El sex appeal de las canas: ¿por qué están bien vistas en hombres y no tanto en mujeres?

El ideal de la belleza natural , que viene estando de moda en los últimos años, no ha conseguido combatir todavía una realidad respecto a la percepción del pelo blanco. Una encuesta de la consultora Ipsos para L'Oréal España indica que las canas siguen siendo la mayor preocupación respecto al cabello de las españolas de entre 35 y 65 años.

Al margen de los sexos y en relación a las canas, dice la psicología que quienes las aceptan es porque tienen mucha personalidad y muy pocos complejos. Son capaces de decir su edad sin pudor alguno. Son personas más felices que se aceptan a sí mismas. Además, poseen una fuerte autoestima, se preocupan por seguir creciendo en todos los sentidos y ven el paso de los años como algo natural, sin mayores traumas. Pero, ¿en verdad cuantas son las mujeres que encajan en esta descripción?

La última campaña de Pantene, que promociona una gama de productos para cabello blanco o gris anima a la gente a debatir sobre las canas. Bajo el hashtag #elpoderdelascanas dan rienda suelta a un intercambio de opiniones para romper con los estereotipos negativos que ha inculcado la cultura y que presionan a muchas mujeres a día de hoy.

Por más que sea tendencia, el pelo gris no siempre es aceptado por la mayoría pues la realidad es que se sigue relacionando con la vejez. De hecho, ¡las primeras canas asustan! Relacionamos el paso del tiempo con el desgaste, la inutilidad y el deterioro físico y mental. A veces se vinculan con el estrés o con enfermedades metabólicas, pero nunca con motivos de alegría. Y es que obviamos la sabiduría y experiencia que aporta la edad, atributos sin duda de gran valor, pero que en viendo el reflejo que nos devuelve el espejo, se diluyen.

La buena noticia es que la tendencia estética actual, que bebe del concepto de belleza natural, se aplica a todo: desde la comida y la medicina, hasta el maquillaje y el cabello. Así que cada vez más, el pelo gris es visto como una piedra angular del empoderamiento femenino. Se empieza a considerar elegante, moderno. Las canas son una indicación de una vida satisfactoria. Son la evidencia visible de una vida llena de experiencia.

Además, hoy en día las canas tienen la capacidad de empoderar más que en cualquier otro momento de la historia pues vivimos en un mundo en el que cada vez hay más personas que desafían las normas culturales y redefinen los estándares de belleza. Por eso cada vez vemos a más mujeres en las calles que, ante las primeras canas, se niegan a disimularlas, y las lucen con orgullo. Sirvan como ejemplos de célebres canosas la propia Letizia Ortiz, o intelectuales como la difunta Susan Sontag, que toda su vida desafió los cánones estéticos con su melena bohemia, alborotada, y parcialmente blanca.

Decía muy sabiamente esta intelectual americana “Mientras de los hombres se dice que maduran, de las mujeres se habla que envejecen”.

Y es que, aunque avanzamos en el Laissez faire sobre la evolución natural de nuestros cabellos, dejando de lado la esclavitud del teñido, en la batalla de sexos, la mujer sigue perdiendo también en el ámbito del pelo gris.

Ellos se consideran sexis, experimentados, maduros, deseables, seguros de sí mismos. El cine vende a los canosos como galanes como Richard Gere o Pierce Brosnan, mientras pocas son las mujeres de edad similar que se dejan ver en el celuloide con el cabello cano. Una excepción femenina podría ser Diane Keaton en Poms, película que acaba de estrenarse en nuestros cines, donde luce blanca cabellera en su rol de mujer que vive en una residencia de ancianos. Huelga decir que todas estas estrellas de Hollywood son coetáneas, pocos años arriba o abajo.

Se ve que, en el caso de las mujeres, incluso en los tiempos del #metoo el cuerpo de ellas sigue siendo escrutado. Y hablamos de cada parte, cada poro e incluso cada cabello. Afortunadamente existen movimientos en redes como @grombre o @enamorandomedemicabellogris que con su continuo homenaje al fenómeno del pelo blanco, están haciendo tanto para ayudar a la mujer a la liberarse del lastre de las imposiciones culturales.