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Bianca Jagger, una rebelde con causa

La presidenta de la Fundación Bianca Jagger Pro Defensa de los Derechos Humanos repasa en el WomenNow la situación hostil a la que se enfrentan las mujeres en todo el mundo y anima a una revolución pacífica.

Bianca Jagger, durante el Santander WomenNOW celebrado en el Museo Reina Sofía de Madrid / Virginia carrasco

irene rivas

Museo Reina Sofía, tercera planta. La conferencia de Bianca Jagger, enmarcada en el Santander WomenNOW Summit , se retrasa unos minutos. En el escenario, Marta Reyero introduce a la nicaragüense como una mujer increíble que siempre fue una rebelde. Al fondo, sobre una enorme pantalla, se suceden imágenes de Bianca. Justo cuando una queda fija con la cita “Las mujeres necesitamos ser más contundentes en nuestras posiciones” se abre la puerta y aparece ella. Camina despacio, se apoya en un bastón y, aun así, hay algo fiero en su presencia.

El discurso de Bianca está articulado en inglés y arranca explicando cómo vivir bajo el régimen de Somoza y la propia experiencia de su madre, que se quedó sola y con tres hijos que sacar adelante a raíz de un divorcio, la llevaron a comprometerse con los derechos humanos. “Mi madre creyó en la emancipación de la mujer en un momento en que todas las mujeres de Nicaragua tenían la consideración de ciudadanos de segunda”. Sin previo aviso cambia del inglés al español, solo durante unos segundos, para explicar: “Me gustaría dedicarle la ponencia a mi madre y a la importancia de su influencia en mi vida”. La sala se vuelca con ella en un aplauso que abraza.

Durante toda la intervención, Bianca Jagger se mantuvo detrás del atril con una presencia hipnótica / Virginia carrasco

La importancia de la educación

Bianca, que se prometió siendo una niña que ella nunca sería “ciudadana de segunda”, consiguió una beca del gobierno francés y se marchó a París a estudiar Ciencias Políticas. “Eso cambió mi idea de libertad, democracia, justicia y respeto a los derechos humanos. Esta consciencia en Nicaragua no habría sido más que un sueño”.

En 1995 creó la Fundación Bianca Jagger para defender a los más débiles de la sociedad y reconoce que, a pesar de las mejoras experimentadas en los últimos tiempos, todavía estamos muy lejos de la igualdad. “Las mujeres están siendo atacadas en todo el mundo, sufren riesgo de violencia sexual en los trenes, en las oficinas… En todos los lugares que se les puedan ocurrir las mujeres pueden ser víctimas de una violencia institucionalizada que se basa en la percepción insidiosa y cruel de que las mujeres son débiles”. Y, por segunda vez durante el discurso, abandona el inglés por el español: “Es cierto que hemos ganado muchas batallas, pero todavía se nos sigue discriminando y todavía nos consideran inferiores a los hombres. Ha llegado el momento de declarar una guerra pacífica para que obtengamos la igualdad de género”.

Lo alarmante de las cifras es que detrás hay personas

La sucesión de porcentajes que lanza es aterradora: “el 35% de las mujeres en todo el mundo ha experimentado algún tipo de violencia”, “el 23% de las mujeres sufren en los primeros años de universidad una agresión sexual”, “se calcula que 650 millones de niñas se casan antes de cumplir los 18”, “no llegan ni al 30% las mujeres que piden ayuda”. “¿Pueden imaginarse lo que significa?” -pregunta Bianca desde el escenario. El silencio es atronador. “No exagero cuando digo que el mundo es un campo de batalla para las mujeres. Se nos está atacando nuestro acceso a la justicia, nuestros ingresos, nuestra representación… Es el momento de acabar con las agresiones sexuales y la violencia doméstica, es el momento de acabar con la cultura de la impunidad”.

Parece casi que desafía al público con una mirada enmarcada por esas características cejas suyas justo antes de prestar su voz a la escritora afroamericana Audre Lorde: “escribo para las mujeres que no hablan, que no tienen una voz porque estaban aterrorizadas, porque nos han enseñado a decir ‘El Señor nos salvará’, pero el silencio no nos salvará”. Y remata: “Es el momento de acabar con este silencio”.

La ayudan a bajar del escenario. Ella va abriéndose camino con el bastón. Es imposible no fijarse en las olas que dibuja, a la altura de los tobillos, su falda negra. El movimiento lo corta, a mitad de cadera, una chaqueta péplum del mismo color.

Bianca utiliza una cita de Úrsula K. Le Guin para despedirse: “No puedes comprar la revolución. No puedes hacer la revolución. Solo puedes ser la revolución”. Nos ha contado que ayer nació su bisnieta. Lo último que le escuchamos decir, en el Reina Sofía y en español, es: “seamos la revolución”.

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