actualidad

Mujeres con canas, por Elia Barcerló

"Cada una es libre de elegir el color de sus cabellos. Lo que me llama la atención es lo fácil que resulta convencernos a las mujeres de que ciertas tendencias son una elección libre, atrevida, casi revolucionaria..."

La actriz Diane Keaton. / gtres

elia barceló

Hace poco, una amiga que antes no perdía ocasión de recordarle a las demás que se les notaban demasiado las canas, apareció, orgullosa, con el pelo blanco y preguntándonos por qué seguíamos esclavas de la moda, tiñéndonos. Cada vez más mujeres han empezado a dejarse sus canas naturales; y, si antes era una rareza que las buenas amigas trataban de quitarte de la cabeza porque "te hacía vieja", ahora parece que si una quiere ser moderna y mostrar seguridad en sí misma tiene que dejarse el pelo blanco porque es lo natural y lo valiente. O al menos es así como nos lo venden. Porque es una moda que nos quieren vender como una elección libre de un tipo de mujer: natural, segura de sí misma, consciente de lo que vale y a la que no le importa envejecer porque sabe que el pelo plateado demuestra su experiencia, su indiferencia frente a si aún resulta sexualmente atractiva, ya que eso no es tan importante en la nueva época de su vida y no tiene que gustarle a nadie más que a sí misma.

No tengo nada en contra del pelo canoso o plateado o blanco como la nieve. Cada una es libre de elegir el color de sus cabellos. Lo que me llama la atención es lo fácil que resulta convencernos a las mujeres de que ciertas tendencias son una elección libre, atrevida, casi revolucionaria... cuando son simplemente una de las modas de las que se alimenta una industria: el rubio con el que se vendía el sueño americano y el glamour de Hollywood; el rojo brujeril de las intelectuales y cosmopolitas; el negro agresivo de las que estaban en contra del sistema; los colores escandalosos de una nueva sociedad; y ahora el blanco natural, ecológico, bio, como todo lo que también quieren vendernos.

Los hombres, como en tantas otras cosas, siempre lo han tenido más fácil. Las canas masculinas se han considerado muestra de experiencia y sabiduría. Incluso se supone que, en un nivel inconsciente, las mujeres en edad de concebir se sentían atraídas por hombres mayores, porque el mero hecho de sobrevivir hasta esa edad significaba que tenían buenos genes que podrían pasar a sus descendientes, aunque yo más bien creo que esto es algo que inventaron a posteriori para justificar sus relaciones con mujeres mucho más jóvenes.

Se dice que los hombres canosos resultan atractivos por su experiencia, su cultura, porque ofrecen seguridad a las mujeres jóvenes. Y puede que sea cierto... siempre que, además de canas, tengan éxito en su profesión, dinero en el banco y prestigio evidente. Justo lo que empieza a suceder con las mujeres canosas que, básicamente, pueden dividirse en dos categorías. Por un lado, las que, dejándose llevar por la moda, deciden dejar de teñirse y mostrarse "como son", tanto si resultan atractivas a la población masculina como si no. Por otro, las que prefieren jugar la carta de la mujer cosmopolita, madura, con experiencia, independencia y dinero para hacer con su vida lo que les parezca. Estas últimas empiezan a tener cierto éxito con chicos jóvenes igual que antes (y ahora) sucedía con los "maduritos interesantes".

La sociedad está cambiando. Ciertas cosas se ponen de moda y, a través de ella, se impulsan otros cambios. Lo que me parece importante es que nos demos cuenta de que muchos de ellos están dirigidos desde el exterior por intereses económicos con los que no siempre estamos de acuerdo. Como en las novelas de crímenes, hay que preguntarse "Cui bono?". ¿A quién le sirve?