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"Caso Iveco: así son los mecanismos psicológicos de la porno venganza", por Isabel Menéndez

El suicidio esconde un enigma que se lleva quien se quita la vida. Investigando su historia podemos buscar hipótesis. Pero el caso de la trabajadora que se suicidó tras la difusión de un vídeo sexual es, además, una acusación.

Hay preguntas que nunca tendrán respuestas ante un acto como el suicidio, pero algunas de las que podríamos hacernos, pensando en la joven trabajadora de Iveco que se suicidó en Madrid el pasado 26 de mayo, deberían encontrarla. ¿Por qué en la empresa no hicieron algo para parar el acoso que estaba sufriendo por parte de algunos compañeros? ¿Esas medidas podrían evitar que un acoso laboral termine en tragedia? ¿Por qué un vídeo sexual suicida a mujeres pero no a hombres?

Un suicidio es, desde el punto de vista psicoanalítico, un homicidio del "Otro", que es una forma de denominar al inconsciente; pero existe una articulación entre el suicidio individual y las fuerzas destructivas que operan dentro de nuestra cultura. Algún conflicto psíquico inconsciente se despierta por un suceso externo que desencadena la tragedia, en el caso de Verónica, de 32 años, fue un vídeo sexual que había hecho hacía años y que ahora circulaba entre los empleados del lugar donde trabajaba. La circulación de estas imágenes provoca en la víctima una presión interna insoportable, pues parte del psiquismo anula al yo, lo destruye y dirige hacia sí mismo toda la agresión que no puede tramitar hacia fuera. Ella la recibe, pero no puede defenderse ni expulsarla. Fracasan los instintos de vida y vence la pulsión de muerte.

En este caso, vemos que el ambiente irrespirable de humillación provocado por los que la rodeaban, la destrozó. Ella grabó hace años un vídeo sexual con su móvil, dirigido a un amante con el que después rompió. Tenía entonces 27 años. Por aquel entonces ya vivía con su novio, Daniel, con el que tuvo dos hijos. El mayor tiene cinco años y el pequeño es un bebé de meses. Hace un par de semanas, el vídeo volvió a salir a la luz (ya lo había hecho hace cinco años, pero entonces pudo pararlo). 

Estas imágenes, supuestamente enviadas por uno de los dos empleados de la empresa con los que ella había tenido una relación, llegaron al Whatsapp de muchos compañeros de la fábrica. Fue tan difundido que incluso lo recibieron personas ajenas a la empresa. Todos entraban en su intimidad y ella comenzó a sufrir una presión muy alta. Algunos incluso iban a su puesto de trabajo con comentarios como: "Mira, esa es la del vídeo". Cuchicheos, bromas, silencios, miradas, abonaron una tensión interna insoportable. Un compañero comentó que, después de que las imágenes se hicieran virales, era habitual que algunos recorrieran toda la fábrica para llegar hasta su puesto de trabajo para señalarla y estar cerca de la protagonista. Se supone que esas imágenes volvieron a aparecer en su vida por venganza de uno de los dos amantes.

En el año 2012, cuando llevaba ya seis años trabajando, Verónica apareció en la revista de la empresa acompañada de 27 compañeros (25 hombres y cuatro mujeres). Ella decía: "Trabajar con compañeros agradables hace que se te pase el día más ameno". No sospechaba entonces que algunos de esos amables compañeros, tiempo más tarde, la señalarían como "la del vídeo", acosándola. Cuando el acoso se produce por gente cercana, la humillación que sufre la acosada es mucho mayor.

Cinco días después de que el vídeo se hiciera viral, acudió al comité de empresa para denunciar el acoso al que se veía sometida. La empresa le ofreció otro puesto de trabajo y que denunciara a los responsables, pero no quiso. Es probable que no deseara hacer más público el asunto. El acoso por parte de sus compañeros fue brutal. El desamparo de la empresa, mezquino.

"Ya no puedo más", le dijo a una compañera un día antes de quitarse la vida. El vídeo había llegado hasta el teléfono de su actual marido, enviado por su cuñada, que trabajaba con ella. Ese mismo día, tuvo una fuerte discusión con él en la que su pareja le planteó la separación, asegurándole que solicitaría la custodia de sus hijos.

El vídeo parece que fue grabado cuando ellos ya vivían juntos. Si se trataba de una infidelidad, esto aumentaría la culpa de ella y el enfado de él.

Un día más tarde, Verónica padecía una angustia insoportable y tuvo que irse a su casa antes de acabar la jornada laboral. Por la tarde, se quitó la vida ahorcándose. ¿Por qué no pudo defenderse? ¿Qué es lo que no pudo decir que se le quedó en la garganta y asfixió su vida para siempre? La presión social que sufrió fue sádica y cruel. El suicida quiere eliminar algo o a alguien que nos invade. Verónica fue invadida por los comentarios y acciones de su mundo laboral. Grabó una escena de forma privada, pero no para uso y escenario público.

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