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Cómo protegernos de los crímenes cibernéticos

La escena del crimen, hoy, se encuentra en la red y todos somos víctimas en potencia. De todos esos peligros y de la necesidad de defendernos de ellos hablamos con esta inspectora de policía y experta en ciberseguridad.

La inspectora Silvia Barrera. / HERVÁS & ARCHER

Beatriz González
Beatriz González

Silvia Barrera pisó por primera vez una comisaría siendo veinteañera. Cuatro meses después de vestir el uniforme, su melena castaña se había vuelto totalmente blanca. Gajes de un oficio en el que jugarse la vida no es la única preocupación, ni siquiera la más importante. “Tienes una enorme responsabilidad sobre la vida de los demás. No puedes fallarle a quien acude a ti en busca de ayuda”, afirma esta inspectora de la Policía Nacional, hoy considerada una de las mayores expertas de nuestro país en ciberseguridad.

Sobre ese trabajo que acaba llevándose a casa, y sobre su experiencia en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado durante 20 años, habla en Instinto y pólvora. La vida real de una inspectora de policía (Planeta). En este libro, relata cómo afrontó persecuciones, robos, homicidios y casos de acoso, lo que sintió al atender a víctimas de violencia de género o al notificar a una familia la muerte de un compañero... Y también advierte de los peligros que nos acechan cada día, y no solo en la calle. Inte rnet se ha convertido en un aliado para millones de delincuentes, pero a menudo no nos percatamos. “No somos conscientes de que no manejamos bien las reglas del mundo digital, y eso puede costarnos un problema”, asegura Barrera, que lleva una década trabajando en ciberseguridad.

Por ella sabemos que un millón de cuentas de correo y sus respectivas contraseñas valen solo 25 € en el mercado negro. Incluso nada, si llevan demasiado tiempo expuestas. O que los delincuentes que actúan en la red son más poderosos porque no se enfrentan directamente con el sufrimiento de sus víctimas. Su labor –como jefa del Grupo de Investigación en Redes Sociales de la Policía Nacional y al frente del Grupo Forense Digital de la Unidad de Investigación Tecnológica– le ha permitido conocer bien a los ciberdelincuentes. Por eso hace una advertencia: “El mal en la red juega con otras normas y, cuando campa a sus anchas, nadie puede protegernos”.

  • Mujerhoy ¿Cuál era su objetivo al escribir este libro? Silvia Barrera Quería contar cómo se siente una mujer en el mundo policial durante tantos años, lo duro que es sobrevivir en él; y también acercar la labor de la policía, desmitificando las películas, contando que a veces el trabajo sale pero otras no. Además quería sacar a la luz los peligros de la red a través de hechos reales, para que se vea que existen. Hay mucha gente que sufre.

  • M.H. ¿Se puede decir que ahora todos los delitos tienen algún componente tecnológico? S.B. Sí, hoy por hoy es así. Dirigí la investigación aquel vídeo, tristemente famoso, en el que un chico le pegaba una patada a una chica en Barcelona, y he participado en investigaciones sobre otros clips que circulaban en las redes: salvajismo con animales, chavales que hacen conducción temeraria... Pero como jefa del Departamento Forense Digital, también he participado en casos de corrupción, tráfico de drogas, asesinato... Siempre hay algún dispositivo informático. La contabilidad de los delincuentes está en ordenadores, en servidores, en correos electrónicos. La cuadratura de unas antenas puede ser importante, como ocurrió en el caso Bretón; las antenas del tráfico de llamadas también dan pistas, que fue lo que pasó durante la investigación sobre la desaparición de Diana Quer. En otros casos, como el de Sergio Morate [condenado por el asesinato de su novia y de una amiga], la clave son las conversaciones de WhatsApp. Siempre hay un rastro digital.

  • M.H. Cuenta el caso de una web que fomentaba la anorexia. ¿Por qué es tan difícil hacer desaparecer esas páginas? S.B. En este caso fue el Defensor del Menor, a través de la Fiscalía, quien pidió un informe de una web de la que le habían informado, con imágenes de chicas anoréxicas. Encontré más de 400 páginas en cuestión de días, alojadas en esos blogs que se hacen en cinco minutos. Es muy difícil eliminarlas porque la información puede estar en cualquier servidor. Google, en cuanto ve una web con contenido nocivo, la retira, pero puede seguir en la red a través de prestadores de servicios que ganan mucho dinero alojando pornografía, ejecuciones, violencia extrema… Esos contenidos, además, están en servidores de países que no han firmado un convenio de ciberseguridad, así que las autoridades no colaboran con las investigaciones. Por ejemplo, los magnates que han hecho fortunas con el spam están en Rusia. Y hay sitios donde no puedes entrar con una orden judicial.

  • M.H. Pero el alojamiento en servidores a los que no se puede acceder no es el único problema. S.B. Además, puedes crear un blog y en cinco minutos, crear otro. O clonar una página web. Pasó en 2017, en Cataluña, con el movimiento independentista del 1 de octubre: se eliminaba una página y salían cinco más; la capacidad para generar o replicar un contenido cada vez es mayor.

  • M.H. Y eso sin hablar de la internet profunda o deep web, que describe con detalle en su libro. ¿Qué podemos encontrar en ese espacio donde parece que se puede comprar y vender absolutamente de todo? S.B. Antiguamente, se utilizaba para las comunicaciones militares; así se evitaba que fueran rastreadas. Pero ahora la usan los ciberdelincuentes. ¿Se puede rastrear? No diría al 100% que no, pero está muy bien diseñada; si te lo quieren poner difícil, se pueden ocultar. Allí se ofrecen toda clase de servicios, es un punto de encuentro de criminales y clientes. Hay sicarios, vendedores de armas o de pornografía… Y es muy difícil seguir su rastro.

Hoy, en cualquier delito, hay un rastro digital: whatsapps, ubicación...”

  • M.H. Cuando relata el caso de acoso on line que sufrió la periodista Lara Siscar, advierte que la realidad no siempre tiene finales felices, y que en ocasiones se debe a nuestro sistema judicial... S.B. No puedes culpar a un estamento judicial entero por la actuación de dos jueces, pero sí es verdad que hay trabas legales. Primero porque hay cosas que se podrían estar haciendo desde la policía y no se permiten. Y segundo, porque con los ciberdelitos no hay una competencia establecida. Un delito de terrorismo o de falsificación de moneda va a la Audiencia Nacional. Un delito de violencia doméstica, a los juzgados específicos. Pero no hay una legislación relativa a internet. Y por más que digan que no, hace falta; por lo menos, para determinar quién asume las competencias de determinados delitos en la red. Además, nuestra ley de enjuiciamiento criminal dice que, cuando no hay un autor conocido, la denuncia se archiva y se queda en la comisaría. Ahora hay 100.000 denuncias al año por delitos on line, pero el 80% están archivados. No llegan a investigarse.

  • M.H. Aun así, anima a la gente a denunciar S.B. Sí, por supuesto. Si no se denuncia sí que no podemos hacer nada. Pero la gente suele acudir a la policía cuando ya ha intentado todo por su cuenta y está desesperada. Es comprensible, pero se necesitan pruebas para poder condenar, y se pierden porque hace falta tecnología para conservarlas y tratarlas en un juzgado, con garantías de que son originales y no están manipuladas. Hay personas que nos vienen con capturas de pantalla. Y eso es como si en un homicidio alguien dijera: “Aquí hay una gota de sangre. Voy a cogerla en un pañuelo y la llevo a la policía”. Esa prueba no es válida, y tampoco la captura de pantalla.

  • M.H. Casi todos nos comportamos de diferente manera en la red y en la vida real. ¿Cree que somos en realidad como somos en internet? S.B. Sí, porque ahí no usamos filtro. Y eso es peligroso. No somos conscientes ni de las consecuencias que eso tiene para nosotros –a nivel legal, penal o reputacional– ni de las que afectan a las personas que nos rodean. Puedes hacer muchísimo daño con ciertos comentarios. Creo que a nadie se le ocurriría insultar a la persona que tiene delante sin más. ¿Por qué eso es correcto y exento de consecuencias en la red? Las redes podrían colaborar cerrando perfiles, por ejemplo, cuando ocurrieran estas cosas, pero no lo hacen para no perder seguidores. Imagínate si eliminaran a los que se meten con otros, se quedarían con un 10%.

  • M.H. Usted tiene cuentas en redes sociales. ¿Las abrió sabiendo todo lo que sabe ahora? S.B. Tengo Instagram y Twitter, pero las uso solo como herramienta profesional. Cuando abrí esos perfiles ya estaba muy metida en esto, pero no me dio miedo porque, si se usan bien, son el mejor medio de comunicación. Unas redes bien gestionadas, con un objetivo, intención comunicadora y contenidos de interés pueden dar mucho rédito. El problema es que muchas veces no sabemos para qué usarlas ni cómo, ni tampoco que hay contenidos que no deberíamos subir. Creo que debería haber una asignatura obligatoria de ciberseguridad en los colegios para saber cómo funciona internet y controlar qué se publica. Somos confiados porque pensamos que todo el mundo es bueno. Y aunque suene triste, no es así.

  • M.H. En Reino Unido se recibe una denuncia cada tres horas por “fraude romántico”. ¿En España también abundan? S.B. Aquí también hay muchas personas que usan las apps de citas para cometer delitos, y están los llamados casos de sextorsión [chantaje sexual en el que el delincuente amenaza con publicar fotos o vídeos íntimos que la víctima le ha mandado en un contexto de seducción]. Lo que pasa que no se denuncia. Porque la víctima vive en pareja o porque se siente culpable y le da vergüenza haber sido tan incauta.

Debería haber una asignatura de ciber-seguridad en los colegios”.

  • M.H. Relata varios casos de acoso y detrás de ellos siempre hay hombres. ¿No hay mujeres delincuentes en la red? S.B. No he visto ningún caso de acoso de mujeres a hombres, lo que no quiere decir que no los haya. Cuando lo he comentado con hombres, alguno me ha dicho: “Ojalá me acosaran a mí las mujeres”. No saben lo que están diciendo porque puedes vivir un infierno. Tampoco hay mujeres en la producción o distribución de pornografía infantil. La delincuencia sexual es masculina.

  • M.H. ¿Qué perfil tienen, por lo general estos ciberdelincuentes sexuales? S.B. En una ocasión quisimos hacer un perfil de personas que cometían delitos sexuales contra menores y no pudimos. Había de todo: médicos, abogados, vigilantes de seguridad, gente con familia y una doble vida en internet… Con los acosadores pasa lo mismo: son hombres de todo tipo y condición. Lo que tienen en común es que son personas muy cobardes.

  • M.H. Ha aprendido cómo piensa y actúa el mal y afirma que ahora vive en un estado de alerta permanente. ¿Es menos feliz que antes de ser policía? S.B. Se sufre. Cuando estoy con compañeros policías me siento más a gusto: sus normas son las mías; pero siempre me dicen que me relaje, que no todo el mundo es malo. Lo que ocurre es que estamos acostumbrados a tratar con lo peor de la sociedad, por eso siempre anticipamos un posible peligro. Además, tratas con personas que te aseguran que jamás habrían pensado que tal persona podría hacer tal cosa. Reconozco que lo paso mal, desde hace ya muchos años, y es irreversible. Soy una desconfiada patológica.

  • M.H. ¿Se arrepiente, en algún momento, de haber elegido esta profesión? S.B. De pequeña quería ser médico y no pude, pero tenía claro que mi labor era hacer cosas por la gente. Volvería a elegir la policía. Pero es cierto que te cambia la forma de ver la vida, ves riesgos donde los hay, donde los va a haber y donde no los hay. Recuerdo mi vida antes de ser policía, se vive de forma más despreocupada. Ahora soy feliz, pero sufro.

  • M.H. Las mujeres siguen siendo minoría tanto en el Ejército como en la Policía Nacional, los dos cuerpos donde ha desarrollado su carrera. ¿Hay más trabas para ellas? S.B. En el Ejército, durante cinco años, estaba la fregona esperándome fuera donde fuera. Y en la Policía, algunos compañeros me han dicho que no querían patrullar con mujeres o que no me dejaban conducir. Afortunadamente, entre la gente más joven no abundan esos comportamientos. Lo que sí existe hoy es el techo de cristal. Más de una vez he oído a hombres decir que quieren mujeres trabajando a su lado o dependiendo de ellos, pero no por encima. Si eres mujer, en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tienes que demostrar que eres competente para el puesto que te han dado. Los hombres no están a prueba.

20 de enero-18 de febrero

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