Es un chico normal, o podría serlo si no se llamara Mario Casas. En la última década, este chico tan normal ha colonizado las fantasías sexuales de miles de mujeres y hombres. Y esas fantasías se han vuelto carne, hueso y escenografía en una serie que no esconde su vocación de crear morbo. En Instinto, un thriller erótico televisivo de Bambú Producciones para Movistar+, el sexo es el anzuelo... y el corazón. Marco Mur, el personaje que interpreta Casas, es un hombre castrado emocionalmente, y rico, que practica el sexo en un club privado con mujeres a las que ni conoce ni desea conocer. Una de las reglas del club es que todos llevan máscaras. La de Mario le cubre toda la cara, excepto la boca, y está adornada con escamas doradas.
En ese contexto oscuro y barroco, Casas tiene algo primitivo. Sin embargo, viéndolo aparecer con paso tranquilo en el estudio donde se hace la sesión de fotos, parece ajeno a todo el revuelo que está despertando la serie (ya en emisión). Tras saludar a todo el equipo, se dirige a su compañera de reparto, Ingrid García-Jonsson. "No te vas a creer lo que me acaba de pasar", dice. El taxista que le ha traído le ha confundido con un recién llegado de Venezuela. Y aunque el actor le ha dicho que es español de toda la vida, el conductor ha seguido en sus trece.
García-Jonsson ríe mientras terminan de maquillarla y dice que, ahora que se fija, sí que podría pasar por venezolano. Al actor le extraña que le atribuyan otra nacionalidad, pero no que aún haya gente que no le reconozca. Y eso que empezamos a verlo hace ya 25 años, en distintas campañas publicitarias. Después, la serie juvenil SMS le dio el paso al cine de la mano de Antonio Banderas, con El camino de los ingleses. Y a partir de ese momento, su carrera empezó a volar alto.
Ahora vuelve a la televisión con Instinto, una serie que algunos sitúan cerca de títulos como 50 sombras de Grey, Nueve semanas y media o Eyes Wide Shut. Mario no se decanta por ninguna de ellas, pero adelanta que nadie quedará indiferente. "Propone algo a lo que no estamos acostumbrados -comenta el actor-, y no es nada del tipo: "Ya está el guaperas de turno con el látigo". Instinto va por otro lado". Mario asegura que tiene poco en común con su personaje. "Quizá sí me reconozco en su obsesión por el deporte. Él tiene que tener todo controlado para no desestabilizarse. Y yo con el deporte soy bastante obsesivo. Para mí es una vía de escape. Lo practico cinco o seis días a la semana. Es mi forma de desconectar".
En la serie, Casas trabaja con Ingrid García-Jonsson, la actriz de la que se han enamorado -cinematográficamente- un buen puñado de directores: Koldo Serra, Helena Taberna, Zoe Berriatúa... Mario y ella hablan como dos amigos cualesquiera que se ponen al día. Ingrid se dio a conocer en el cine indie y Mario, en la ficción televisiva, pero ambos tienen en común que, a pesar de su juventud - él tiene 32 años; ella, 28-, han participado ya en más de una veintena de largometrajes.
Además, ya habían compartido secuencias en una película, Toro, en la que eran pareja en la ficción. En Instinto, la relación entre sus personajes será muy distinta. "Interpreto a Carol, que enseñará a Marco que amar hace daño, pero es necesario", resume la actriz, añadiendo que considera un placer trabajar con Casas. "Lo admiro mucho y me ha encantado repetir. Funcionamos muy bien, tenemos una forma muy similar de abordar el trabajo. Mario es supercurrante y creo que Instinto es la serie que es gracias a su trabajo: ha tenido que explorar lugares muy oscuros en los que a uno no le apetece estar, y aun así ha estado al 100%".
mario casas
Esos lugares están relacionados con los traumas infantiles del protagonista de la serie... que no se desvelarán, por cierto, hasta el final de la temporada. Según cuenta el actor, son esos episodios los que le llevan a actuar de una forma muy específica en el terreno sexual. Y el rodaje de las secuencias de cama le ha supuesto un reto. "Es difícil, sí. Si dijera otra cosa mentiría. Sientes pudor. Pero ayudó que todo estuviera tan cuidado. Las escenas del club se rodaron durante dos semanas, y llegó un momento en que esa obra de teatro, sexual entre comillas, ya era parte de nuestro día a día. Se nos quitaron las vergüenzas y me relajé por la forma en que se comportaban los otros actores. Los veía tirándose tanto a la piscina que tenía que estar a la altura. Carlos Sedes, el director, me preguntó hasta dónde quería llegar, y pensé que el personaje no se podía quedar a medias. Todos estaban dispuestos a casi todo. Nos creímos que estábamos en un auténtico club de encuentros sexuales", reconoce.
Cuando Ingrid García-Jonsson aceptó el papel, no sabía si su personaje acudiría también a ese club. "Me apunté al gimnasio por si acaso, aunque lo abandoné bastante rápido porque soy muy vaga", comenta. Pero asegura que ese tipo de escenas no le suponen ningún problema. "¡Y menos con Mario! -dice entre risas-. Hablando en serio, me parece muy importante hablar de estos temas en televisión. Lo que hacemos es contar la vida de las personas, y la sexualidad es algo importante en esas vidas, y muy definitorio de cómo somos".
Hace ya 10 años, cuando Tom Cruise y Cameron Díaz rodaban en Sevilla Noche y día, Ingrid García-Jonsson tuvo su primer contacto profesional con el cine: hizo de doble de luces de la actriz estadounidense. Desde ese momento, Ingrid quiso pertenecer a este mundo, aunque lo llevaba muy en secreto. "Empecé Arquitectura para que mis padres se quedaran tranquilos. Los dos son artistas; saben que esta es una vida dura, sin estabilidad, y querían que tuviera un trabajo normal. Yo no me atrevía a hacer lo que realmente quería. Hasta que llegó un momento en que se me hizo insostenible, sentía una infelicidad tremenda. Me fui de mi casa y me vine a Madrid a buscarme la vida en lo que quería hacer", cuenta. Después de unos años, llegaron una serie en Argentina, papeles en cortometrajes y webseries, y también un proyecto que supuso su salto a la escena internacional: la película Hermosa juventud, de Jaime Rosales, con la que viajó al Festival de Cannes. Desde entonces, no ha hecho más que rodar y rodar mientras la crítica reconoce su trabajo y habla del ciclón García-Jonsson. "Mis padres me apoyan. Y creo que lo habrían hecho desde el principio si hubiera sido capaz de hablar con ellos cara a cara. Eso hizo que el paso fuera un poco conflictivo en casa", reconoce.
Ingrid García
Ingrid pasó toda su infancia intentando encajar. "De pequeña tenía un problema con eso de tener pinta de guiri -su madre es sueca- y haberme criado en Sevilla. Al final no era de ningún sitio: en Sevilla era la sueca y en Suecia, la española. En ambos lugares era la rara, y a esas edades quieres encajar. Por suerte, ya me he reconciliado con eso. Creo que tener los padres que tengo también me ha ayudado a ver que lo diferente no es malo. Ahora hasta estoy orgullosa de ser rara", dice sonriendo.
Cuando Ingrid llegó a Madrid para trabajar como camarera por la noche y así poder hacer castings de día, Mario Casas ya estaba triunfando en la tele y el cine. A él, el éxito le llegó a los 19 años y ha logrado mantenerse más de una década - Tres metros sobre el cielo, Grupo 7, Palmeras en la nieve, El bar- entre los preferidos de directores y guionistas sin que el éxito le pase factura. "Yo me sigo considerando un chico de barrio. Vengo de jugar en la calle, de llamar a los timbres y echar a correr, de trastear con petardos... Mis padres me siguen tratando igual. Si me hubiese desviado, me darían un toque, pero no ha sido así; me siento cómodo ahí, esas son mis raíces".
También dice sentirse a gusto con sus compañeros de profesión. En ese mundo están la mayoría de sus amigos y en él ha conocido a sus parejas: María Valverde, Berta Vázquez... y Blanca Suárez, la actriz con la que mantiene una relación desde el año pasado. "Mi círculo de amistades no es muy amplio. Soy muy para adentro, no me gusta estar todo el rato conociendo gente. Al final, en esta profesión se crea un minimundo y ese es mi barrio de ahora. Por otro lado, el amor es muy suyo y uno se enamora de quien se tenga que enamorar. Da igual si es actriz, deportista, psicóloga... Pero en mi caso se ha dado de esta manera".
De historias de amor de película sabe lo suyo Ingrid García-Jonsson. Sus padres protagonizaron una en la Sevilla de finales de los 80. "A mi padre no le gusta que lo cuente, aunque yo lo cuento igual. Mi madre vino a estudiar un año a Sevilla y mi padre se enamoró locamente de ella. Ella fue un poco más durilla, pero él se empeñó en buscarla y acabaron los dos juntos y en Sevilla".
Los progenitores de Mario se estrenaron en la paternidad antes de cumplir los 20 años. Y aunque no se dedican a la interpretación, Casas cree que parte de su talento se esconde en sus genes. "Mi madre ha hecho el trabajo más complicado que hay: criar a sus hijos. Pero ella dice que siempre ha querido ser artista y es algo que estaba ahí, aunque no lo haya desarrollado. Mi padre se dedica a la carpintería y es un artista con las manos: ver cómo trabaja es increíble. Así que quizá en el fondo sí vengo de una familia de artistas". Todos sus hermanos -excepto Daniel, de cuatro años- han hecho sus pinitos en el cine. Durante la sesión de fotos llegará Sheila, la segunda de los Casas, abogada y representante de Mario. En su niñez participó en anuncios y hace unos meses rodó la serie El Continental. Christian, el tercero, participó en varias series -Cuéntame cómo pasó, El internado- hasta que se licenció en Económicas. Ahora dirige, con su hermana, la carrera de Mario.
El cuarto de la saga es Óscar, a quien la crítica ya augura un gran futuro como actor y que también trabaja en Instinto: interpreta a José, el hermano con trastorno del espectro autista (TEA) de Marco, que vive en el centro en el que Carol (Ingrid) trabaja. "Hemos descubierto mucho juntos -dice la actriz-. Estuvimos en un colegio para chicos y chicas con TEA, y nos llevamos una lección de vida preciosa: al final, el amor es lo que más cura. Trabajar con Óscar ha sido otro regalo. Es un actorazo con una luz increíble. Estoy segura de que va a triunfar".
Mario Casas es de la misma opinión: "Estoy orgullosísimo de él. Con su edad, 19 años, yo no tenía la inteligencia para componer un personaje como lo ha hecho. La pena es que compartíamos secuencias maravillosas en las que él me abrazaba y nos encontrábamos; pero mi personaje lo rechaza. En la vida real, nuestra relación es todo lo contrario", dice.
Mario y Óscar se llevan más de una década, pero él asegura que nunca ha tenido que hacer de hermano mayor. "La educación que yo he tenido ha sido más de tú a tú. Mis padres han hecho de padre y de madre, pero también han sido nuestros amigos. Y así, como amigos, nos comportamos los hermanos. Si tengo que decirle algo a Óscar, no tengo ningún problema, pero tiene un carácter tan maravilloso y es un chaval tan sano que poco tengo que decirle. Ahora, si me pide un consejo, siempre se lo voy a dar".
Ingrid también ha abierto el camino para su hermana pequeña: "Es bailarina y artista de circo, y mucho más valiente que yo -cuenta-. Mis padres intentaron también con ella lo del trabajo normal y empezó Derecho, pero acabó dejando la carrera".
En un descanso de la sesión, Casas repasa su agenda con su hermana. Tiene pendientes varios rodajes y está inmerso en el de Adiós, de Paco Cabezas. García-Jonsson ha terminado Salir del ropero, junto a Candela Peña, Verónica Forqué y Rosa María Sardà, y se prepara para emprender, en octubre, un nuevo proyecto. Mientras, aprovechará para sacarse el carné de conducir y disfrutar de unas serenas vacaciones. ¿Sigue pudiendo disfrutar de los viajes sin que la reconozcan? ¿Cómo lleva la fama? " No leo nada que tenga que ver conmigo, y lo hago conscientemente porque creo que no llevaría muy bien saber lo que la gente piensa de mí. No estoy cómoda sintiéndome en el punto de mira. Creo que me podría devorar un poco el ego. Si empezara a leer no iba a parar". Andy Warhol le daría un consejo: "No prestes atención a lo que dicen sobre ti, solo mídelo en centímetros". En el caso de Mario e Ingrid, esperamos kilómetros de comentarios.
20 de enero-18 de febrero
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