Carola Rackete es capitana de barco. Y por eso es quien decide hacia dónde se dirige y dónde atraca. Raramente se le deniega el permiso, a menos que se sospeche un grave delito. O que el barco sea portador de una enfermedad incontrolable. Esto último era común siglos atrás, cuando la única defensa era la cuarentena. Hoy hay una nueva forma de alejamiento que es ya frecuente en las aguas del Mediterráneo. La razón no es el temor al contagio. Es el rechazo a los pasajeros, que arriban sin nada en los bolsillos porque huyen de la esclavitud, de la guerra o de la miseria. Se lanzan al mar, sin más norte que su desesperación, en míseros botes de goma. Muchos son engullidos por las olas. Otros son rescatados al borde de la muerte. El mar se ha convertido en epicentro del dolor y del heroísmo. La capitana Carola Rackete, de la ONG alemana Sea Watch, ha sido la última en procurar que no se nos olvide.
Nació en 1988 en Preetz (Alemania).
Estudió Ciencias Ambientales y se embarcó en un rompehielos en el Ártico.
Recorrió América Latina como mochilera, lo que despertó su conciencia humanitaria.
Está al mando del barco de Sea Watch que dejó en la isla de Lampedusa a 40 migrantes rescatados en alta mar.
Está acusada de favorecer la inmigración ilegal, de resistencia o violencia contra nave de guerra y de intento de naufragio por chocar contra una patrullera.
Ha sido puesta en libertad, en espera de juicio.
En su último viaje, antes de ser detenida, iba rumbo al puerto siciliano de Lampedusa. Llevaba a tierra firme a 40 migrantes rescatados en alta mar, frente a las costas de Libia. Sea Watch recorre las aguas para impedir que las olas se traguen a los que han quedado a la deriva. ¿Es este un acto humanitario? Hay quien piensa que se trata de "un acto de guerra", como si poner a salvo vidas humanas constituyera un peligro intolerable. Así que las autoridades italianas mantuvieron el barco de Carola a distancia dos semanas, hasta que el pasaje empezó a enloquecer.
Entonces decidió atracar. Fue detenida en la madrugada del 29 de junio. Puede ser condenada a 10 años de prisión y a una multa de 50.000 euros. La acusan de resistencia o violencia contra nave de guerra, por chocar contra una lancha de la Guardia de Finanzas italiana, cuando intentaba arribar a puerto. Carola enfiló hacia la costa tras estar 17 días en alta mar, esperando que la autorizaran a atracar. El deber de un capitán es proteger a su pasaje y ella obedeció las leyes del mar. Ha estado 72 horas en arresto domiciliario y ya la han puesto en libertad, pero tendrá que enfrentarse a un juicio por favorecer la inmigración ilegal. Europa se cierra y miles de personas mueren por ello. ¿Desaparecerán los puertos francos para siempre?
20 de enero-18 de febrero
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