Caitlin Moran es la autora de Cómo ser una mujer (Anagrama) y en 2014 fue elegida en Gran Bretaña como la periodista más influyente en Twitter y la columnista del año. /
Sobre el amor —y más específicamente, sobre cómo reconocerlo cuando llega— circulan una gran cantidad de artículos, cada cual más delirante. Y dependiendo del que leamos, se nos habla de compatibilidad astrológica, afinidad física, valores compartidos o empatía cultural. El amor es presentado a menudo como algo fácilmente reconocible… si sometes a tus posibles parejas a una muy detallada lista de cuestiones en la que necesitas tener al menos un 70% de coincidencias (“¡Ay sí, a mí también me encantó la segunda temporada de la serie Salvados por la campana!”) para poder decir, sin sombra de duda, si estás enamorada o no.
Chorradas. A mis 42 años estoy en posición de señalarte las tres cosas (de hecho, las únicas cosas) que pueden decirte si has encontrado a esa persona. Primero, el principal detector del amor verdadero está en tu nariz. Olvídate del corazón o la entrepierna: son órganos idiotas, que se venden por un ramo de flores o un consolador. No, en el amor hay que escuchar a la nariz. No puedes engañar a una nariz. Tu nariz sabe. Te puedo asegurar que sabrás si has encontrado el amor de tu vida porque simplemente… ¡huele genial!
Si cuando te acercas, te ves a ti misma oliéndolo, quiero decir, metiéndote grandes bocanadas de su olor en tus pulmones como si no hubiera mañana, entonces esa es la persona con la que te casarás, da igual si es Aries y tiene los ojos marrones o no. ¿Puedes oler tanto la cabellera de tu pareja que, literalmente, se le mueve el pelo como en una publicidad de champú? ¿Sueles meter tu cabeza en su axila e inhalar muy fuerte, mientras ronroneas “¡Qué gustito!”? ¿Eres capaz de catar su aroma al punto de diferenciar los distintos efluvios y matices del sudor de sus brazos, de su frente o de su espalda? ¿Huele su cuerpo a una combinación de vida, cachorritos, hierba después de la lluvia y “los buenos tiempos”? Entonces ¡felicidades! Has encontrado a tu amor verdadero. Ya puedes chocar los cinco con tu nariz y dedicarte a disfrutar de las próximas décadas de felicidad.
Porque El Gran Olor, cuando lo encuentras, tiene un único propósito: relajarte. Y en eso, de hecho, consiste la segunda medida del amor verdadero: te hace estar muy, muy relajada. Porque, admítelo, vas a pasar la mayor parte de tu vida con esa persona durmiendo a tu lado, así que definitivamente querrás que tu subconsciente pueda decir: “De acuerdo, es seguro yacer inconsciente junto a este tío. Escudos abajo, apagando cerebro”.
En cuanto a vuestro tiempo de vigilia, buena parte de él lo pasaréis sentados uno junto al otro en el sofá, en silencio, o en un autobús oyendo música con los mismos cascos y comiendo patatas de la misma bolsa. Que sí, que sí, que todas queremos una relación chispeante intelectualmente hablando, pero el baremo para una que dure toda la vida es la capacidad de hacerse ruiditos tontos el uno al otro, durante horas, sin el más mínimo sentido ni propósito. Sí, el amor, verdadero coloca. Y tú te estás fumando a este tío como si fuera un porro gigantesco. Como consecuencia, eres más tonta con esta persona que con cualquier otra. Cuando estáis juntos, realmente se os va la olla y os dedicáis a hacer juegos de palabras y bromas absurdas, y a reír histéricamente por vuestros propios chistes… Así que ya sabes, si eres la CEO de una multinacional y eres consciente de que todos y cada uno de tus empleados te perderían el respeto si vieran cómo te comportas con este tío, quédatelo, es para ti.
Por último, pero no menos importante, el amor es un poquito timorato. Una pizca de la sal del pudor para sazonar la mejor de las cenas. Porque, verás, por muy relajada que te encuentres, el verdadero amor nunca, nunca, deja caer sus estándares de cortesía. El amor sabe que solo florece dentro de los fuertes muros de la educación, porque entiende que fuera de ellos pululan los discursos y las emociones salvajes y teme caminar entre ellos. Especialmente si antes ya lo ha hecho.
El verdadero amor siempre recuerda decir “por favor” y “gracias”; el verdadero amor habla siempre como lo haría un caballero. Las personas destinadas a estar juntas para siempre son las que se respetan genuinamente y tratan a su cónyuge como tratarían a una celebridad querida a nivel mundial. El verdadero amor te trata a ti igual que trataría a Meryl Streep si se plantara en su casa: casi incrédulo por su suerte, alegre por su compañía y siempre atento a satisfacer todas sus necesidades. “¿Te apetece una taza de té, Meryl?”.
¿Lo veis? Es sencillo. El amor lo reconocerás por tres cosas: huele estupendamente, te relaja hasta volverte un poco loco y siempre conserva la educación... sexual.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?