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La nueva Kate Moss. Así fue bautizada Cara Delevingne (Londres, 1992) hace casi una década, cuando su particular mirada y su actitud traviesa comenzaron a ganar protagonismo en el mundo de la moda. No iban desencaminados quienes anhelaban una digna sucesora de la gran top de los 90. Ambas fueron descubiertas de adolescentes por la misma booker, Sarah Doukas (fundadora de Storm Models), son británicas, gamberras y no responden a las medidas que dicta la pasarela. Pero ahí se acaban las similitudes. Porque si Kate era como una diosa, enigmática e inalcanzable; Cara es espontánea y cercana. Con 42 millones de seguidores en Instagram, irreverente, natural e icono del llamado género fluido, Cara encarna la celebridad en la era digital. Con ella, el rosa asume su carácter multifacético y transgresor; una forma de feminidad que ella siempre se lleva a su terreno. Cualidades inmejorables para ser escogida como imagen de Dior Addict Stellar Shine, la nueva gama de labiales de la maison francesa que celebra el rosa, que siempre fue el color favorito de Christian Dior. "Es el color de la felicidad. Todas las mujeres deberían tener algo rosa en su guardarropa", afirmaba el diseñador. Y Delevingne no puede estar más de acuerdo. "Dior quería que las mujeres no solo fueran más hermosas, sino también más felices. Y el mensaje de esta campaña, que tiene como banda sonora Pink, el himno feminista de Aerosmith, me toca especialmente porque transmite rebeldía, fuerza y atrevimiento. El lema, Be Dior, Be Pink, también podría ser Be Dior, Be Punk. La cuestión no se trata de ser femenina y guapa, sino de explorar posibilidades y derribar clichés. Creo que los cosméticos deben ser inclusivos, ¡también para los hombres! Y todas las tonalidades de rosa nos permiten expresarnos libremente", explica. "Además, siendo más pragmática, estas barras de labios son inalterables. Si supieras cómo y cuánto hablo en un día, entenderías por qué esta es una cualidad importantísima para mí".
Y precisamente con este color envió Cara Delevingne la primera señal de que iba a ser una mujer guerrera. Cuando su madre, Pandora, una aristócrata dedicada al sector inmobiliario, trataba de vestir a sus tres hijas -Chloe, médico; Poppy, socialité; y Cara- con idénticos vestidos rosados, ella se rebelaba hasta lograr su objetivo. "Y o no entendía por qué tenía que ponerme algo que no quería. Hoy me encantan los vestidos y el rosa porque soy yo quien decide usarlos, pero entonces...". Y con ese mismo carácter inconformista decidió abandonar el colegio por la moda cuando solo tenía 16 años. Un viaje supersónico, de las aulas a las portadas, que la convirtió en una de las modelos más icónicas (y mejor pagadas) del momento. Pero lo que para muchas de sus colegas sería llegar a la meta, para Cara era solo el principio. "Siempre sentí la moda como un trabajo, no como una pasión. Por eso viví con naturalidad mi paso a la interpretación -reconoce-. Me encantan las artes y, desde que a los cuatro años me subí por primera vez a un escenario en una función del colegio y sentí la reacción del público, supe que lo mío era emocionar a la gente". A la espera de que le llegue ese papel que le permita demostrar su potencial o de convertirse en "chica Tarantino", su sueño declarado, ya ha participado en 11 películas desde 2012 y ha trabajado con directores como Luc Besson (Valerian y la ciudad de los mil planetas) e intérpretes como Elisabeth Moss (Her Smell). Y en agosto estrena su primera serie de televisión, Carnival Row, en Amazon. "¿Por qué debería elegir?¿Por qué tendría que encerrarme en una caja?¿Por qué debería estar satisfecha solo con una cosa? Si soy creativa y tengo la oportunidad de trabajar en la moda mientras actúo, ¿no soy acaso la chica más afortunada del mundo?", se pregunta.
Pero Cara Delevingne es mucho más que una modelo y actriz. Es una influencer en el amplio sentido de la palabra. Un ídolo millennial por cómo maneja su vida y trata de influir en la de otros jóvenes. "Es importante que las personas sepan que la individualidad es bella, ya sea por cómo eres o por a quién amas. Siempre trato de abogar por la tolerancia", afirma. De hecho, hace solo unas semanas celebraba el primer aniversario de su relación con Ashley Benson, la protagonista de la serie Pretty Little Liars (en España, Pequeñas mentirosas, emitida en MTV) subiendo a su cuenta de Instagram un vídeo de ambas besándose. Poco después, en la gala TrevorLIVE celebrada en Nueva York, en la que recogió el premio Hero por su contribución a esta organización que lucha contra los suicidios en la comunidad LGTB, habló públicamente de su pareja. "Hay una mujer muy especial en esta sala a la que debo agradecer todo... Ella es una de las personas que me ayudan a quererme a mí misma cuando más lo necesito. Ella ha demostrado qué es el amor real y cómo aceptarlo. Te amo, Sprinkles", dijo refiriéndose a Benson.
El compromiso de Cara con esta asociación no es casual. Ella misma ha confesado que, siendo más joven, sufrió profundas depresiones que la llevaron a plantearse el suicidio. Hace casi dos años publicó su primera novela Mirror, mirror (Espejo, espejo), basada en su convulsa adolescencia. Entre otras cosas, reconoce que desde niña le marcaron las prolongadas ausencias de su madre debido a sus adicciones. "Recuerdo que una vez, con ocho años, me negué a comer hasta que alguien me dijera dónde estaba mi madre. Era lo único que podía controlar. Sentía que tenía que ser una niña buena, además de fuerte, porque ella no lo era, pero el hecho de no ser tan perfecta como otros niños o de no sacar grandes notas hacía que me odiara a mí misma profundamente". Una presión que la convirtió en una joven inestable, incapaz de mostrar sus sentimientos. "Soy muy buena reprimiendo mis emociones y aparentando estar bien; creo que jamás he llorado ante más de una persona. Ojalá hubiera sabido que no era mi peor enemiga y me hubiese podido dar un abrazo a mí misma. Lo cierto es que me apoyé demasiado en el amor y en la gente para que me hicieran feliz cuando debía aprender a serlo por mí misma", afirma.
Tal vez como parte de esa larga terapia, Delevingne fue una de la larga lista de mujeres que denunció el acoso de Harvey Weinstein. Concretamente, a través de las redes sociales, narró los dos desagradables encontronazos que tuvo con el productor. "Me sentía culpable por lo que sucedió, como si yo hubiera hecho algo malo, y no quería arruinar públicamente la vida de alguien y lastimar a su familia", reconocía. Pero al margen de todos estos episodios que han marcado su corta, pero intensa vida, Cara hace gala de una irreverencia que forma parte de su encanto. Como cuando participó recientemente en el podcast de Ru Paul, What's The Tee?, se atrevió a hablar sin tapujos sobre su vida sexual. "Con los hombres soy muy sumisa y con las mujeres todo lo contrario", aseguraba con la misma naturalidad con la que hablaba de su afición al yoga, su aversión a la fama y su psoriasis. A estas alturas, ¿a quién puede sorprender que uno de los tatuajes que decoran su cuerpo sea la letra de Don't Worry, Be Happy, de Bobby McFerrin, una de sus canciones favoritas?
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