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“Tenemos mal cuerpo”. Es un mensaje que recibimos desde niñas. Y, en vez de aprender a amarlo como la materialización de lo que somos, nos enseñan a detestarlo por estar siempre por debajo de la supuesta perfección. Sin embargo, Lizzo, se encanta y su amor propio nos ilumina.
Millennial nacida en Detroit, donde la calle pega duro, ha dinamitado los estereotipos a punta de letras afiladas, no excentas de desgarro, y ritmos endiabladamente pegadizos. En su canción Juice, uno de los sencillos más vendidos del momento y que figura en la playlist de los Obama, dice: “Cuando brillo, los demás brillan, así he nacido”.
Su nombre real es Melissa Viviane Jefferson y nació en Detroit, Estados Unidos, en 1988. Creció en el seno de una familia que amaba la música.
De niña formaba grupos musicales con sus compañeras.
Estudió música en la Universidad de Houston.
Ha fundado numerosos grupos de indie hip hop, como The Chalice o Absynthe. Su primer album en solitario fue Lizzobangers, en 2013.
En 2015 apareció Big Grrrl Small World; y en 2019, su disco más popular hasta ahora, Cuz I love you.
Y es verdad: Lizzo refulge en el escenario. Lo demostró en la última gala de los MTV Video Music Awards, embutida en un corsé amarillo canario, con un enorme globo en forma de culo como fondo. Con bikinis de strass, lencería, plumas, medias de rejilla y resplandecientes collares, canta: “ Soy mi propia alma gemela, sé cómo amarme” y llama a cada espectador a que haga las paces con el espejo y a se permita los caprichos que prohíben las dietas. Ella s e llama a sí misma con ironía fat bitch (zorra gorda). Y se siente sexy. Posó para la revista Playboy y este otoño ha sido portada de Elle en Estados Unidos.
Pero Lizzo es más que una estética. De niña estudió flauta clásica, un instrumento que adora y que está incluido en muchos de sus temas. Esa mezcla de estilos –que incluye disco, funk, soul, pop, R&B y rap– es un estallido de erotismo jubiloso que convierte el movimiento de su cuerpo en el auténtico rey del espectáculo. Este mes de octubre estrena en Estados Unidos la película Hustlers (Estafadoras de Wall Street), en la que encarna, junto a Jennifer Lopez y Cardi B, a una bailarina de striptease. Ha roto todos los tabús sobre los cuerpos XL.
Lizzo es una mujer fuerte –“Sufro por un hombre, es la parte humana que hay en mí/ me deshago de un hombre, es la reina que hay en mí”, canta–. Pero cuando se mudó a Minneapolis en 2011, tras la muerte de su padre, atravesó un periodo muy oscuro: mientras trataba de abrirse paso en la industria musical, vivió durante un año en su coche, porque perdió su casa, y se puso a hacer dieta y ejercicio de forma obsesiva. Fue a terapia, pero dice que esa mujer todavía existe en ella. Hoy es la reina del feel-good y el body positive, y quiere decirle a todas las chicas que sufren porque no entran en las medidas de la belleza canónica que son capaces de hacerlo todo, que nadie puede pararlas.