obligaciones, pero algunas son mucho más importantes que otras.

La mirada: cuestión de prioridades

  • Algo no va bien cuando unos padres pueden dejar olvidados a sus hijos dentro de los coches. Los padres actuales, sobrepasados por las tareas que deben asumir, tienen que aceptar sus límites y priorizar las funciones más importantes de su vida.

  • La vida cotidiana con hijos pequeños se complica y exige mucho tiempo y dedicación. El cuidado de un bebé lleva muchas horas al día. Recortar las actividades diarias y registrar si estamos demasiado estresados es importante para no olvidar lo fundamental.

Abandono vs presencia

La lista de prioridades no está clara cuando los hijos se ponen por detrás del trabajo u otras actividades. En este suceso, el padre declaró: “Me llamaron por teléfono y me despisté”. La llamada le hizo olvidarse de la función paterna, que era lo importante. Llevó a sus hijos mayores al colegio, aparcó el coche junto a la guardería y se fue al trabajo, dejando a la niña dentro del vehículo. No lo recordó durante toda la mañana.

La compañía de un padre psicópata es menos mala que su ausencia".

La presencia del padre en el proceso de crecimiento del hijo es muy importante. Arnoldo Rascovsky, psicoanalista experto en infancia y autor de El filicidio, dice que las guarderías pueden convertirse en auténticos depósitos de niños abandonados, que la desatención a los hijos promueve muchos peligros para ellos y que “la causante es esta sociedad y estas estructuras que fuerzan económica, social y psíquicamente a comportarse de ese modo”. Y añade: “El peor padre, es el que no está, el muerto, el ausente. [...] En Suecia se han dado cuenta de esto, hasta tal punto que se concede un año de excedencia al padre y a la madre. Incluso existe el proyecto de reducir el trabajo de los padres a cuatro horas, hasta que cumpla ocho años”. Rascovsky cree que la compañía de un padre psicópata (que no respeta las reglas sociales) es menos mala que su ausencia.

Con todo, lo alarmante es la frecuencia de estos sucesos. EE.UU. es el país donde son más habituales: en los últimos 20 años han muerto 600 niños. Suecia, sin embargo, es el país con menos casos.

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