"Aquí no pasa nada... ¡Me siento cual lombriz de tierra!", masculla Gordi lanzando con la azadilla a un sorprendido anélido por los aires. Estamos en nuestra huerta comunal, algo propio de los años 60 que, como todo, ha vuelto. Gordi prosigue: "Mientras nosotras sembramos, aterrizan en Saturno, por ejemplo". Martina pregunta: "¿Y qué se nos ha perdido allí?". Con un sombrero de paja y pañuelo al cuello, lady huerta -mi querida Lis- se suma: "Todo sucede fuera: los logros científicos, las grandes decisiones...". Interviene Camile: "Disiento, es justo al revés. Además nos necesitan -dice señalando la huerta-. ¿Qué comeríamos si no? ¿Papeles? ¿Los ordeñadores?". Ante el lapsus lingüístico, nos reímos, me descentro y por error arranco un pimiento.
Martina sigue: "Hay que redefinir el progreso. Vivimos rodeados de ondas invisibles y pesticidas que están exterminando a las abejas. Voy a deshacerme del wifi, y conectarme solo por cable". Se acerca una gallina y le picotea los pies. Lis comenta: "Parece que Matilde disiente".
Matilde es una de las gallinas de Camile. Hace unas semanas, apareció malherida. Puede que la atacase un perro o una comadreja, no se sabe, ya que ha mantenido el pico cerrado. "Lo normal -dice Camile- era dejarla morir, pero no he sido capaz. Al final, con aspirina, acupuntura y reposo, aquí está". La coloca cerca de las otras, pero guardando las distancias. Si la ven ladeándose (le ha quedado una inclinación hacia la izquierda), se lanzan a picotearla sin piedad. A continuación, Camile propone un tentempié.
Martina insiste: "No es solo el wifi, también, está la temperatura del planeta subiendo". "Un par de grados, no es tan grave...", afirma Lis. "¡Díselo a los osos polares!", responde Camile. Martina tiene razón: las nuevas generaciones se están rebelando. Me gusta la frase que Greta Thunberg soltó a los políticos en la cumbre de Davos: "¿Vienen a hablar del cambio climático en jet privado?". Lis replica: "¿Deberían haber llegado en calesa?".
En ese momento, Matilde se ladea. Al instante acude otra gallina a picotearla. Algarrubia comenta: "No tienen compasión". Se abre un nuevo hilo. Yo reconozco haber rescatado a un moscón. Martina añade: "¿Y por qué no? No sabemos lo que siente...". Lis la abraza y le tapa la boca: "Haz una sentada y cuéntaselo al alcalde. ¡Los moscones también sienten!". Martina sonríe: "Qué buena idea. ¿Te importa si me la llevo?", pregunta a Camile mirando a Matilde. Algarrubia la anima: "Llévatela. Una imagen dice más que mil pancartas". Levanto la mano: "¡Me apunto! -y señalando a la gallina pregunto riendo-. Si va ella, ¿no deberían ir todas?". Algarrubia proclama: "¡Vivan Camile, Pina y Martina! ¡Vivan las hortalizas y la Gallina Galáctica!". Lis se lamenta: "Dios las cría y ellas se juntan. Prepara su maletilla, Camile: la veo en Estrasburgo".
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