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Formación profesional: más que un plan b

Se acabó ser el patito feo de la educación: los ciclos formativos inventan los trabajos del futuro y ofrecen auténticas posibilidades de empleo. Muchos jóvenes (y no tan jóvenes) lo tienen claro.

En esta fotografía aparecen siete jóvenes en pleno proceso de formación. Son estudiantes de FP del Instituto Príncipe Felipe de Madrid. De izquierda a derecha, María Sebastián (Estética y Bienestar), Lidia García (Iluminación, Captación y Tratamiento de la Imagen), Hugo Martínez (Vídeo, Dj y Sonido), Miriam Garrote (Peluquería y Cosmética Capilar), Paula Borrego (Sistemas Electrotécnicos y Automatizados), Victoria Fernández (Educación Infantil) y Sergio Page (Atención a Personas en situación de dependencia). / nani gutiérrez

pilar ortega

Con el fin de curso en el horizonte, se acerca también un momento decisivo para los alumnos de ESO y Bachillerato. Deben elegir su futuro académico y esa encrucijada les genera dudas e inseguridades. Muchos acabarán yendo a la Universidad; pero otros, cada vez más, valoran la posibilidad de entrar en centros de Formación Profesional. Un camino que durante años ha estado estigmatizado, pero que, sobre todo, a raíz de la crisis y con la segunda tasa de desempleo juvenil más alta de la Unión Europea, solo superada por Grecia, se ha convertido en una opción en alza.

En 2020 dos de cada tres nuevos empleos serán para técnicos de FP.

La OCDE estima que en 2020 cerca de dos tercios del empleo nuevo lo ocuparán técnicos educados en estos ciclos formativos. Con vistas a ese futuro, en 2012 se implantó en España la FP Dual, una rama formativa que cuenta con un 33% de horas prácticas realizadas en empresas. El paso por estos módulos educativos ha desembocado en carreras de éxito.

Hay muchas opciones diferentes: a los ciclos tradicionales de mecánica, artes gráficas, electricidad o peluquería se suman otros más actuales, como los de energías renovables, actividades agropecuarias, salud ambiental, cultivos celulares o disc jockey y música electrónica.

“Nunca he estado en el paro. Estoy muy orgullosa y me siento afortunada –explica Sara Aguado, una madrileña de 34 años apasionada por los aviones y los drones–. Ni siquiera mis compañeros más brillantes del colegio pueden decir algo así”. Cuando se matriculó en el grado superior de FP de técnico de mantenimiento de aeronaves, no imaginaba que aquella vía le iba a abrir tantas puertas en un campo que le apasiona: la aeronáutica. El caso de Eva Sequeira (Puente Genil, Córdoba, 1994) es distinto, pero también tiene un feliz desenlace. La joven llevaba cuatro años intentando sacarse el Bachillerato. Veía que no lo conseguía y que estaba perdiendo el tiempo. Su ánimo y su autoestima se tambaleaban. A punto de tirar la toalla y abandonar los estudios, se inscribió, casi por agotar el último cartucho, en un grado superior de Hostelería en Montilla (Córdoba). Se le ocurrió la idea de emprender estudios vinculados al aceite y el vino. Era abstemia y no sabía absolutamente nada del sector. Lo suyo fue pura intuición; y, asegura, fue la mejor decisión que pudo tomar.

Esta vía no es un plan B. Hay mucho talento aquí"

C. Santamaría, profesora de FP.

“Tenía la autoestima muy baja –confiesa Eva–. Esta vía ha sido mi salvación. En el instituto los profesores tienden a las etiquetas. Y, si no vas bien en cuarto curso de la ESO, te mandan a FP o directamente a trabajar. Te quitan la ilusión y te tachan de inútil. Esto me ha servido para demostrarme a mí misma que su forma de ver la vida no es la única, ni siquiera la mejor. Cuando estudié Secundaria, los profesores consideraban un error ir a la FP. Y hoy, muchos de los que nos vimos catalogados como “errores” hemos salido adelante y estamos trabajando”. De hecho, el 70% de los jóvenes que terminan la FP Dual son contratados en las empresas donde realizan su aprendizaje. Una perspectiva esperanzadora en un país con un 36% de paro juvenil.

Primera división

Como Sara y Eva, muchos estudiantes encuentran su camino en esta rama educativa, que ya no quiere jugar en segunda división y que a veces se adapta mejor a las necesidades cambiantes de las empresas que los estudios universitarios. Según un estudio de ManpowerGroup, el 75% de las profesiones del próximo decenio no existen hoy y tres de cada cuatro de nuestras carreras universitarias podrían quedar desfasadas a medio plazo.

“La FP no es un plan B”. Lo dice Carmen Santamaría, directora del CIFP Profesor Raúl Vázquez. De este centro, en el que estudian casi 700 alumnos, han salido ocho Premios Extraordinarios de Formación Profesional de la Comunidad de Madrid. “Hay mucho talento en esta vía –asegura con orgullo, y enumera casos de éxito–. En algunos ciclos formativos, el porcentaje de empleabilidad es del 100%, y lo más importante es que los chicos están motivados, porque muchos profesores son técnicos de las empresas donde ellos aspiran trabajar. Así que sienten que están en el sitio correcto”.

.El desprestigio social se debe al desconocimiento. La FP capacita y lo hace muy bien"

Salvador Lorenzo.

¿A qué se debe entonces el desprestigio social? “Al desconocimiento –dice categóricamente Salvador Lorenzo, embajador de la FP Dual en Europa y gerente de Integración Profesional de Repsol–, porque la FP capacita y lo hace muy bien. Además, es una vía fundamental de reclutamiento de trabajadores para las empresas; muchos de los estudiantes en prácticas acaban formando parte de la plantilla de trabajadores”.

Ramón Paredes lo sabe bien: comenzó en la antigua Seat como aprendiz a los 14 años y ha llegado a ser vicepresidente del gigantesco Grupo Volkswagen, aunque está recién prejubilado. Estudió una FP de grado medio de oficialía industrial, nunca dejó de formarse y fue escalando peldaños. Ahora dedica buena parte de su tiempo a divulgar esta vía educativa.

Hay alumnos, incluso, que aterrizan en la FP con un título universitario en las manos. Como José Antonio Sánchez, un ingeniero de Telecomunicaciones que, en plena crisis económica, se quedó sin empleo. Tenía 49 años y ninguna empresa le quería. En la FP, a través de las prácticas, encontró el acceso a las compañías que le interesaban. Hoy forma parte de la multinacional canadiense CAE, que cada año acoge en su sede española a un grupo de alumnos de Formación Profesional. “Me encanta estar con los chicos que llegan a hacer las prácticas, porque te aportan aire fresco y te echan una mano, aunque hay que tutelarlos porque no tienen experiencia. Los mejores acaban siendo contratados”, asegura Sánchez, mientras recuerda que, cuando él comenzó a estudiar, “la FP estaba muy mal vista, mucho más que ahora”.

Titulación y empleo

En el curso pasado, la matrícula en ciclos formativos de FP de Grado Superior aumentó en un 4% en todo el país y llegó a los 500.000 alumnos. Seguramente, esa cifra se debe, en parte, a que los jóvenes son conscientes de que no todos los títulos se adaptan a las necesidades del mercado. Pero también influye el que la FP se vislumbra como una línea recta para conectar con el empleo.

Por otra parte, instituciones, centros educativos, empresas y fundaciones privadas están haciendo un gran esfuerzo por eliminar la imagen de “perdedora” de esta alternativa. Así, la Fundación Atresmedia y la Fundación Mapfre han puesto en marcha la iniciativa Descubre la FP, con el fin de impulsarla y darla a conocer, reduciendo, de paso, el desempleo juvenil; la Fundación Bankia por la Formación Dual concede las denominadas Ayudas Dualiza para financiar programas de empleo; la Fundación Repsol ha formado ya más de 300 alumnos, de los que un 30% aproximadamente tiene contrato laboral fijo; y la Fundación Bertelsmann ha creado una plataforma, la Alianza para la Formación Dual, para poner en diálogo a todos los sectores implicados. Como sentencia Carmen Santamaría, la directora del instituto Profesor Raúl Vázquez: “Hay que decir adiós a los estereotipos y convencer a la sociedad de que la FP es el futuro y un itinerario formativo de primer orden. Aquí todos ganan”.

Eva Sequeira, descubrió la pasión por la enología gracias a un ciclo formartivo.

Eva Sequeira: "Mis profesores veín en esta vía una derrota. Pero no les hice caso". / nani gutiérrez

Hasta que comenzó un Grado Superior de Hostelería de FP en Granada, Eva no había probado el vino. Ni un sorbo. Pero la asignatura de Sumillería le descubrió un área que le fascinó. Hoy, gracias al proyecto Bankia Dualiza, prepara un vino blanco sin sulfitos ni aditivos con el que participará en un concurso entre estudiantes de FP. Y, mientras, trabaja en las Bodegas Alvear, de Montilla (Córdoba), una de las más antiguas de España.

“Estuve cuatro años vagando por el Bachillerato y no lo sacaba. Estaba hundida. La FP me ayudó a recuperar confianza”. Eva cree que los profesores de su antiguo colegio aún ven esta opción como un camino para derrotados. “Cuando estaba en ESO, se veía como un fracaso. Pero muchos de los que elegimos esa vía hemos salido adelante y trabajamos. Menos mal que no hicimos caso a las críticas”.

Sequeira aprendió los secretos del vino, la bodega y el laboratorio… Y, un mes después de acabar las prácticas, la contrataron en las Bodegas Alvear para que vigilara el proceso de crecimiento de la uva. “Tuve que aprender rápido. Había que coger muestras de los racimos para concretar la fecha de la vendimia. Me ayudó el capataz, menos mal. Con él he aprendido todo. En Granada hice algunas catas, pero no sabía por qué unos vinos huelen a madera y otros, a frutas”, dice.

Eva tiene 24 años. Le gustaría hacer la carrera de Enología en Córdoba y transmitir la pasión siente por un universo, el del vino, que tanto bien le ha hecho profesional y personalmente.

José Antonio Sánchez, logró reinventarse (y trabajar) a través de la FP.

José Antonio Sánchez: "A los 49 años, las empresas ni miraban mi currículo". / nani gutiérrez

José Antonio llegó a la FP de forma atípica. Llevaba 15 años como ingeniero de telecomunicaciones en una empresa que cerró por la crisis. “Me quedé en paro con 49 años, la edad ideal –dice con ironía–. Las empresas ni miraban mi currículo”. Entonces decidió reinventarse y acercarse a las empresas a través de un grado superior de FP. Su título mereció el Premio a la Excelencia de la Comunidad de Madrid. Y aprovechó las prácticas para demostrar sus habilidades en la multinacional canadiense CAE, del sector aeronáutico. Así encontró su oportunidad laboral. “Mis jefes se sorprendieron de que llegara un alumno tan mayor y con tantos conocimientos, pero me dieron trabajo en Barcelona y, más tarde, en Madrid”.

¿Cómo se integró entre estudiantes de 18 años? “Yo parecía su padre, pero conocí a muchos chicos con ganas de estudiar y trabajar. Me decían que era enrollado y nos lo pasábamos bien”, comenta Sánchez, que siempre fue un estudiante de sobresaliente y que empezó a trabajar muy joven porque su padre, como él, se quedó en paro a los 45 años. Ahora vuelve a ganarse la vida con lo que más le gusta: la tecnología. “Me encanta trastear con aparatos y mi trabajo exige habilidades de electrónica, mecánica, neumática, aviónica, vídeo... Y lo disfruto”.

Sara Aguado, encontró en esta vía un camino para reconducir su sueño.

Sara Aguado: "Nunca he estado en paro. Y trabajo en algo que me apasiona". / nani gutiérrez

Sara siempre quiso ser piloto, pero sabía que sus padres no podían costearle aquel sueño. Así que, tras un acercamiento frustrado a la Ingeniería Aeronáutica, se inscribió en un grado de Formación Profesional; durante las prácticas, al menos, podría tocar las tripas de los aviones. Desde que acabó sus estudios en 2009, las empresas del sector se la rifan. Ha pasado por seis firmas en nueve años, y ahora sabe que la suya fue una gran elección: “Terminé las prácticas un viernes y el lunes ya estaba trabajando en una subcontrata de Airbus; luego me fui a Cádiz a trabajar con simuladores de vuelo, volví a Madrid como técnico de mantenimiento de simuladores de torre de control y radar. Y ahora estoy en el área de Calidad del A330 MRTT [un avión cisterna de reabastecimiento en vuelo]. Está mal que lo diga, pero la verdad es que los empresarios me buscan. Y pocos amigos míos trabajan en algo que les apasione”.

De niña, se pasaba horas en el garaje con su padre, técnico de mantenimiento mecánico: “Me gustaba ver el motor del coche. Mis amigas me decían que era rara, pero me daba lo mismo. He perseguido mi vocación y, para ello, me ha ayudado mucho la FP”. Acaba de cumplir 34 años y ahorra para llegar a ser piloto. “La primera vez que subí a un avión como profesional sentí mariposas en el estómago. Fue como un beso de tu primer novio. Creo que se me iluminó la cara, como si me diera más vida”.

Ramón Paredes, la formación le ayudó a ser vicepresidente de Volkswagen.

Ramón paredes: "Mi gran máster fue dirigir mi primera fábrica". / nani gutiérrez

Humildad, esfuerzo, pasión, bondad, valentía y suerte. Todas estas cualidades caben en la biografía de Ramón Paredes (Don Benito, Badajoz, 1956), un hombre que empezó como aprendiz en la Seat de 1971, a los 14 años, y se acaba de prejubilar como vicepresidente del Grupo Volkswagen. “Tengo una historia muy peculiar. Podría ser una serie de televisión”, dice. Fue su madre quien le matriculó en la escuela de aprendices. “Después hice la FP1 para una oficialía industrial y, más tarde, la de grado superior. Había concursos, una especie de Masterchef de la FP, y quedé subcampeón de Cataluña en matricería”. El inglés, que pocos operarios conocían, le convirtió en imprescindible y fue escalando. Tras un periodo en Alemania y otro en Japón, le dieron la dirección de una fábrica. Y triplicó la facturación. “Ése fue el gran máster de mi vida”, dice. Dejó la empresa hace unos meses, por motivos personales, y le echaron tanto de menos que le invitaron a ocupar la vicepresidencia de Volkswagen.

Aún regresa a menudo a las oficinas, a visitar a sus compañeros. Eso cuando no está en alguno de los foros que sobre la FP se organizan en el mundo, porque Paredes cree que en esta opción reside buena parte del futuro y el progreso de un país. “Ahora estoy pensando en ir a Silicon Valley”, afirma.

20 de enero-18 de febrero

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