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Última mesa de la jornada. Seis mujeres sobre el escenario y un punto de partida: no hay negocios de hombres. Casi todas coinciden en que tampoco han notado grandes diferencias en cómo fueron percibidas por sus compañeros varones al inicio de sus carreras y cómo lo son ahora. Solo hay una que discrepa: la boxeadora Joana Pastrana. “A mí nadie me ha dado un duro, ni una beca, nada. A lo mejor si hubiese sido hombre estaría montada en el dólar, pero no. Siendo tres veces campeona del mundo todavía no me han llamado a la puerta para decirme ‘Oye, creo que tienes futuro’”.
Es precisamente Pastrana la que responde rápida a la pregunta de si masculinizarse es un peaje que hay que pagar por desarrollarse en sus respectivas profesiones. “Ni muchísimo menos. Yo soy una mujer y quiero que se me considere como tal (…) Hay momentos para todo. El trabajo está en el gimnasio y en el ring y fuera de ahí no suelo llevar unos guantes en el bolso”.
“Pero es importante la imagen” -señala Ana Betegón, coronel del Ejército del Aire y directora del Hospital Militar de Zaragoza. “Ahora estamos llegando a unos puestos más elevados a los que antes no es que no quisiéramos, es que no podíamos llegar. Y la imagen que tenemos que dar las mujeres en las Fuerzas Armadas es de firmeza. Hay que transmitir fortaleza a la gente que luego va a ir contigo a un conflicto armado. Pero la firmeza y la fortaleza no son algo masculino, no hay que ser masculina para tener esas cuestiones”.
La primera aviadora española fue María Bernarda de Quirós, se licenció en 1928. Su figura ha supuesto un referente para Vanessa de Velasco Calvo-Flores, piloto de líneas aéreas y creadora de la plataforma ‘Aviadoras’ que anima a otras mujeres a ser piloto. “Somos un 4,5% de mujeres piloto en España y poco más de un 5% en el mundo. Hemos creado este movimiento para dar visibilidad a las mujeres piloto, para que las niñas se animen y para que todos lo normalicemos”.
“Cuando yo empecé -explica Marisol Soengas, jefa del Grupo de Melanoma del CNIO-, era muy típico que el 90% de los ponentes fueran hombres o que en los comités de evaluación de treinta personas solo dos fueran mujeres”. Aunque empieza a verse algo más de equilibrio, según reconoce la investigadora, aún queda mucho por hacer. “En puestos de responsabilidad solo tres de cada diez somos mujeres en una profesión en la que somos muchas las que empezamos. El problema es que las vamos perdiendo según van progresando en su carrera porque deciden no seguir por tema de maternidad o se quedan en puestos secundarios”. En este sentido, Soengas y su equipo de trabajo de ASEICA-Mujer han puesto en marcha la campaña ‘Pásate a la acción’ que se centra en tres frentes: dar charlas en colegios e institutos para que los más jóvenes tengan referentes, un programa de mentorización para mujeres que empiezan su carrera y otro de apoyo para que las que están más establecidas se atrevan a tomar las riendas.
Como señala Gabriela Uriarte, moderadora de la mesa y directora de Formación de la CEOE y del proyecto Promociona, “todavía está presente ese Síndrome del impostor. Nos creemos que somos una auténtica farsa en el trabajo todo el tiempo”.
Por suerte, cada vez somos más conscientes de nuestro talento y nuestra capacidad. “Estaba en un congreso internacional -explica Marisol Sonegas- y me acerqué a un hombre que había hecho una presentación muy buena porque quería colaborar con él y fui a decírselo. ‘Ah, sí -me dijo él- Porque eres adorable’. ‘Y también inteligente’, le contesté yo”.
A la pregunta de si miran el futuro con esperanza, todas dicen que sí. “Es que el futuro es este” -afirma Sonia Sánchez, directora de comunicación del CNI. “ Hace veinte años sería impensable que celebrásemos esta jornada”. “Tenemos que conseguir que se nos vea por lo que valemos -añade Ana Betengón-, no porque somos mujeres sino por nuestra capacidad de trabajo”.
Mientras el auditorio aplaude, la moderadora despide a un grupo de mujeres que son “un referente para el resto. Adorabilísimas, inteligentísimas y, además, muy normales, en el mejor de los sentidos”.
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