Compró con su marido una casita al pie de la muralla y la convirtió en su lugar feliz. También se dedicó a investigar la historia de la ciudad, fortaleza de los cátaros en el siglo XII. Y aquella documentación se materializó en su novela El laberinto (Planeta, 2006), primera entrega de la Trilogía del Languedoc, que convertiría a la escritora británica en best seller mundial. “Empecé a escribir novela histórica por esta ciudad –dice–. Carcasona ha inspirado todos mis libros”.

Mosse sigue visitando su casa al pie de la muralla (nota para fans: la mujer que se la vendió se apellidaba Nouvel y en los libros de Mosse siempre hay un personaje con ese nombre). Pero hoy nos recibe en el Hotel de la Cité. Es que el villano de La ciudad del fuego (Planeta), su nueva novela, que acaba de publicarse en España, se aloja en este hotel, nos dice. No es el único escenario reconocible de la novela. Mosse nos guía por las callejuelas de adoquines: ahí está la casa de la familia protagonista; ese es el lugar del río donde aparece un cadáver; ese, el hueco de la muralla por donde escapa uno de los personajes... “Para mí, una novela empieza con un lugar –dice–. Por eso doy mucha importancia a la investigación sobre el terreno. Sé cuánto tardaría la protagonista en correr desde su casa a la librería de su familia, y dónde caería la sombra en la escena que vigila el guardia de la muralla. Hago mucho trabajo de archivo, pero necesito conocer el escenario donde soltaré a mis personajes”.

Curiosamente, el lugar que inspiró La ciudad del fuego está a un continente de distancia, en Sudáfrica. “En 2013 me invitaron a un festival literario en Franschhoek, una ciudad de origen holandés cerca de Ciudad del Cabo. A medida que nos acercábamos, me extrañó ver lugares con nombres franceses: un pueblo llamado Languedoc, una calle Hugonotes... Me explicaron que Franschhoek significa rincón francés en afrikaans. Encontré un Museo de los Hugonotes... y descubrí que los primeros vinateros sudafricanos fueron protestantes franceses que llegaron de Holanda. Fue como si alguien me diera un golpecito en el hombro y dijera: “Esta historia es para ti, Kate”.

Volver a empezar

Tras años de escritura a tiempo parcial, Mosse siente La ciudad del fuego como una primera novela. “Tuve que bajar el ritmo para cuidar de mis padres. Ellos y mi suegra se mudaron a nuestra casa; con los niños aún pequeños, éramos un hogar multigeneracional”. La autora recuerda esa época con cariño, aunque limitó su actividad. “No podía hacer viajes largos, ni escribir todo el día. Me dediqué a proyectos cortos o ambientados en Gran Bretaña. También trabajé para el National Theatre. Luego mis padres, tristemente, fallecieron. La ciudad del fuego es mi retorno a la novela histórica y a la literatura a tiempo completo. Para mí, es como volver a publicar por primera vez. Soy afortunada: pocos escritores tienen una segunda oportunidad para sentir esta emoción”.

La ciudad del fuego es la primera de una serie de novelas que sigue a dos familias enfrentadas (una hugonota, otra católica) durante 300 años, desde Francia hasta Sudáfrica. “Es la historia de una diáspora, de refugiados que construyen un hogar lejos del hogar”, dice, y los paralelismos con la actualidad son inevitables. “Como escritora de ficción histórica, me ciño a lo que sucedió, pero los lectores harán su interpretación. Porque los mecanismos de la intolerancia siguen funcionando igual, con los poderosos diciéndonos que un grupo de personas es el enemigo: hay que extirpar el cáncer de la herejía protestante, tenemos que recuperar nuestro país… ¿Te suena?”. Los refugiados y la persecución religiosa no son los únicos puntos en los que el pasado nos habla del presente. Las protagonistas de Mosse son mujeres y resulta que las damas del siglo XVI tienen mucho que decir. “Mucho de lo que nos cuentan sobre la vida de esas mujeres son mentiras fabricadas para justificar cómo se nos trata ahora. Y, por supuesto, esa historia la han contado hombres. Cuando ellas toman la palabra, el relato cambia. Eso es lo que intento hacer”. Las religiones perseguidas, en ese sentido, son una mina. “Los cátaros ordenaron sacerdotisas y entre los hugonotes había muchas mujeres instruidas. Fue parte del atractivo que tuvo para ellas este movimiento. Y cuando las mujeres se ponen a leer, son más difíciles de oprimir. Como escritora, y como feminista, es apasionante escribir sobre estas cosas”.

También como feminista, Mosse considera crucial el premio Women’s Prize for Fiction, que cada año se otorga a una escritora en lengua inglesa y que cofundó en 1996. “Aquel año, las mujeres firmaron el 60% de las novelas publicadas en Gran Bretaña, y solo fueron el 9% de las finalistas de grandes premios”. El galardón ha recibido críticas por su exclusividad de género. “Y si fuera el único premio del mundo, lo entendería. Pero todos tienen alguna restricción y este es bastante amplio. Los premios literarios sirven de guía a los lectores; y aún hay muchos hombres que no leen a mujeres”.

Mosse sabe de lo que habla: durante años, trabajó en el mercado editorial. También presentó un programa sobre libros en la BBC y, en esa época, publicó varios libros y ensayos con cierto éxito.

Miradas sobre el Grial

El destino quiso que el lanzamiento de El laberinto, su gran esperanza literaria, coincidiera con el de otro título sobre el Santo Grial, Francia y las persecuciones religiosas: El código Da Vinci. “Fue terrible y divertido a la vez. Pensé que había tenido mala suerte pero, a la larga, la davincimanía me vino bien: los fans buscaban títulos parecidos y compraban mi libro”. Hoy, la Trilogía del Languedoc está traducida a 37 idiomas y se lee en 40 países diferentes.

Está por ver si su saga de los hugonotes tendrá una trayectoria igual de fulgurante. Mosse trabaja en la segunda entrega, en torno a la matanza de San Bartolomé, y apunta un posible escenario español para la tercera: “Adoro las Canarias. Greg y yo pasamos allí nuestras primeras vacaciones juntos, y allí empecé a escribir La ciudad del fuego. He estado indagando, y resulta que un barco holandés rumbo a Sudáfrica podría muy bien desviarse a Tenerife...”.

Amar en tiempos revueltos

Portada de La ciudad del fuego (Planeta), de Kate Mosse. / d.r.

Carcasona, 1562: la católica Minou ayuda a Piet, un joven hugonote, a huir de quienes le persiguen. Los dos están destinados a reencontrarse (y enamorarse) en un país, Francia, donde el odio a los protestantes va en aumento. “Son una especie de Romeo y Julieta –dice Mosse– con la fe como elemento divisor”. La intolerancia religiosa no es su único problema: la familia de Minou está llena de secretos (y enemigos), y Piet forma parte de un peligroso plan relacionado con una valiosa reliquia robada.

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