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Isabella Rossellini: "Nadie habla de lo maravilloso que es envejecer"

Carismática, inteligente, optimista y profundamente libre. Así es la actriz italiana, que a los 67 años y desde hace tres es embajadora de una de las líneas de Lancôme. Con ella hablamos sobre la belleza natural, las ventajas de la edad, su fascinación por los genios y los pollos de su granja ecológica.

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Ana Santos
Ana Santos

El currículum de la inclasificable Isabella Rossellini (Roma, 1952) es tan apasionante que podría ser recordada por infinidad de motivos pero, sin duda, uno de ellos es que, a sus 67 maravillosos (y exprimidos) años, puede presumir de ser embajadora de una marca de belleza. Y nada menos que de Lancôme, la firma cosmética francesa a la que regresó hace tres años, tras haber sido su imagen más emblemática entre 1982 y 1996. “Me sorprendió mucho que volvieran a llamarme. Nuestra colaboración terminó hace más de dos décadas. Entonces la tendencia era considerar que las mujeres mayores de 40 años ya no eran deseables... Por eso, cuando la directora general, Françoise Lehman, contactó conmigo para ser el rostro de la línea Rénergie, mi primera reacción fue decirle que no me había vuelto más joven. Es más, ¡era bastante más mayor! Pero me impresionó su inteligente y moderno discurso. ¿Será porque es mujer? Los líderes masculinos tienden a centrarse en la seducción, pero ella me habló de sensibilidad, energía, alegría de vivir y feminidad no vinculadas a la edad sino al placer. Una muestra de que Lancôme celebra la inclusion y la diversidad”, afirma.

La cirugía estética es consecuencia de la misoginia. Es ganar una batalla para perder la guerra”.

La elección de Rosellini es un merecido premio a su coherente personalidad. Porque si bien los tiempos han cambiado y las mujeres no son solo valoradas por su físico, ella siempre fue fiel a unos principios que pueden resumirse en dos: sé tú misma y vive la vida sin importarte lo que piensen los demás. Lo que se traduce, entre otras cosas, en aceptar con una sonrisa (pintada de rojo o rosa) el paso del tiempo. “ Soy mayor y tengo el aspecto de una mujer de mi edad. Algunas mañanas, al mirarme en el espejo pienso: “¿Y si me opero?”. Pero siempre lo descarto porque la cirugía es como cuando les vendaban los pies a las mujeres en China, una nueva consecuencia de la misoginia. Si lo hiciera podría aparentar 56, pero cuando cumpliese 76, parecería que tengo 66... Es ganar una batalla para perder la guerra. Además, a la larga, la belleza está, sobre todo, en la elegancia y la inteligencia. Pienso, por ejemplo, en Maria Callas, Frida Kahlo, Anna Magnani... A los 20, todos somos hermosos con unos vaqueros y una camiseta. Pero después, la belleza es una cuestión de estilo, personalidad, carisma… No hay que ocultar los defectos, sino transformarlos para ser únicos. Ahora yo ya no busco resultar sexy, sino encontrar la mejor expresión de mí misma”, argumenta. Una visión cargada de pragmático optimismo que también aplica a su trayectoria vital. “Cuando eres joven tienes mucha presión: el trabajo, el dinero, los hijos… Pero a medida que cumples años te sientes más libre y más segura y haces lo que te viene en gana. ¡Nadie habla de los maravilloso que es envejecer!”, continúa.

Isabella Rossellini es digna heredera de la belleza, el talento y el inconformismo de sus míticos padres, el director de cine italiano Roberto Rossellini y la actriz sueca Ingrid Bergman. Ambos protagonizaron uno de los escándalos mas sonados de finales de los años 40 cuando ella, casada y madre de una hija, lo dejó todo para vivir con él. Fueron excomulgados por la Iglesia católica y a Bergman se le prohibió la entrada en Estados Unidos durante años.

Isabella es gemela de Isotta y hermana menor de Robertino, y se crió entre Roma y París hasta que, a los 19 años, se trasladó a Nueva York para trabajar como traductora y, después, reportera, de la televisión italiana RAI. “Crecí en una familia de artistas y mi padre siempre alimentó nuestra curiosidad y nos animó a salir al mundo”, afirma. Ella lo hizo y, en el convulso Manhattan de los 70, comenzó una nueva vida que nada tenía que ver con la del colegio de monjas del que prácticamente acababa de salir. Con 27 años hizo una entrevista al realizador Martin Scorsese y se casaron poco después. Ella era sociable y alegre; él, un cascarrabias. El matrimonio apenas duró tres años, pero formaban una atractiva pareja e Isabella comenzó a llamar la atención de los gurús de la moda. “ Bruce Weber me hizo mi primera foto para la portada de la edición británica de Vogue y, poco después, estaba trabajando para la estadounidense con Richard Avedon. Fue un comienzo fulgurante y me enamoré de la profesión”, recuerda. Se convirtió en una de las modelos mejor pagadas del mundo, todos los grandes querían retratarla y Lancôme la contrató en exclusiva. “Hubo un año que una revista me sacó en cuatro portadas seguidas y, cuando pregunté por qué, me dijeron: “Porque tu cara vende muchos ejemplares”. No sabían la razón, pero estudios de marketing que conocí después destacaban que mi belleza no intimidaba a las mujeres. Obviamente, yo no era la mujer ideal, pero tenía esa cualidad”, reflexiona.

Apenas un año después de divorciase, Isabella se casó con el modelo norteamericano Jonathan Wiedemann. Una historia de amor breve de la que nació su primera hija, Elettra, que siguió sus pasos en el mundo de la moda y la ha hecho abuela. Poco después, en un restaurante italiano de Nueva York, conoció al hombre que daría un vuelco a su vida: David Lynch. Él mismo contó en sus memorias, Espacio para soñar (Reservoir Books), cómo fue el encuentro: “Miro a una chica en otra mesa y le comento: “Podrías ser hija de Ingrid Bergman”. Y oigo que alguien dice: “Imbécil, ¡es la hija de Ingrid Bergman!”.

Entonces Lynch preparaba Terciopelo azul y había pensado en Helen Mirren como protagonista, pero esa noche trastocó sus planes. Rossellini, que ya había hecho sus pinitos como actriz en Italia, dio vida a una vulgar cantante inmersa en una relación sadomasoquista, lo que convirtió la película en un título polémico y de culto. Durante seis años formaron una de las parejas más cool de Hollywood, pero Lynch, mujeriego confeso, la abandonó por teléfono por otra actriz. “ David ha sido el gran amor de mi vida y pensé que era correspondida, pero me equivoqué. Él y Martin Scorsese son parecidos, un poco visionarios, como mi padre. Sus mentes artísticas me sedujeron por completo, pero hoy es muy difícil tropezarte con un genio por las calles de Manhattan. De hecho, no he encontrado un tercer genio en mi vida”, reconoce a pesar de haber estado con otros hombres famosos, siempre algo torturados, como Gary Oldman.

1. Maquillaje Teint Idole Ultra Wear. 2. Máscara de pestañas Hypnôse. 3. Antiarrugas Rénergie Multi-Lift Ulta. Todos de Lancôme. / d.r.

Rosellini reconoce que sufrió mucho con la ruptura y necesitó acudir a terapia. Pero esa relación también le abrió las puertas de un mundo en el que se volcaría a partir de entonces: la interpretación. Con más de 70 películas y series de televisión –la última, Shut Eye, que puede verse en Orange Series–, sigue siendo una solicitada actriz. “¡No he dejado de actuar en los últimos años! Siempre hay papeles de abuela de la protagonista. Y, ahora, con las plataformas, los guionistas crean muchos más personajes para nosotras”, afirma.

Isabella también decidió reinventarse a nivel personal. Expulsó sus demonios en la autobiografía Something of me [Algo de mí], en la que revelaba haber sido violada de adolescente, y a los 41 años adoptó sola a un hijo al que llamó Roberto en homenaje a su padre. “He querido dar un hermano a Elettra y he recurrido a la adopción porque no había ningún hombre en mi vida”, explicaba entonces.

Pero si algo hizo que Rossellini fuera una mujer plena, fue comprarse una granja ecológica en Long Island y volver a la universidad para convertirse en experta en el comportamiento animal. Hoy se dedica a la producción avícola, ha escrito el libro My chickens and I [Mis pollos y yo] y ha dirigido documentales para Sundance Channel sobre la vida sexual de la fauna (Green Porno, Seduce Me y Mammas), que tuvieron tanto éxito que los ocho capítulos iniciales se convirtieron en 40. Eso la animó a poner en pie y protagonizar, junto a su perro Minnie, dos espectáculos sobre el mismo tema: Green Porno, Live on Stage y Link Link Circus, con los que ha recorrido medio mundo.

Y por si, a estas alturas, a alguien no le había quedado claro que se trata de un espíritu libre, esta polifacética y valiente mujer sentencia: “No siempre fue así, pero ahora mi vida la controlo yo”.