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Máxima mide 1,50 m y parece vulnerable: es mujer, india, analfabeta, pobre. Sin embargo, su voluntad de hierro ha puesto en jaque, desde hace ocho años, al consorcio minero Yanacocha, en Perú, el más grande de Latinoamérica. En 1994, ella y su marido compraron un terreno en la región de Cajamarca, cerca de La Laguna Azul, en los Andes. Allí construyeron su casa y criaron a sus hijos. Pero, la minera lo quiere para extraer oro y cobre. Su proyecto es invertir 4.800 millones de dólares y drenar cuatro lagunas, dos para extraer mineral y otras dos para verter los residuos tóxicos.
Nació en 1970. Está casada y tiene cuatro hijos y tres nietos.
En 1994, ella y su marido compraron 25 hectáreas en la zona alta de los Andes peruanos, en Sorocucho.
En agosto de 2011, decenas de policías trataron de desalojarla y golpearon a su familia.
Para denunciar su situación, viajó por Europa y acudió a la ONU.
En 2015, su lucha fue reconocida por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
En 2016, recibió el premio de la Fundación Goldman, considerado el Nobel verde.
Muchos vecinos de Máxima vendieron, pero ella sabe que esa tierra de humedales, llamada Tragadero Grande, quedará destruida si llegan las minas. La lucha de Acuña comenzó en 2010, con la construcción de un camino abierto por apisonadoras en una estrecha vereda que cruza su tierra y ha llegado ahora hasta un tribunal de EE.UU., en el estado de Delaware.
Enfadada porque nadie le pidió permiso para hacer un camino en su terreno, reclamó a la compañía, que la denunció por usurpación de tierras y ha intentado desalojarla para que el proyecto siga adelante. Máxima y su familia han soportado golpes y acosos, han visto cómo quemaban su casa y mataban a su ganado, pero se ha mantenido firme defendiendo su casa de adobe y su huerto, en un país donde el 20% de la tierra lo acaparan las empresas mineras. Su rutina es sencilla: saca a pastar a sus animales, labra sus tierras y disfruta del agua cristalina. Es un símbolo, una pequeña David enfrentada a un gigantesco Goliat.
Máxima ha unido a los habitantes de la zona. En 2012, cinco campesinos murieron en las protestas. Las obras se paralizaron, pero la compañía no renuncia a los miles de kilos de oro y cobre que calculan escondidos en las entrañas de la montaña. Argumentan que crearán 10.000 puestos de trabajo.
Tras años de rechazos de los tribunales peruanos, Máxima espera la sentencia de un tribunal norteamericano, para que respeten su agua, como lo hizo Erin Brockovich, la mujer que consiguió la condena de una compañía por contaminar el agua de una región, y a la que encarnó en el cine Julia Roberts.