actualidad
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Los niños, con sus emociones a flor de piel, su cándida gravedad y su mirada (admirativa, confiada, hostil) hacia el mundo adulto han sido a menudo objeto de retratos y estudios artísticos. Y la fotografía recogió, desde sus primeros momentos, el testigo de esa fascinación por la infancia. Los pioneros de este arte (Margaret Cameron, William Fox Talbot) ya utilizaron a sus hijos y sobrinos como modelos, y todos los géneros han recogido la mirada infantil como trasunto de la adulta o como interrogación o juicio sumarísimo a nuestras acciones.
La exposición Child: a celebration (galería Peter Fetterman, Santa Mónica, EE.UU., hasta el 8 de junio) recopila algunos de los retratos infantiles más conmovedores de la historia: las refugiadas afganas de ojos endurecidos de Steve McCurry; la mirada siempre tierna sobre infancias a veces difíciles que traza Henri Cartier-Bresson; los niños que imitan a los adultos que serán, inmortalizados por William Klein; la seriedad de los protagonistas de rituales tradicionales que retratan Flor Garduño o Sebastião Salgado... Una recopilación de miradas sinceras (y no siempre felices o conformes) que apunta directamente a nuestra emoción.