La actriz Margot Robbie durante la premier de su nueva película 'Érase una vez en Hollywood' en Londres. /
Margot Robbie (Dalby, Australia, 1990) es un peligro para los periodistas. No por su actitud, que es cercana y amigable, sino porque su rostro es tan perfecto que, a un metro escaso de distancia, hay que hacer verdaderos esfuerzos para centrarse en la entrevista y no dejarse llevar por una mirada y una sonrisa que no son de este mundo. Nada más terminar, el WhatsApp se colapsa: "¿Qué tal Margot?" -así, como si fuera la vecina del quinto- y la respuesta es siempre la misma: "Demasiado guapa".
Pero que nadie eche mano de los prejuicios y piense que ahí se acaba todo su atractivo: la australiana no solo ha manejado su carrera con gran inteligencia sino que, hoy por hoy, disfruta de considerable poder en la industria del cine. Cuando desembarcó en Estados Unidos en 2011, Robbie -que trabajaba como camarera en un Subway de Sídney antes de convertirse en una celebridad gracias a Neighbours (Vecinos) el culebrón más longevo de la televisión australiana y cuna de estrellas como Kylie Minogue, Guy Pierce o Rusell Crowe-, era una completa desconocida en las calles de Los Ángeles. Pero cuando su nuevo manager le preguntó qué esperaba conseguir, ella le respondió con contundencia: "Quiero calidad, diversidad y longevidad. A medio plazo, trabajar con directores como Tarantino, Wes Anderson o los hermanos Coen. Y en el futuro, sueño con escribir, dirigir y producir". Y apenas ocho años después ya puede decir que lo ha logrado casi todo. Porque, para empezar, aquí estamos, en el Festival de Cannes, en una lujosa suite con vistas a La Croisette, promocionando la esperada película de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood, que se estrena el 15 de agosto en España. "Siempre he sido fan de Tarantino; adoro todas sus películas y desde que he trabajado con él todavía le admiro más. Este filme, que se desarrolla en 1969, era muy personal para él porque, aunque entonces solo tenía seis años, refleja todo lo que llenaba su vida: las películas, los programas de televisión que veía al salir del colegio, la música... Él se ha entregado de una forma increíble y durante el rodaje disfrutaba tanto que nunca quería marcharme a casa, a pesar del agotamiento", cuenta.
En Érase una vez en Hollywood, Robbie da vida a Sharon Tate, la esposa del director Roman Polanski, que solo tenía 26 años y estaba embarazada de ocho meses cuando fue asesinada en su casa de Beverly Hills por miembros de la secta de Charles Manson. Su carrera fue muy breve, pero participó en varias comedias, estuvo nominada a los Globos de Oro por su papel en el drama El valle de las muñecas y estaba considerada una joven promesa. Junto al realizador polaco formaba una de las parejas más glamurosas y solicitadas de la época. Y, sobre todo, era un icono de moda. Privilegios de los que sabía disfrutar pero, según quienes la conocían, también le hacían temer que no la tomaran en serio profesionalmente.
" Me habría encantado saber cómo habría sido su carrera si no hubiera muerto tan pronto. Creo que era una actriz muy especial que estaba preparada para dar pasos importantes... Pero es cierto que sus papeles estaban marcados por su belleza y la gente estaba realmente abducida por ella -reconoce la actriz que, dicho sea de paso, es imagen de Chanel desde 2018 y se convierte ahora en embajadora de su nueva fragancia, Gabrielle Chanel Essence-. Creo que las actrices de hoy en día somos muy afortunadas porque podemos ponernos en la piel de mujeres reales, diferentes, complejas... Personalmente, yo lucho para generar oportunidades y siento que puedo acceder a roles que me estimulan. La verdad es que si yo hubiera trabajado en el Hollywood de la década de los 60 también me sentiría frustrada".
Leonardo DiCaprio, Brad Pitt y Margot Robbie son el trío protagonista de Érase una vez en Hollywood, la cinta en la que Tarantino homenajea a la industria del cine y la sociedad californiana de finales de los 60. La historia tiene como protagonistas a Rick Dalton, actor televisivo en declive (DiCaprio) y Cliff Booth (Pitt), especialista que trabaja como su asistente y chico para todo. Roman Polanski y Sharon Tate (Robbie)son los vecinos. "Para interpretarla me ha ayudado su hermana Debra, una persona increíble. Además, me he empapado de la música y la moda de la época y de todo el contexto que la rodeaba. Todo para tratar de entender por qué despertaba tanta fascinación". ¿Supone una mayor responsabilidad encarnar a una mujer real? "Obviamente, en el caso de Sharon teníamos que respetar su memoria y mostrar cómo era su vida porque la mayoría de la gente solo la recuerda por su trágico final. Por eso yo quería reflejar su luz... Y celebrar quién era".
Margot Robbie entró en la meca del cine por la puerta grande en 2013. Su primera incursión en la ficción estadounidense fue dando vida a una azafata en Pan Am, una serie que se estrelló en su primera temporada, pero fue suficiente para que Martin Scorsese se fijara en ella y la convirtiera en la arribista esposa del personaje interpretado por Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street. Cuentan que en el casting estaba tan motivada que le dio a Leo una bofetada más fuerte de la cuenta, pero se llevó el gato al agua. Poco le importó que tuviera que desnudarse frente a la cámara. "Tenía todo el sentido porque ella solo puede ascender en la vida gracias a la atracción sexual que ejerce sobre los hombres", afirmaba para zanjar la polémica.
Un año después llegaría Suite francesa, la película que le cambió la vida porque en el set conoció al ayudante de dirección inglés Tom Ackerley, con el que se casó en 2016 en una playa australiana de Gold Coast ante 50 invitados. Una boda que hizo pública subiendo una foto a su cuenta de Instagram (15 millones de seguidores) en la que besaba a su marido y hacía una "peineta" para mostrar su anillo de casada. Una actitud rebelde y desenfadada que, sin duda, le serviría para construir a la Harley Quinn de Escuadrón suicida, uno de los papeles por los que más se le reconoce hasta el momento en cualquier salón del cómic del mundo. A pesar de ello, Robbie es una estrella discreta y espontánea que no está dispuesta a pagar determinados peajes que conlleva la fama. "¡Es que soy australiana, eh! -puntualiza riéndose-. Siento que personalmente soy igual que antes de dedicarme a esto, más allá de que he crecido. Profesionalmente, mi vida ha cambiado mucho y muy rápido en los últimos años y tienes que poner tu cabeza en orden porque una nunca está preparada para esta vorágine".
Tal vez por eso Robbie se resistía a formar parte del star system y prefirió instalarse durante una larga temporada en un piso de Londres de cinco dormitorios que compartía con su pareja y varios amigos. "Echo de menos esa época. Me lo paso bien en Los Ángeles, (aunque al principio me resultó un poco surrealista), como en Nueva York y en otras ciudades en las que he vivido, pero amo Londres por encima de todas", cuenta. También añora viajar como mochilera, una de sus grandes pasiones hasta que su rostro se hizo familiar en todo el planeta. "Quizá mi último viaje fue a Filipinas en 2015. Ahora es difícil porque el mundo, con las redes sociales, se ha convertido en un sitio muy pequeño. ¡Hay wifi en todas partes!", afirma con una mueca de resignación de la que se desprende que el universo digital no es su hábitat natural. "En este sentido no soy muy millennial -reconoce-. Entiendo los beneficios de las redes y creo que dan voz y oportunidades a mucha gente, pero tienen su lado oscuro".
Ella es más aficionada a los pubs londinenses. De hecho, fue en uno de ellos donde bautizó como LuckyChap -en homenaje a Charles Chaplin- a la productora que acababa de crear junto a su marido, un colega de éste y Sophia Kerr, su amiga de la infancia y asistente personal. "Mucha gente me advirtió del peligro de asociarme con amigos pero debemos de ser la excepción a la regla porque seguimos siéndolo y disfrutamos mucho trabajando juntos. Confiamos los unos en los otros y conocemos nuestras debilidades y fortalezas", apunta. Siguiendo el camino que iniciaron otras poderosas actrices -Reese Witherspoon, Charlize Theron o Natalie Portman-, Margot Robbie decidió que no iba a esperar sentada a que le ofrecieran el enésimo papel de "novia de..." y que si quería participar en proyectos interesantes más le valía ser ella quien tomara la iniciativa. "No lo hice solo para desarrollar buenos personajes para mí, sino para generar historias en las que otras intérpretes y cineastas pudieran expresarse de una forma más auténtica. Y eso significa mostrar a mujeres en todas sus facetas y con sus múltiples aristas. Todas las personas, hombres y mujeres, somos complejos, venimos de lugares distintos y tenemos diferentes historias que contar. Y yo quiero ver reflejada esa diversidad en la pantalla", explica.
De momento no le ha ido nada mal. En 2017 produjo Yo, Tonya, en la que se transformó en Tonya Harding, la patinadora acusada de atacar a una rival, y consiguió una nominación a los Óscar. Entre los proyectos que tiene en marcha, está el protagonizar una película sobre Barbie, la icónica muñeca que este año celebra su 60 aniversario. "Tendrá un impacto tremendamente positivo en los niños y el público de todo el mundo", avisa la australiana ante los recelos que despierta la eterna novia de Ken. Y es muy probable que así sea, porque Margot Robbie es del grupo de actrices que a raíz del movimiento #MeToo, se ha manifestado contra los abusos participando en campañas de sensibilización como "I will not be silent" ("No permaneceré en silencio"). "Enseguida me di cuenta de que estaba en una posición en la que lo que diga o haga puede contribuir a mejorar las cosas. Y ese es un privilegio que debo utilizar".
20 de enero-18 de febrero
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