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¿Vives con un gamer? Aprende a jugar esta partida

Ni el poliamor ni una suegra entrometida y omnipresente... el auténtico ménage à trois de nuestros días es la pantalla de un gamer...Un tercero con el que hay que vivir sin sucumbir a viejos estigmas y estereotipos. ¿Quieres aprender a jugar esta partida?

Los ojos fijos en la pantalla, el rostro inexpresivo, la concentración tan profunda que apenas pestañea. Un estado de semiinconsciencia en el que solo el frenético ritmo de sus manos sobre los mandos o el teclado hace pensar que la persona que conoces (y quieres) sigue ahí. De vez en cuando, un grito triunfal. Y así durante horas. Un día y al siguiente.

Ver jugar a un gamer puede ser un espectáculo en sí mismo. Pero solo durante un rato. Después se vuelve tedioso. A veces, incluso, irritante. En ocasiones, causa distanciamiento en las parejas. Y, puestos en lo peor, hasta divorcios. Aburridas y hartas de verles pegar tiros o jugar al fútbol (pasivamente) desde el sofá, muchas personas tienen problemas para entender la afición de sus parejas e integrarla en su relación sin sentirse desplazadas. Pero, aunque este tipo de ménage à trois moderno no siempre es consensuado, muchas veces también funciona sin dificultad. Y puede, incluso, fortalecer una relación.

Para empezar, conviene desdramatizar. Y llamar a cada cosa por su nombre. "Un gamer no es otra cosa que un aficionado a los videojuegos. Pueden perder la noción del tiempo jugando igual que otros lo hacen leyendo un libro o viendo un capítulo de una serie detrás de otro", explica la terapeuta de pareja Laura Morán. A menudo, se habla de adicción a los videojuegos con demasiada ligereza. Sí, es un fenómeno social preocupante que puede interferir en el funcionamiento social de algunas personas, pero jugar con moderación es perfectamente saludable.

De hecho, en 2014 un estudio de la Universidad de Oxford demostró que en pequeñas dosis (menos de una hora al día) los videojuegos ayudaban a mejorar las habilidades sociales de niños y adolescentes. Sin embargo, los jugadores todavía arrastran cierto estigma.

PAREJAS GAMERS, MANUAL DE INSTRUCCIONES

  • Explícale cómo te sientes, porque es posible que tu pareja ni siquiera sea consciente de que tenéis un problema. No le des ultimátums ni tomes medidas drásticas como esconderle los mandos. No le trates como un niño, porque no lo es.

  • Evita usar frases como: "Deja de jugar a los videojuegos y madura de una vez". No refuerzan tu argumento (más bien al contrario) y solo contribuyen a crear más fricción. Con moderación, los videojuegos son un hobby como otro cualquiera. Y los hobbies son buenos para liberar estrés o desconectar un rato.

  • Interésate por su afición como a ti te gustaría que lo hiciera por las tuyas. Es una forma muy efectiva de acercarse a alguien. Y también de conocerlo mejor.

  • Y prueba a jugar. No tienes que empezar aniquilando zombis si no es lo tuyo (igual lo es, ojo). Escoge un clásico de tu niñez (¿ Super Mario o Sonic?) y proponle jugar juntos. También hay juegos cooperativos y otros aptos para novatos como SingStar o Just dance. No suelen ser los favoritos de los jugadores avezados, pero ganarás puntos solo por intentarlo.

  • Si descubres que no hay una gamer dentro de ti, no pasa nada. No hace falta compartir cada faceta de tu vida con tu pareja ni forzarte a hacer algo que te aburre, pero sí es imprescindible respetarla. Además, no conviene exagerar. No se trata de una adicción si no interfiere con su funcionamiento social, familiar o profesional. Y no conviene poner ese tipo de etiquetas a la ligera.

  • Evita proponerle horarios muy estrictos o reglas difíciles de cumplir. Solo añadirá estrés a la situación. Aunque sí puedes hacer algunas sugerencias prácticas. Por ejemplo, que esas maratones de 10 horas delante del ordenador las reserve para el fin de semana. En ese momento, tú puedes dedicarte a otra afición propia y dejarle la casa para que disfrute de la suya.

Juego de adultos

"Se sigue pensando en el gamer como una persona solitaria, sin amigos, que vive con las persianas bajadas y sin salir de casa, que se pasa el día delante del ordenador con una caja de pizza y una Coca-Cola. Jugando horas y horas. Y no es así. Hemos evolucionado y hay que dejar atrás esos estereotipos", explica el gamer Jordi Paulano.

Y tiene razón. El perfil del aficionado ha cambiado. Ya no hablamos solo de adolescentes, ni siquiera de veinteañeros, sino de chicos -pero cada vez más chicas- de 30, 40 y hasta 50 años para quienes estos juegos son casi un estilo de vida. "Soy gamer porque me gusta sentirme parte de un colectivo, pero a veces también juego para aislarme de todo o simplemente para divertirme", dice Paulano.

Pero tampoco hay que negar la evidencia: los videojuegos son un hobby absorbente. Y mal gestionado, puede dar lugar a problemas de pareja. Jochen Juncal tiene 29 años y juega dos o tres horas cada día. Los fines de semana pueden ser 10. Dice que su actual pareja no juega, pero que nunca ha sido un motivo de tensión entre ellos. No era el caso de algunas de sus exnovias.

Los videojuegos en pareja, con moderación, refuerzan el vínculo amoroso.

"Depende mucho de cada persona. Ha habido épocas, cuando quizá era más joven, que jugaba más y he tenido parejas que no lo entendían", confiesa. En 2012, investigadores de la Universidad de Brigham Young (EE.UU.) estudiaron las consecuencias que los videojuegos podían tener en las dinámicas de pareja. Y llegaron a un par de conclusiones interesantes. Por ejemplo, que cuando la actividad era compartida, ayudaba a reforzar el vínculo romántico. Es el caso de Jordi Paulano, que creció con una GameBoy en la mano porque sus padres ya eran aficionados. Ahora, a los 31 años, está a punto de casarse. "Los dos somos gamers. Al principio, a ella no le interesaba demasiado, pero empezamos a jugar juntos y le acabó gustando. Creo que es importante interesarte por las aficiones del otro. Mi novia, por ejemplo, es música y yo siempre me he interesado por su mundillo".

Hubo una época en la que él pasaba hasta seis horas al día jugando. "A veces, me pasaba toda la noche. Me daba la vuelta y estaba amaneciendo", recuerda. Pese a todo, para ellos nunca ha sido un conflicto. "El tiempo que ella dedica a estudiar, yo se lo dedico a los videojuegos. Lo hemos sabido organizar para que no nos afecte. Y luego nos tomamos descansos juntos. Nos vamos al cine o vemos una película después de cenar. O nos vamos un fin de semana a Menorca y yo no me llevo el ordenador para desconectar".

Cada vez hay más aficionados en edad de formar familias. Y cuando eso ocurre, los niños suelen entrar en la ecuación. Nicola Cencherle es el country manager de Riot Games Iberia, la empresa creadora de juegos tan populares como League of legends. " Ser gamer y tener una vida familiar equilibrada es perfectamente posible y yo soy un claro ejemplo: llevo 19 años en este sector, estoy casado desde hace 21 y tengo dos hijas preciosas. De hecho, es una experiencia muy bonita compartir mi afición con ellas -explica". Como en cualquier otro tipo de ocio, no hay que abusar y siempre es bueno compaginarlo con otros entretenimientos y con una vida activa. Además, compartir esta afición con tus hijos también es una buena forma de enseñarles que, como en todo, hay límites y prioridades".

Pero las gamers, cada vez más, también son ellas. Ahora mismo, representan el 41% de los aficionados. "Juego desde que tenía seis años. Me divierto, pero también pienso, aprendo y estoy con mis amigos", explica Alejandra García. Su marido también juega. "Eso ayuda bastante, la verdad -dice-. Lo tenemos muy integrado y forma parte de nuestra relación. Yo juego una o dos horas diarias entre semana, pero si tenemos un día libre podemos estar hasta siete". Reconoce que si la afición no fuera compartida, probablemente sería un motivo de tensión entre ellos. " Conozco parejas que han roto por eso. Es una afición difícil de entender y fácil de malinterpretar si no formas parte de este mundo. Yo juego con muchos amigos cuyas parejas les dicen constantemente: "Venga, déjalo ya".

Si la afición no es compartida, crea tensión: el 75% de las parejas de gamers se queja.

Esa era, precisamente, la segunda conclusión del estudio de la Universidad de Brigham. Cuando la afición no era compartida, tendía a convertirse en una fuente de desencuentros y en una causa de insatisfacción. De hecho, hasta el 75% de las mujeres en esa situación expresaban su deseo de que su pareja les dedicara más tiempo y atención.

"Los videojuegos son el nuevo fútbol, la pesca con mosca, la partida de cartas con los amigos... -explica Laura Morán-. Detrás de frases como: "¿Ya estás jugando otra vez? ¡Pareces un crío!" hay siempre una petición. Un: "Me gustaría que pasaras más tiempo conmigo". Pero, a menudo, suele quedar enterrada bajo un tono de reprimenda poco constructivo que estropea las relaciones". Pero incluso en esos casos, hay soluciones. "Las parejas pueden "contagiar" al otro el interés por una actividad que desconocían -dice la especialista-. Pasa con las películas, la música, los viajes, el deporte... ¿Por qué no con los videojuegos?". Y hay diferentes maneras de hacer eso. Por un lado, están los juegos cooperativos donde es necesario colaborar con otros y que pueden ser una buena puerta de entrada para los novatos. "Otras parejas disfrutan de una competición sana, que puede darse jugando al ajedrez o a las cartas... o enfrentando a sus avatares en juegos de lucha o astucia".

¿Game over?

Si eso no funciona (y no tiene por qué hacerlo) siempre queda negociar. Las parejas no tienen que compartirlo todo. "De hecho, es más sano que cada uno tenga su espacio. El ocio individual solo es un problema cuando afecta a la vida diaria. En estos casos, lo más efectivo es llegar a acuerdos sobre cuándo los videojuegos comienzan a ser un problema. Hacer renuncias y concesiones es parte de tener una relación funcional", dice la terapeuta.

Si el problema sigue sin resolverse, puede significar que el conflicto, en realidad, es otro y tienes raíces más profundas. "Puede ser la punta del iceberg. Y en ese punto, quizá no esté de más valorar la posibilidad de consultar con un terapeuta de pareja que les ayude a valorar si han llegado al game over o si todavía les quedan más comodines y vidas por delante".