actualidad
actualidad
Odiar lo popular se ha vuelto, de pronto, tremendamente popular. Me cuesta imaginarme a una masa de ofendidos en los años 60 atizando a John Lennon por doquier: "Pero qué tabarra dais con los Beatles esos", "¿Qué pasa, que como le gustan a todo el mundo a ti también te gustan?". Pero a día de hoy pasa con Rosalía -salvando las distancias- o cualquier producto cultural que se ponga de moda.
¿Te gusta algo que le gusta a más gente? Terrible, agacha la cabeza, vete a pensar a un rincón, o mejor, vete a pensar a una filmoteca de cine nórdico para ser un poquito más original. Vives atrapado en una masa uniforme, sufres claustrofobia artística, eres el máximo común denominador, la línea recta. Avergüénzate.
Puede pasar, y pasa a veces, que algo que se vuelve popular no tiene una credibilidad artística elevada o es demasiado predecible. Puede ocurrir, también, que algo popular no guste por una fatiga comprensible debido a la sobreexposición. Pero muchas veces simplemente se critica algo popular, por eso, porque es popular.
Hay quien se mofa por hacerse notar dentro de su grupo selecto o como mecanismo de superioridad intelectual, asumiendo que una gran mayoría es incapaz de apreciar la calidad. Hay incluso a quien un producto ubercool le gustaba cuando no era conocido, pero en cuanto lo vio todo el mundo en Netflix dejó de gustarle.
Así que mi consejo es que, si quieres ser indie, dejes de odiar lo popular, porque hacerlo ya es más mainstream que los dragones de Juego de tronos. Y si este artículo se vuelve popular, tenéis mi permiso para odiarlo.
Más de la Imperfecta...
- La imperfecta: "Tenemos que hablar... del alquiler"
- La paseadora de libros, por la Imperfecta
- La imperfecta y el deseo imposible del vientre plano