Mientras escribo este artículo, mi perro Argos está sentado cerca de mí. De vez en cuando le miro y él me devuelve una mirada en la que leo un afecto ilimitado y una lealtad sin fisuras. Pasamos muchas horas juntos Argos y yo, y hoy le cuento que, entre las pocas buenas noticias con las que hemos comenzado el año, quiero destacar esta: los grupos parlamentarios del PSOE, Podemos y Ciudadanos han coincidido en la presentación de una Proposición no de Ley en el Congreso para que en los colegios se enseñe a respetar a los animales.
Lo he escrito y repetido en numerosas ocasiones: el grado de civilización de un país también se mide por el trato que se dispensa a los animales. Desgraciadamente, el nuestro no es un país que apruebe esta asignatura, sino todo lo contrario. Si repasamos algunas de las fiestas "populares", nos encontraremos que en muchas de ellas la diversión consiste en hacer sufrir o martirizar a un animal.
Y no solo los toros y las vaquillas son las principales víctimas del maltrato, por más que todos conservemos en la retina la icónica imagen del toro de la Vega, donde matan a un toro a lanzazos; o la brutalidad de esa fiesta tan catalana, el correbous, donde prenden fuego a las astas de los toros; o esas cientos de vaquillas que asustadas sirven de diversión a jóvenes y mayores, que se ensañan con ellas en las fiestas patronales de tantos pueblos.
No podemos olvidarnos tampoco de las populares peleas de gallos que se dan en Canarias; o de las clandestinas peleas de perros que se organizan en muchos lugares de España; o del maltrato a los caballos durante las exhibiciones de tiro y arrastre en la Comunidad Valenciana; o de las mal llamadas carreras de gansos en Carpio de Tajo (Toledo), consistentes en que un caballista a gran velocidad agarre a un ganso que cuelga de un gancho y le estruje de tal manera el cuello que lo separe del cuerpo... o de las cabras que se arrojaban desde un campanario.
En fin, que las salvajadas contra los animales se han venido y se vienen sucediendo a lo largo y ancho de España. Sin obviar, claro, al maltrato y abandono de las mascotas, perros y gatos que son considerados como "juguetes" y no como seres vivos que sienten y padecen.
Resultan frecuentes esas terribles imágenes de desalmados abriendo la puertas de un coche y echando a su perro a la intemperie, dejándolo completamente abandonado en medio de una carretera. O la de esos cazadores que matan a sus galgos una vez terminada la temporada de caza. Etcétera. Etcétera. Etcétera.
De manera que bienvenida sea la iniciativa parlamentaria para que en los colegios se enseñe a respetar y, a ser posible, añado yo, a sentir afecto por los animales. Pero deberían dar un paso más encaminado a la prohibición de actos públicos donde los animales sean maltratados. Y no solo eso, la legislación debería de endurecerse contra los maltratadores de animales. Qué menos.
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