e izquierda a derecha: Anna Castillo luce jersey de Sportmax, pantalón de Louis Vuitton y zapatos de Manolo Blahnik; Lidia San José viste un top de Uterqüe, pantalón de Delpozo y sandalias de Jimmy Choo; y Belén Cuesta lleva un vestido de Sportmax y sandalias de Manolo Blahnik.. / PEDRO WALTER

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Belén Cuesta, Lidia San José y Anna Castillo, las chicas de Paquita

Tres actrices con derroteros muy distintos se unen, por obra y gracia de los Javis, en el reparto de Paquita Salas, la serie española de moda. Con ellas hablamos de experiencias personales y comunes al calor de la tercera temporada.

¡Lidi, Lidi!” gritan al unísono Belén Cuesta (Sevilla, 1984) y Anna Castillo (Barcelona, 1993) cuando ven entrar por la puerta del estudio a Lidia San José (Madrid, 1983). Y en cuestión de segundos las tres actrices están inmersas en una alborotada conversación sobre los últimos resultados electorales y la intensa promoción de Paquita Salas (Netflix) que tienen por delante. Puestos a imaginar, esta sesión de fotos debe parecerse bastante a un día cualquiera del rodaje de una serie que comenzó como la aventura de un grupo de amigos para una pequeña plataforma de Internet y que acaba de estrenar su tercera temporada a nivel planetario. Pocos apostaban por una ficción que narraba la vida y milagros de una representante que no pasa por su mejor momento y su particular troupe pero, gracias al boca a boca, se convirtió en un fenómeno venerado por fans incondicionales que, contra todo pronóstico, arrasa en todas las galas de premios.

FACTORÍA JAVIS

Y todo gracias a “ los Javis”, alias de Javier Calvo y Javier Ambrossi, pareja sentimental y profesional de actores reconvertidos en guionistas y directores que convierten en éxito todo lo que sale de sus cabezas. A ambos no han debido de dejar de pitarles los oídos durante toda la mañana porque las tres protagonistas de Paquita Salas, además de sus amigas y cómplices, se deshacen en elogios hacia ellos. “Los adoramos porque son libres, valientes y honestos. Lo hacen todo fácil y tienen una calidad humana impresionante”, afirma Belén Cuesta. “El buen rollo que hay entre nosotros es completamente real. Trabajar con ellos es como hacerlo en familia porque se vuelcan en darte confianza”, dice Anna Castillo. “Son unos cracks: no les diría que no a nada”, sentencia Lidia San José.

Belén Cuesta / PEDRO WALTER

Esta historia de amor comenzó en 2013, cuando “los Javis” estrenaron el musical La llamada en un pequeño teatro y sin muchas pretensiones, pero fue tal bombazo que en 2017 se trasladó al cine y, seis años después, se sigue representando. Por entonces, Javier Ambrossi y Belén Cuesta, que rondaban los 30, compartían confidencias trabajando como camareros en un bar de Madrid y ni siquiera se atrevían a soñar con lo que estaba por venir. “Yo estaba a punto de tirar la toalla y volverme a Málaga. Pensaba: “Esto no va, así que me largo y sigo actuando, más por amor al arte que otra cosa, pero en un sitio donde no sea tan caro vivir” –recuerda Belén–. Esta profesión tiene ese lado amargo que te hace pasar por momentos de bajón en los que te cuestionas si realmente vales o no. Afortunadamente mis padres, que me han animado mucho desde el principio, siempre me decían: “Tranquila, aguanta, esfuérzate y trabájatelo”. Y mira, quién me iba a decir que ahora iba a estar en una serie maravillosa y encadenando un proyecto tras otro”. Porque Cuesta debutará este año en el Festival de Teatro Clásico de Mérida con la obra Metamorfosis y estrenará tres de las películas más esperadas: Litus, con Quim Gutiérrez y Álex García; Ventajas de viajar en tren, junto a Luis Tosar y La trinchera infinita, como la esposa de Antonio de la Torre. Y en todas ellas podrá demostrar que su innata vis cómica, que le ha valido dos nominaciones a los Goya, no está reñida con hacer un drama. “Me apetecía mucho probarme en otro registro. Curiosamente, cuando estudiaba no hacía mucha comedia pero alguien descubrió que tenía facilidad para dar vida a personajes que resultan un poco patéticos y la verdad es que disfruto mucho”, explica.

“No hacía comedia… hasta que alguien descubrió que tenía facilidad para hacer personajes un poco patéticos”

Belén Cuesta

Belén cuenta que su lado ganso, y tal vez artístico, se lo debe a su madre. “Ella y mis tías son divertidísimas y maravillosas –dice orgullosa–. Cuando eran jóvenes a mis padres y sus amigos les encantaba hacer de extras en el cine y recuerdo, siendo niña, que mi madre siempre me decía “yo he trabajado con Sean Connery” y yo pensaba “qué me está contando esta mujer”. Cuando vi la película, en la que mi madre solo le decía a Connery: “Por favor, pase por aquí”, me moría de risa. ¡Estaba guapísima!”.

CAMINO A LA MADUREZ

Anna Castillo se sumó al fenómeno de La llamada poco después de que estallara, tras coincidir con la actriz Macarena García, hermana de Ambrossi, en un curso de interpretación y convertirse en inseparables. Llevaba formándose en interpretación desde niña, de adolescente había sido una de las integrantes del grupo musical “sp3” y había participado en una serie de la TV3 (Família dels supers), pero entonces solo se lo tomaba como un hobby. “Actúo desde los 14 años porque era lo que más me divertía. Pero ha sido al ir haciéndome mayor cuando me he dado cuenta de que aunque podría aprender otras cosas que me hicieran feliz, nada me gusta tanto ni se me da mejor que ser actriz”, explica.

Lidia San José / PEDRO WALTER

Ese viaje hacia la madurez comenzó cuando la intérprete dejó Barcelona y se instaló en Madrid. “Tenía 19 años y fue el despertar total: nuevos amigos, nuevos estímulos, nuevos proyectos… Fue una época increíble. Me hice mayor a la fuerza pero pasándomelo muy bien y sin dejar de ser petarda, que lo sigo siendo, pero también había momentos duros en los que me decía: “Anna, estás un poco sola, así que espabila”, recuerda.

GUIARSE POR EL INSTINTO

Y parece que lo hizo, porque poco después protagonizó El olivo (Icíar Bollaín), por la que consiguió el Goya como Mejor Actriz Revelación, y el resto ya es historia. Infinidad de nominaciones y galardones por películas como Viaje al cuarto de una madre y series como Arde Madrid, que demuestran su versatilidad y ojo clínico para elegir los papeles. “Los premios no me suponen ninguna presión, más bien todo lo contrario. ¡Como que ya los he ganado y no tengo que preocuparme! –afirma–. A la hora de trabajar me guío por mi instinto. Si leo un guion y me emociona, pienso que a muchos otros también lo hará”.

“Mi vida no tenía sentido si no rodaba… y sigo pensando lo mismo ¡si no actúo prefiero morirme!”

Lidia San José

La vida de Lidia San José es de esas que dan para una serie. Eso debieron de pensar “los Javis” cuando le ofrecieron dar vida a Lidi, su alter ego en Paquita Salas, una estrella infantil venida a menos que trata de relanzar su carrera mientras hace caja en Pasapalabra. Pero Lidia, a la que conocimos siendo una adolescente en dos hitos de la televisión de los 90, A las once en casa y ¡Ala… Dina!, afirma que ella no tiene tanto que ver con su personaje como parece. “Desde niña, siempre quise actriz y me convertí en una joven actriz. Mi vida no tenía sentido si no rodaba y sigo pensando lo mismo. ¡Si no actúo prefiero morirme! –admite–. Pero durante toda mi etapa en el instituto solo trabajaba y estudiaba, no tenía vida. Así que cuando fui a la universidad empecé a rechazar ofertas para poder terminar la carrera y, prácticamente, dejaron de llamarme, aunque la verdad es que yo nunca paré de hacer teatro. Pero ya sabemos que en esta profesión parece que solo te va bien si sales en la tele. No lo digo con resentimiento porque yo siempre he hecho con mi vida lo que he querido, no lo que la gente esperaba que hiciera. Nunca he dejado de centrarme en lo positivo y me considero una mujer muy afortunada”.

Prueba de que va por libre es que hace tres años hizo las maletas y se afincó en México sin trabajo, sin amigos y sin contactos, solo para cumplir un sueño que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo. “Soy antropóloga especializada en América Latina y siempre dije que algún día viviría en Tenochtitlán, que fue la capital azteca. También estaba enfadada con la situación política en España, con tanta corrupción y cosas como el 21% de IVA a la cultura. Así que decidí irme a México, que es un país surrealista pero, bueno, ¡yo también soy un poco absurda!”, admite entre risas.

“Parece que soy loca y atolondrada, pero cada vez tengo las cosas más claras”

belén cuesta

Los comienzos no fueron fáciles pero ya ha conseguido ser conocida como “la española”. “Tardé 11 meses en conseguir mi primer casting, no conocía a nadie y me iba comiendo los ahorros, pero soy muy testaruda y considero que soy buena actriz, así que no paré hasta que conseguí un papel protagonista en la telenovela Nada personal. Luego participé en la serie sobre el cantante Luis Miguel –cuenta–. Estoy enamorada de México de forma irracional y he hecho unos amigos increíbles que me cuidan muchísimo. De momento no pienso en regresar, entre otras cosas, porque vengo tanto a España que no lo echo de menos. Mi madre, que es mi mejor amiga y al principio lo llevaba fatal, ahora está encantada porque cuando estoy aquí vivo en su casa y mi hermano también se junta con nosotras”.

San José, que es como un libro abierto, tampoco oculta que otra poderosa razón para lanzarse a la aventura americana es que se encontraba en el fatídico momento –33 años entonces– de “ahora o nunca”. “Siempre he tenido claro que quería ser madre y con un hijo ya no eres tan libre para hacer según qué cosas. Pero ahora no lo tengo tan claro porque veo a algunas amigas muy desesperadas que me dicen que su vida era mucho mejor antes de tener hijos. Lo cierto es que preferiría ser madre adoptiva pero, por si acaso, he decidido congelar óvulos. No necesito tener pareja porque me encanta vivir sola y, además, me cuesta mucho que alguien me interese lo suficiente como para compartir mi vida. Cuando estoy con una persona soy demasiado servicial, me olvido de mí y no me doy mi lugar. Es algo que tengo que cambiar de una vez, pero no lo consigo.

¡Maldita educación!”, se queja.

Anna Castillo / PEDRO WALTER

DE VIDAS PRIVADAS

Anna Castillo está en otro momento vital, pero también sueña con trabajar fuera y disfruta de la vida sin cortapisas. Con una naturalidad envidiable, agradeció uno de sus dos premios Feroz a su pareja, la ayudante de dirección Lara Blanco, y pone a Instagram por testigo de su relación. “Se da mucho bombo a cosas que no creo que lo merezcan, pero si lo escondes le das una dimensión desproporcionada. Yo prefiero hacerlo todo limpio y claro porque es como lo vivo y con la libertad que me han educado mis padres. Pasado el cotilleo inicial, creo que las cosas, cuando se ven, se normalizan. Desde los 14 años, siempre he sido muy espontánea en mis redes sociales y quiero seguir siéndolo porque forma parte de mi personalidad”, argumenta. 

Belén Cuesta es más reservada al hablar de su larga relación con el actor gallego Tamar Novas, descubierto en Mar adentro y visto recientemente en Fariña. “Por mis personajes parece que soy muy alocada, pero cada vez voy teniendo más claras las cosas... Me gustaría tener una casa agradable con muchas plantas y un perro y poder disfrutar más de mi familia, que cuando eres joven no te das tanta cuenta de lo importante que es. Es que yo soy muy “sentía’”, reconoce entre risas. ?

“Nada me gusta tanto ni se me da mejor que ser actriz”

anna castillo

“La primera temporada es más cómica, la segunda más emocional y esta es una mezcla de las dos. Si antes “los Javis” me parecían unos genios ahora ya no tengo palabras…”, afirma Lidia San José, Lidi en Paquita Salas, sobre la tercera temporada de la serie (ya en Netflix). “Van a pasar cosas muy fuertes… Está mejor rodada que nunca, Bryce Efe se sale y mi personaje, Magüi, trata de reinventarse pero está por ver que lo consiga…”, adelanta Belén Cuesta. ¿Cuál es la clave para que una ficción centrada en una representante en horas bajas que da vergüenza ajena sea tan adictiva entre los actores que se reconocen en sus tramas y los ajenos al gremio? “La protagonista es una mujer que está en una edad complicada, pero no deja de luchar por sus sueños; se cae y se levanta y no tiene miedo a ser como es. El resto de personajes también busca la manera de ser feliz, algo que hacemos todos constantemente, con lo que es muy fácil empatizar”, analiza Anna Castillo, que da vida a Belén, la actriz en crisis abiertamente inspirada en la vida de Javier Ambrossi.

SONRISAS Y LÁGRIMAS MANAGEMENT

“La primera temporada es más cómica, la segunda más emocional y esta es una mezcla de las dos. Si antes “los Javis” me parecían unos genios ahora ya no tengo palabras…”, afirma Lidia San José, Lidi en Paquita Salas, sobre la tercera temporada de la serie (ya en Netflix). “Van a pasar cosas muy fuertes… Está mejor rodada que nunca, Bryce Efe se sale y mi personaje, Magüi, trata de reinventarse pero está por ver que lo consiga…”, adelanta Belén Cuesta. ¿Cuál es la clave para que una ficción centrada en una representante en horas bajas que da vergüenza ajena sea tan adictiva entre los actores que se reconocen en sus tramas y los ajenos al gremio? “La protagonista es una mujer que está en una edad complicada, pero no deja de luchar por sus sueños; se cae y se levanta y no tiene miedo a ser como es. El resto de personajes también busca la manera de ser feliz, algo que hacemos todos constantemente, con lo que es muy fácil empatizar”, analiza Anna Castillo, que da vida a Belén, la actriz en crisis abiertamente inspirada en la vida de Javier Ambrossi.