Representan el perfil más buscado en Hollywood en estos momentos: trabajan detrás de la cámara, en departamentos como producción, efectos visuales o maquillaje y, sobre todo, son mujeres. La resaca del movimiento #MeToo ha revolucionado la industria del cine con la aparición de iniciativas como 50/50, destinadas a formar equipos paritarios en las grandes producciones cinematográficas. Pero nuestras cuatro protagonistas llegaron allí mucho antes de que la industria del cine hiciera examen de conciencia.
Por el camino, no se han dejado vencer por las desoladoras estadísticas. Según el informe anual de CIMA (Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales), solo el 24% de quienes trabajan en el sector del cine en nuestro país son mujeres (un porcentaje similar al estadounidense, donde representan el 25%). Y en algunos departamentos tradicionalmente masculinos, como efectos visuales, apenas son un 1%. Por eso, la mayoría han emigrado para desarrollarse profesionalmente. Y no solo se han hecho un hueco en las empresas más punteras del sector y trabajan en grandes superproducciones (desde El hobbit hasta Juego de Tronos), sino que algunas ya han conseguido un reluciente Emmy para su estantería.
"Primero pensé que era imposible. Pero me gustan los retos y era un personaje que siempre me había fascinado", explica Ana Lozano sobre el momento en el que le plantearon transformar a su amiga, Penélope Cruz, en la Donatella Versace de los años 90. En septiembre, el desafío se materializó en un Emmy por su trabajo en la serie El asesinato de Gianni Versace. "Es un honor ser la primera mujer española en lograrlo", dice sin ocultar su alegría.
Para ella, todo empezó con un pequeño corto rodado entre amigos y sin apenas presupuesto. "Era la actriz, la ayudante de vestuario y la maquilladora, y me di cuenta de que mi lugar estaba detrás de la cámara". Luego, vinieron los cursos, el título de maquillaje, los primeros trabajos en publicidad y la “gran escuela” del teatro y la ópera. "Pero mi primera película lo cambió todo. Entendí que podía crear personajes. Por ejemplo, las ojeras de una mujer que no ha dormido o ha llorado... Eso me impactó mucho".
Lozano empezó dando brochazos a estrellas como Victoria Abril o Javier Bardem y el famoso maquillador Gregorio Ros fue uno de sus mentores. "Empecé siendo jefa de maquillaje y me di cuenta de que necesitaba ser ayudante, que alguien me enseñara cómo poner una barba en medio de un rodaje con mucho calor", recuerda. Su otro maestro ha sido Pedro Almodóvar. "He rodado siete películas con él y para mí es como volver a casa. Tiene esa leyenda de ser muy estricto en los rodajes, pero a mí me gusta. Es muy detallista. Cuando te da un toque, siempre tiene razón".
Ahora, vive con un pie en Los Ángeles y otro en Madrid. Penélope Cruz le abrió las puertas de Hollywood con películas como Nine, Piratas del Caribe o Vicky Cristina Barcelona. "Con las actrices más desconocidas hay que hacer más esfuerzo para que se olviden de la vanidad. Con las más famosas, que están hartas de salir guapas en todas partes, es al revés. Son las primeras que te dicen: "Ponme ojeras y el rímel corrido". Quieren realidad".
Dice que en su trabajo es fundamental saber leer el estado de ánimo de los actores y que la mejor experiencia fue maquillar a Johnny Depp en Antes que anochezca. "Era mi ídolo. Interpretaba a un travesti en los años 50 en Cuba y se me ocurrió hacerle unas pestañas de esparto y pintarle los ojos con corcho quemado. Le encantó", recuerda.
Cuando el DVD de El señor de los anillos cayó en sus manos, Carolina estudiaba Arquitectura sin demasiada convicción. La película le había gustado, pero el documental sobre cómo se llevó a la gran pantalla el clásico de Tolkien le abrió los ojos. "Vi que lo hacían con un software de diseño en 3D parecido al que yo había aprendido a utilizar en la carrera. Y se me encendió la bombilla". Entonces decidió dejar la universidad y buscó una escuela de diseño en 3D. Dos años después, ya trabajaba en la serie Águila Roja y, después, en la cinta de animación Planet 51. De ahí, dio el salto a grandes producciones como Guerra Mundial Z y Prometheus. Cada vez que añadía un renglón a su currículum, volvía a enviárselo a todas las grandes empresas del sector, desde Pixar a Weta, la empresa de efectos visuales de Peter Jackson. "Y sonó la flauta. Me hicieron una entrevista y me fui a Nueva Zelanda, donde Jackson estaba rodando la trilogía de El hobitt".
En la "cadena de montaje" que son los efectos visuales de una superproducción, Carolina trabaja en el departamento de layout: "Digamos que somos los que decidimos dónde va estar la cámara en una animación, componemos la escena, construimos el esqueleto del plano. Es la parte más cinematográfica del proceso", explica.
Desde hace dos años, trabaja en Scanline, una empresa de efectos visuales con sede en Vancouver que le ha permitido trabajar en la segunda parte de Guardianes de la Galaxia, Aquaman, la octava temporada de Juego de tronos o la próxima secuela de Terminator. "Siempre digo que si lo he tenido más difícil que los hombres por el hecho de ser mujer, no me he dado cuenta", explica. Sin embargo, sí ha notado algo en los últimos meses a raíz del #MeToo y de iniciativas como 50/50. "No sé si es casualidad o no, pero en el último mes ha habido cuatro incorporaciones en mi departamento y tres de ellas son mujeres. Ahora, somos siete y siete. Algo está pasando. Ojalá algún día conquistemos la igualdad real", reflexiona.
A sus 40 años, se ha convertido, además, en una conocida divulgadora sobre el arte de los efectos visuales a la que siguen miles de fans en todo el mundo. Comenzó con una charla en su antigua escuela y hoy tiene su propio canal de YouTube. También tiene su propio lema: "Geek is the new sexy". "Lo sexy puede definirse como nos dé la gana. Si eres friki, para ti lo friki es sexy. Hay que romper estereotipos".
La crisis estaba arrasando con todo y Ana Criado, que había pasado por varios estudios de diseño (entre ellos el de Javier Mariscal) y trabajaba como diseñadora gráfica freelance en Valencia, decidió emigrar. "Envié 10 currículums a estudios españoles y no me contestó nadie". Mandó 40 más a varios estudios norteamericanos y recibió 35 correos de contestación. Cinco de ellos estaban interesados. De hecho, apenas 20 minutos después, recibió un expeditivo mensaje de Kyle Cooper, un famoso diseñador de títulos de crédito de Los Ángeles que se hizo famoso en los 90 por su trabajo en Seven. Cezeta le contestó disculpándose: ella nunca había trabajado en cine. Pero él insistió. Seis meses después, y con un visado de trabajo estampado en el pasaporte, aterrizó en Los Ángeles para empezar a trabajar en Prologue, el estudio de Cooper. De eso hace seis años y, desde entonces, la valenciana ha trabajado en los títulos de crédito de películas como Godzilla, Pacific Rim, La vida secreta de Walter Mitty o series como American Horror Story o Star Trek.
"Diseñar los títulos de crédito de una película o una serie consiste en contar una pequeña historia, como si fuera el prólogo de la película. En realidad, es como un pequeño cortometraje de dos minutos", explica. Por eso hoy por hoy Ana no quiere hacer otra cosa. En Los Ángeles ha descubierto una nueva forma de trabajar. "La diferencia es que en nuestro país la primera reacción suele ser el "no" por delante. Aquí siempre es un "vamos a intentarlo". Nunca me había sentido tan respetada creativamente".
En su estudio siempre ha habido más mujeres que hombres y ella nunca ha detectado la sombra de la discriminación. Al contrario. "Las estrellas del sector ya no son solo hombres. Quiero pensar que lo que está pasando no va a ser flor de un día". Y aunque el cuerpo le pide volver a casa, sabe que si quiere dedicarse al cine tiene que vivir donde está la industria. "Tienes que decidir si quieres que tu trabajo sea a la sombra de un director o algo más. Yo quiero llevar mi trabajo hasta otro nivel y nada es gratis", sostiene.
Hace cuatro años, Marga Villalonga recibió una llamada inesperada. El Ranchito, la empresa de efectos visuales y posproducción que se hizo famosa por su trabajo en películas como Lo imposible, de Juan Antonio Bayona, tenía un nuevo (y misterioso) proyecto entre manos. Habían recibido el encargo de HBO para crear los efectos visuales de un capítulo de la quinta temporada de Juego de tronos y querían ficharla.
Ella tenía ya muchos kilómetros a sus espaldas: había trabajado en cintas como Buried, Biutiful o Vivir es fácil con los ojos cerrados y tenía experiencia en producciones extranjeras, porque durante dos años vivió y trabajo en Londres. El proceso, explica, comienza cuando la productora les indica "qué debe contener cada plano y cómo se desarrolla la escena". A partir de ahí, se crean los llamados "entornos digitales". Utilizando un sofisticado software crean paisajes y personajes de la nada o convierten a 300 extras en los 30.000 participantes en una gran batalla.
Con solo 35 años, lidera un equipo de más de 100 personas y trabaja codo con codo con los supervisores de efectos visuales David Ramos y Eduardo Díaz. En septiembre, recogieron un Emmy técnico por su trabajo en Beyond the wall [Más allá del muro] el sexto episodio de la séptima temporada de Juego de tronos. "El Emmy ha sido increíble. No lo esperábamos y estamos muy contentos. Es un reconocimiento a nuestro trabajo y a toda la pasión que le ponemos", explica.
Villalonga estudió Comunicación Audiovisual sin saber muy bien a qué quería dedicarse. De hecho, trabajó como periodista en radios, televisiones y diarios locales. Luego, casi sin pretenderlo, empezó a especializarse en tareas de posproducción. "Por alguna razón, a las mujeres se nos da bien organizar equipos", reconoce.
Trabajar para HBO también significa firmar contratos de confidencialidad y cumplir con medidas de seguridad extra como utilizar ordenadores sin conexión a internet. O someterse a inspecciones físicas periódicas de su oficina por parte de la productora para controlar que no se filtre ningún detalle. " La seguridad es muy importante en este tipo de proyectos y no solo en Juego de tronos", explica. De hecho, ni ella ni la empresa pueden confirmar (ni desmentir) si están trabajando en la última temporada. Aunque, con un Emmy sobre la mesa, es fácil sacar conclusiones…
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