Muchos hombres tienen alergia a la palabra amor. Les pondré un ejemplo: normalmente, ellos no compran novelas románticas o, mejor dicho, que se adjetiven como "de amor". No hace mucho, discutía sobre esto con mi editor, David Trías. El se resistía a creer que fuera así pero al final se vio obligado a reconocer que yo tenía razón. Solo tuve que hacerle una pregunta: " ¿Qué tipo de lectores compran una novela en que el amor sea la materia prima?". No tuvo más remedio que reconocer que pocos hombres se inclinarían a comprar un título en cuya portada aparezca la palabra "amor" (o desamor, tanto da).
Sin embargo, algunas de las novelas de amor más hermosas y trágicas de la historia de la literatura han sido escritas por hombres: Anna Karenina, de León Tolstoi; Madame Bovary, de Gustave Flaubert; Romeo y Julieta, de William Shakespeare; Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand... Incluso la empalagosa Love story, de Erich Segal, entre tantos otros títulos.
Deberíamos preguntarnos por qué, si los hombres son capaces de crear bellísimas historias de amor, huyen como de la misma peste, al mismo tiempo, de elegir una novela que lleve en el título, o en su publicidad, esta palabra.
La respuesta es sencilla: en el imaginario masculino, el amor es una debilidad propia de mujeres. No es que ellos no se enamoren, ni que no sean capaces de hacer cualquier cosa cuando viven esa pasión. Es, simplemente, que no hablan de eso, no lo exhiben. Les suele producir un extraño pudor. De esta manera, cualquier libro en el que aparezca la palabra "amor" es considerado un título para mujeres.
Ellos se lo pierden, claro está. El amor, de la misma manera que el odio, la venganza, la piedad, la ira, el perdón, la avaricia (etcétera, etcétera)... es uno más de los materiales que conforman al ser humano. Tanto da si se trata de hombres o de mujeres. Pero, como ya he comentado, ellos suelen creer que el amor es una debilidad de la que no se debe hacer gala.
Así, los expertos en marketing de las editoriales saben perfectamente que si en la portada de un libro o en la publicidad que se elabora para comercializarlo aparece la palabra amor, se verá rechazado por una amplia mayoría de lectores masculinos y, sin embargo, despertará el interés de muchas lectoras.
Absurdo, sí, pero esa es la realidad. Porque una buena novela ni es masculina ni es femenina, es una buena novela donde nos cuentan una historia que nos puede interesar, ni más ni menos. Vamos, digo yo.
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